La sentencia de la Gürtel ha dejado claro que el Partido Popular ya no es la carta ganadora de las élites financieras. Tienen otra figura sobre la que asentar su apuesta para tener a «uno de los suyos» en el poder: Albert Rivera. Sin embargo, el paso adelante dado por Pedro Sánchez y el PSOE ha generado miedo en estas élites. No pueden permitir que, en la tesitura actual en la que están tomando el mundo, la cuarta economía de Europa esté gobernada por partidos que, en teoría, aplicarán su acción de Gobierno para demoler la obra de M. Rajoy, una obra que ha ampliado la desigualdad porque, mientras más de un 25% de los ciudadanos no gana lo suficiente para vivir dignamente el número de millonarios se ha incrementado en un 60%.
Por esta razón, Albert Rivera, la apuesta de las élites financieras, movilizó a todas sus tropas para tomar la Moncloa. Las reacciones al anuncio de la moción de censura han sido furibundas, sobre todo por los grandes medios de comunicación que están controlados por el IBEX 35 y las grandes familias de este país. Si un extraterrestre aterrizara en España y leyera los editoriales de los grandes medios pensaría que en este país hay implantado un pensamiento único. Todos los medios tradicionales a nivel nacional, sin excepción, reclamaban a M. Rajoy la convocatoria inmediata de elecciones, exactamente lo mismo que exigió Ciudadanos aun sabiendo que eso era imposible porque la propia Constitución impide disolver las Cortes mientras se esté tramitando una moción de censura. La Carta Magna que utilizaron como ariete para impedir el diálogo en el Procés catalán ahora puede incumplirse porque Albert lo necesita. Parece que hay que tomar el Palacio de la Moncloa al precio que sea, incluso exigiendo que se incumpla la ley. En menos de dos semanas Ciudadanos ya lo ha demandado en dos ocasiones con el aplauso de la claque mediática patrocinada por las élites financieras nacionales e internacionales. Hace menos de una década nadie podría pensar que diarios como El País, El Mundo o ABC no podrían coincidir en sus editoriales. Ahora sí es posible porque quien manda en esos medios son los mismos que pretenden imponer a Rivera como presidente de gobierno.
El líder de C’s no se esperaba que Pedro Sánchez tuviera la osadía de romperle el plan. La sentencia de la Gürtel le ponía en bandeja la convocatoria de elecciones y, tal vez, pensó que todos los partidos se unirían a esa estrategia. Sin embargo, los socialistas le rompieron todos los esquemas, a él y a las élites que le sostienen, e hicieron lo que, por ética y moral, estaban obligados a hacer: presentar una moción de censura para, desde el progresismo y el servicio al pueblo que se le supone, mostrar que se puede hacer grande a España sin apostar por las políticas ultraliberales. Esto las castas no lo pueden permitir.
A esta presión se ha unido el propio Partido Popular. Las declaraciones de los principales dirigentes, entre los que se encuentra el propio M. Rajoy, van orientados a sembrar el miedo. Ahí tenemos el informe filtrado a los medios que controlan en el que, entre otras cosas, afirman que la presentación de la moción de censura provocará un grave descalabro a nuestra economía o la pérdida de miles de puestos de trabajo. Tal vez esto último sea la afirmación de los empleos que los empresarios que se han lucrado con las medidas de M. Rajoy están dispuestos a destruir para dinamitar un gobierno progresista. ¿Es que en el PP no se dan cuenta de que le están echando gasolina al incendio que pretende provocar Rivera si llega al poder? Por otro lado, ¿por qué el PNV tan solo hace tres días no ponía para aprobar los presupuestos a M. Rajoy las condiciones que pone a Pedro Sánchez para apoyar la moción de censura? Tal vez sea por más de lo mismo.
Las propias élites económicas, financieras y empresariales que sostienen y patrocinan a C’s han reaccionado de una forma virulenta provocando que suba la prima de riesgo o que se desplome la bolsa. Estos sectores privilegiados y que serán los máximos beneficiados si Rivera toma el poder no pueden permitir que Pedro Sánchez llegue al Gobierno y aplique el programa de reformas que se entiende que implementará con el fin de devolver al pueblo lo que M. Rajoy les arrebató durante la X Legislatura y que no ha sido posible aplicar por el bloqueo constante de C’s y del PP. Las castas que patrocinan y sostienen a Rivera no pueden permitir que se derogue una reforma laboral que ha permitido que los beneficios empresariales se incrementen un 1.000 por ciento más que los salarios; las élites no pueden permitir que se aumenten las medidas contra el fraude fiscal de las grandes empresas o las grandes fortunas, como tampoco pueden aprobar que se permita a los bancos que arruinen a cientos de miles de ciudadanos para mejorar sus cuentas de resultados. Las castas nacionales e internacionales prefieren tener a corruptos, a amigos de corruptos (españoles o latinoamericanos) o a quienes se aprovecharon de la corrupción en el poder a que los beneficios del capital reviertan en el pueblo.
Esto mismo que está ocurriendo en España con la moción de censura está pasando en Italia. La formación de un gobierno a través de un acuerdo entre partidos euroescépticos provocó que pusieran los medios suficientes como para que la prima de riesgo del país transalpino se situara por encima de los 200 puntos básicos.
Pedro Sánchez no puede ceder a las presiones y tiene la obligación de gobernar para el pueblo, demoler la obra de Rajoy y devolver el país a sus ciudadanos. Es lo menos que se espera de un socialista que recuperó la secretaría general del PSOE afirmando que ellos «son la izquierda». Por esta razón, el pueblo ha reaccionado y se ha despertado una esperanza que hacía tiempo que se había perdido tanto en los socialistas como en Podemos. Pedro Sánchez tiene la posibilidad de desmontar a Albert Rivera. En primer lugar, no plegándose a las políticas que pasan de joseantonianas a la sociopolítica de los filósofos hitlerianos que el líder naranja pretende imponer. Los verdaderos socialistas no se lo perdonarían. En segundo lugar, debe presentar un programa que le permita gobernar hasta el final de la legislatura con el apoyo de Podemos y otras fuerzas progresistas. En tercer lugar, tiene la posibilidad de demostrar al resto de España que para arreglar la confrontación territorial el diálogo es el mejor camino en vez del enfrentamiento o el nacionalismo patriotero de Rivera. En cuarto lugar, Pedro Sánchez deberá actuar desde el consenso con otras fuerzas de izquierda, sobre todo con Podemos, para crear un programa de gobierno para los ciudadanos y no para las falsas razones de Estado. En quinto lugar, el secretario general del PSOE debe iniciar todos los procesos necesarios para iniciar las reformas imprescindibles para la regeneración democrática de España, algo que con Rivera sería imposible.
Son muchas las razones y, sobre todo, muchos los beneficios para el pueblo. Sánchez no puede volver a decepcionar a la gente. Antonio Machado ya retrató a Rivera cuando afirmó «En todas partes he visto/caravanas de tristeza,/soberbios y melancólicos/borrachos de sombra negra,/y pedantones al paño/que miran, callan, y piensan/que saben, porque no beben/el vino de las tabernas./Mala gente que camina/y va apestando la tierra…».
La presentación de la moción de censura ha abierto un rayo de esperanza. Como dice la cantante italiana Noemi en uno de sus temas «Ahora se levanta un viento que barre las nubes». Sánchez no puede permitir que las nubes azules o naranjas vuelvan a cubrir el cielo o derramar pedrisco contra el pueblo. Pedro, hazlo, sé valiente y el pueblo te abrazará porque habrás impedido que Rivera y sus huestes tomen la Moncloa.