Paradójicamente en España existe un gobierno que es a la vez Gobierno y Oposición. Un gobierno de coalición donde desde una parte de esa coalición, en la mayoría de las ocasiones, se señala al gobierno como culpable de esta decisión o aquella propuesta. Por el contrario, todo lo que surge desde esa parte es el culmen de la acción política, lo que nunca se ha visto –en alguna ocasión desde luego es así-, la verdadera voluntad popular –aunque el populus hispaniensis acabe dando la espalda a esos representantes-, es basado, que dicen las nuevas generaciones. Dada esta situación cualquiera que hable contra la acción o haga una crítica pasa a ser un fascista. Así, sin más.
Llevan varias semanas las huestes de “amado líder”, ahora más conocido por “el moños”, calificando a las personas, militantes o no, del PSOE que les recriminan criticar al gobierno y no entender la unidad de la coalición de fascistas. Socialfascismo, un clásico del insulto comunista del siglo pasado, es utilizado en todo momento para descalificar a quien apoya al PSOE o las acciones de gobierno que no gustan. Se van a fusionar Caixabank y Bankia, amado líder reconoce que lo sabía, pero es una medida socialfascista. Buena no es, ni de izquierdas, pero el jefe de los que se quejan lo sabía y calló más preocupado por sus pendientes que por esa fusión. Al fin y al cabo había hecho un día antes un panegírico sobre la idoneidad de la nueva generación de empresarios. “¡Cállate fascista!” dirán las huestes. Si alguien del PSOE defiende una medida del gobierno, de esas que no gustan pero acaban apoyando, aparece un troll por detrás a llamarle fascista y traidor. Se podrían poner cientos de ejemplos pero ustedes habrán visto más de uno y de dos.
Con las feministas ocurre lo mismo, salvo que se añade al término fascista el término terf. Cuando las bravas mujeres del feminismo español señalan, luchan y defienden que no se haga el borrado de la mujer aparecen las huestes queer, que coinciden con las otras huestes casi al completo, y comienzan con los insultos de fascistas y terfas. Cuando se critica que el ministerio de Igualdad apoye todas las magufadas queer, o los vientres de alquiler, o hacer de la prostitución un trabajo, aparecen todas las hordas a señalar como fascistas a las feministas. No se puede tocar a la ministra, entre otras cosas, porque es “la señora de” amado líder y es muy lista, más que el resto del mundo (clasismo a tutiplén). Que lo que promueve es antifeminista no importa, si ella dice que es feminismo lo es. Ahora no habrá más madres sino progenitores gestantes, pero eso no es borrar a la mujer. Y así un día y otro, y otro, y otro… con especial inquina contra Carmen Calvo, por ser del PSOE y feminista.
No se crean que sólo las gentes del PSOE y las feministas son calificadas de fascistas, también hay para los comunistas. Al menos para todos los comunistas que no son garzonistas o santiaguistas. Esos son casi peores que los citados anteriormente ya que son, en realidad, lo que les gustaría ser a todas estas huestes pero no pueden porque viven mucho mejor siendo unos burguesitos del 15-M. Si un comunista critica que la fardada que se ha lanzado esta semana Alberto Garzón con la eliminación de los números 902 para atención al cliente, porque existe una orden europea de 2017 que exige eso y ahora se va tarde ¿qué le dicen? ¡Exacto! ¡Fascista! Si piden que se tenga conciencia de clase y se mire por las clases populares que están pasando hambre debido a la manipulación del IMV, el no pago de los ERTEs y demás, acaban diciendo que son unos fascistas. Los desclasados que apoyan todo el consumismo burgués calificando a gente con conciencia de clase, como pasa con gentes del PSOE, de fascistas.
Pues si todo el mundo es fascista –no hace falta explicar que las gentes del PP, Ciudadanos o Vox son fascistas también (estos sí)- España es un país fascista en un 90% por lo que los raros e inadaptados son elles. Si España entera es fascista igual el problema no está en ese 90% sino en las cabezas del 10 % (y bajando). Que igual no saben distinguir a un fascista y por eso se lían. O no saben el significado de fascista y todo lo que hay detrás y por eso utilizan el sustantivo de aquella manera. O es que piensan que sólo existe su verdad –la cual cambia cada quince minutos según digan algo amado líder y sus secuaces- porque amado líder ha podido verla al salir de la cueva tenebrosa mientras que el resto son poco menos que ignaros de la realidad. A lambiscones no hay quien les gane sin duda, pero si todo el mundo es fascista el fascismo deja de existir en sí. El proceso de mesmerización lo controlan muy bien amado líder y sus secuaces, el problema es que las grietas populistas son tan enormes que sólo les queda el recurso al insulto político o incluso personal. Son cuatro y bajando, pero los primeros en insultos, memeces e idealismo en favor del sistema.