Albert Rivera se fue a hacer las Américas, bajo la ruta ofrecida por José María Aznar como iremos viendo, para dejarse ver y hacer el trabajo exterior de sus “jefes”. La ciudadanía no, el Ibex-35. Una visita de la que, por cierto, apenas ha habido noticias en España. Salvo un par de notas de agencia, nada. Ni su propio partido ha querido mostrar con quién se ha reunido, para qué se ha entrevistado o lo que ha dicho. Salvo dos o tres frases que destilaban un neocolonialismo abrumante, nada. Poco más que tanto en América como en Europa hay que acabar con el populismo (y lo dice el más populista de todos), y que las relaciones entre España y América Latina han de ser fundamentales.
La primera parada en Argentina le llevó a una reunión con el presidente Macri, con quien estuvo hablando de lucha contra el populismo y la importancia del tratado de Libre Comercio entre Mercosur y la Unión Europea. Ya tenemos claro uno de los objetivos de su visita, los beneficios y apertura de los mercados para el establishment. Eso sí, reconoció que en 2015 no estaba preparado para ser presidente del Gobierno, pero ahora sí. Que lo sepan los españoles y españolas, ahora ya está preparado para dirigir un Gobierno en España, propio, o en compañía de otros. Esos otros, ese gobierno de coalición no se sabe si con PP o PSOE, aunque dado el comportamiento de los últimos tiempos tiraría más hacia la derecha.
Sería, sin embargo, en Chile donde tuvo la agenda más apretada y con más reuniones y actos. No en vano, es el país donde el establishment mundial tiene más intereses económicos (en Argentina también con minas y petróleo) y donde están los verdaderos muñidores de los golpes blandos que realizan en cada elección. En Chile, además, le ha servido de cicerone Mario Vargas Llosa (lo que se habrán reído sobre su candidatura a la Comunidad de Madrid). En Chile es donde más en su salsa se ha sentido y donde más chance mediática le han dado. No en vano a estado reunido con el establishment más potente. El Ibex-35 chileno en pleno. Tuvo la gentileza de verse con Ricardo Lagos (“el socialista vegetariano” como le califican los turboliberales chilenos porque se puede hablar con él y no es muy socialista) para posteriormente ir a una charla-cóctel que le había preparado la Fundación para el Progreso (FPP) de Nicolás Ibáñez. Gran amigo de Aznar y Vargas Llosa, y cuya fundación está vinculada a FAES. Allí le preguntaron a Rivera sobre su visión sobre el liberalismo, los negocios y la lucha contra la izquierda. Respondió complaciendo con sus palabras. Especialmente por su lucha contra el populismo izquierdista, su lucha contra el populismo separatista y su deseo de apertura completa de fronteras y reducción del peso del Estado.
Vargas Llosa, como buen introductor, amplio la visión del propio Rivera ante el selecto grupo allí reunido. Estaban los ultraconservadores del partido Evópoli, Felipe Kast y Hernán Larraín Mette. El director del imperio de Luksic (que se ha visto afectado en el Caso Banco Popular), Francisco Pérez MacKenna. O el escritor ultraliberal Álvaro Fischer. Según cuentan las crónicas chilenas, el encuentro dejó satisfechos a los empresarios y amigos de Aznar y terminaron a altas horas de la noche tomando champán. Al día siguiente iría al Tercer Foro de Democratic Solidarity, el evento de la fundación Fórum 2000. Otro think tank, otro lobby del establishment mundial.
Amigos curiosos los que ha hecho en Chile Albert.
Entre los invitados de FPP estaba su jefe y principal apoyo Nicolás Ibáñez, conocido por poner presidentes y ministros en los gobiernos neoliberales de Chile. De hecho en el último gobierno de Piñera cuenta con dos ministros y algún otro alto cargo del Estado. Famoso empresario de familia de tradición, la cual tiene hasta su propia Universidad (la Álvaro Ibáñez) y que vendió sus supermercados por miles de millones de dólares a Wal-Mart. Ahora es el presidente del fondo de inversiones internacional Drake Holding. También conocido por comprar toda una tirada del diaro La Nación Domingo porque narraba cómo maltrataba a su (hoy) ex-esposa. También conocido por ser un Legionario de Cristo (como Ana Botella, según dicen las fuentes) y defensor del sacerdote que abusaba de niños John O’Reilly. Y un admirador del antiguo dictador chileno como demuestra la placa que colocó en las oficinas centrales de su empresa donde pone: “Augusto Pinochet Ugarte. Patriota soldado y estadista visionario”.
Es Ibáñez, igualmente, un neoliberal, más bien un turboliberal, que recuerda en muchas de sus frases a las que suele lanzar el ex-presidente Aznar. “No importa si crecemos más o menos. No importa si el país tiene o no recursos. Se han dado batallas, que es una batalla ideológica que tiene que ver con sensaciones, percepciones, ilusiones, tiene que ver con el corazón mucho más que la razón” decía contra la izquierda hace poco. Pero tiene otras perlas mejores, o más horripilantes, según se vea: “Los derechos sociales son una postura demagógica” sólo cabe un derecho a la libertad; “Yo como individuo sí tengo un rol que jugar y no quiero que el Estado se meta a decirme a mí lo que tengo que hacer”, como cuando Aznar hablaba que el Estado no podía decirle cuantas copas de vino tomaba antes de conducir.
Y junto a este personaje estaba su brazo derecho en la FPP, fundación que recibe fondos de la National Endowment for Democracy (NED), la forma que tiene el establishment de enviar dinero a los países de América Latina para que haya gobiernos de su cuerda, Axel Kaiser. Otro ultraliberal que dice que entiende que hay dictaduras menos malas que otras (como decían los Chicago boys), que la “educación es un bien económico, no un derecho”, o que los pobres son pobres porque producen poco. Cuestiones todas que sobrevuelan el espíritu de los programas electorales de Ciudadanos. El individuo como centro de todo para poder. Y hablando de establishment, ese mismo que está encantado con Emmanuel Macron, acudió al acto de Fórum 2000, entidad financiada por la NED, Deloitte, Carnegie, Skoda (por tanto grupo Volkswagen), Avast Foundation u Open Society (la fundación de George Soros y que tanta presencia mediática tiene en España en medios “progres” que no suelen criticar a Ciudadanos). Digamos que Albert Rivera ha cumplido con sus quehaceres como “mandado” del establishment que está detrás de él.