Los fascistas de todo pelaje suelen utilizar las características físicas de los enemigos para mofarse de ellos, aduciendo que están fuera de los estándares por ellos creados y, por tanto, deshumanizando al “otro”. Esta deshumanización es el paso previo a la extinción del “otro”, quien al no ser humano, al ser una infraespecie, puede ser destruido, eliminado, aniquilado, sin que por ello se vulneren los aspectos éticos que ven el asesinato como algo malo en sí. Se elimina, por tanto, la restricción ética y todo vale contra el “otro”, contra el no-ser. Se ha visto a lo largo de la historia esta deshumanización para tener la conciencia tranquila, da igual persas que aqueos, blancos que negros, nazis que judíos, comunistas que burgueses, cristianos (especialmente protestantes de todo pelaje) que herejes.

Ahora no existe una eliminación física en sí, en algún caso como el islamismo sí, pero sigue existiendo la deshumanización buscada para acabar social o políticamente con el contrario. Cuando los argumentos, si es que los hay realmente, no alcanzan para que las propias posiciones, opiniones o programas sean valoradas por una mayoría significativa de la población dada, se acude rápidamente a la descalificación más personal con el fin de deshumanizar al que debería ser el contrario, no el enemigo, para acabar con él sociopolíticamente. La cultura de la cancelación surge, en parte, de esa premisa, como también la mayoría de los discursos de la clase política actual. Si dicen del “otro” fascista o comunista no es porque esos “otros” planteen posiciones fascistas o comunistas —no hay tantos que puedan ser calificados así en el mundo— sino porque se les quiere deshumanizar y tapar las propias carencias.

Si el “otro” es visto como un no-ser humano es más sencillo actuar que si se considera que toda persona tiene su dignidad y por ello debe ser respetada. Por eso es normal ver a Antoñita la fantástica en televisión llamando fascistas a todos los que no le caen bien, antes que debatir con argumentos y con inteligencia. Luego dicen que han leído a Pierre Bourdieu y cualquiera que sí lo haya hecho pensará que han sido las cubiertas de sus libros. Esto le pasa a Isabel Díaz Ayuso también, no piensen que es cosa de la izquierda, para quien todo lo que no encaja en lo que le escribe MAR es comunismo. Y todo ello se transmite a los seguidores o fanáticos que acaban pengando de hostias o insultando gravemente al “otro”. Los seguidores más tontos, pensarán ustedes con razón, pero es que el número de idiotas ha crecido en España y el resto del mundo.

El último caso es el de Óscar Puente, ministro de la cosa de los transportes y carreteras, quien frente a la reunión o convención de Patriots, la unión de algunos partidos conservadores de Europa, no ha tenido mejor argumento que descalificar, mediante la deshumanización, a Santiago Abascal. Luego si al ministro le llaman gorila se enfada, pero él bien que puede descalificar al dirigente de Vox. Que tenga el mentón retraído es una cuestión genética, como tener micropene, y si ello lo apaña con una barba picuda no es motivo de befa. Su amigo el presidente se maquilla para todos los actos porque tiene la cara como la tiene (y no es de cemento armado, que también). Y nadie le hace mofa de ello, aunque sí se critique que haga pagar a todos los españoles el equipo de maquilladoras que lleva.

Tampoco le gusta que alce un poco los pies para estar un tanto a la altura de los demás fotografiados. Porque no es motivo de destapar secretos que a nadie interesan, pero hay unos cuantos compañeros suyos que utilizan alzas en los zapatos, por no hablar del exceso de tacones de algunas compañeras. No es bajo Abascal precisamente, metro ochenta más o menos, pero claro la genética española no es de ser bigardos como algunos europeos del norte. De hecho, no es mucho más bajo que él mismo y si Marine Le Pen, que está entorno al 1,74, se pone taconazos se dejan mal en las fotos. No hay trauma por ello. Peor es ir persiguiendo presidentes para hacerse fotos con ellos y Abascal no tuvo que perseguir a Donald Trump. ¿Quién es el traumatizado?

Lo importante en todo esto es que ausencia completa de argumentos contra lo que ha sucedido el fin de semana en Madrid. Lo que ha pasado en Granada ya se sabe, insultos al presidente del Gobierno que casi no puede salir de Moncloa, salvo para ir con un despliegue policial exagerado a los actos de partido. Los insultos no son corectos pero claro si desde el gobierno se insulta… ¿qué pueden esperar? ¿Dónde está el discurso de Puente frente a Abascal? Decir que es facha y ya. Le califica de cerebro vacío pero no se ofrece a llenarle el cerebro con ideas o argumentos ya que tampoco es que esté muy lleno el cerebro del mininistro. De hecho la clase política española, salvo excepciones, es muy floja en lo relativo a lo intelectual, de ahí que se rodeen de personas con capacidades similares… por aquello del ego.

La pelea de la deshumanización, que es perpetrada por PSOE y PP principalmente, justo quienes se erigen en soporte del sistema de turnismo, o hace más que generar tullidos mentales que pueden provocar violencia. Que igual es lo que desean esos dos partidos principalmente para que las políticas globalistas sean implementadas por la puerta de atrás. Guste o no guste Vox, como puede suceder con otros partidos europeos de izquierdas y derechas, ofrece un discurso alternativo y distinto. Frente a eso ¿cuál es la respuesta de los socialdemócratas? “Facha, enano e imbécil”.

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