El varon dandy del PSOE que faltaba para el duro salió a la palestra como no podía ser menos. Alfonso Guerra no podía estarse callado y no opinar sobre el Gobierno de Coalición entre PSOE y Unidas Podemos. Algo le subía por el estómago viendo que Pedro Sánchez estaba firmando un acuerdo progresista con Pablo Iglesias. No llegó a vomitar pero casi. Así que tras el resto de momias mal enterradas del PSOE que han pasado por todas las televisiones y periódicos de la derecha (salvo José Bono que sí apoya el pacto), “el Guerra de la política” hubo de salir a decir que el preacuerdo le parece mal, muy mal, nefasto, un horror para España. Que lo que hay que hacer es pactar entre los partidos constitucionalistas y acabar de una vez por todas con esa milonga de los nacionalistas periféricos que están arruinando esa constitución tan bonita que él fabricó, junto a Fernando Abril Martorell, en un reservado del restaurante José Luis.
¡Pero que se han creído estos niñatos socialdemócratas y postcomunistas! Bastante tiene con las traiciones de José Félix Tezanos y Rafael Simancas para que ahora no hagan caso a los poderes del capital y se junten con quien deben, el Partido Popular de olor franquista y rancio acento neocon. “¡Que hay que pactar lo que diga la clase dominante y la señora Merkel!” le ha faltado decir al otrora todopoderoso vicesecretario general del PSOE. El hombre que todo lo sabía no puede entender cómo Sánchez se entrega a Iglesias y no mira a los constitucionalistas para salvar a España. No se sabe bien de qué hay que salvarla pero él lo dice. Unos constitucionalistas que, según ha afirmado Pablo Casado, incluye a los neofascistas de Vox. ¿Quiere Alfonso Guerra que el PSOE pacte con los hijos de los que le perseguían a él durante la dictadura? Para alguien que dice de sí mismo estar muy enterado de todo, parece que esta vez no se ha enterado que el término constitucionalista se utiliza como eufemismo, porque decir neofranquistas, nacional-católicos o el instrumento del Ibex-35 puede sorprender un poco.
Le parece mal a Guerra que Sánchez e Iglesias intenten romper el bloque secesionista catalán, desde el respeto a la catalanidad, atrayendo a ERC a las posiciones legalistas. Él no querría hablar con nadie. De hecho en sus años de todopoderoso amenazó a los burgueses de la gauche caviar del PSC (siempre fueron un tanto sibaritas) con fundar un PSOE catalán y acabar con ellos. Así que ahora, con los hijos de Heribert Barrera “leña al mono” como diría su monigote televisivo. Da igual que Joan Tardà hay afirmado que el camino que quieren seguir desde el resto de partidos secesionistas es un error. O que Gabriel Rufián ande buscando la forma de que no les maten a palos los CDR comandados por Quim Torra si acuerdan dejar la senda del pujolismo vocinglero. Guerra no quiere nada sólo una Gran Coalición que salve España y donde los españoles coman banderas porque no habrá otra cosa al ritmo que lleva la Troika y la clase dominante de asfixia social.
Quien en su momento dijese que a su izquierda el abismo, señalando con ello a Izquierda Socialista, en primer término, como elemento más de izquierdas del PSOE (¡cómo iba a ser más de izquierdas que él Luis Gómez Llorente!) y al PCE de Gerardo Iglesias como la izquierda estatal (“¡A mi izquierda no cabe nada más!” llegó a manifestar por activa y por pasiva), parece hoy en día en mutar la frase y que se pueda decir de él que “a su derecha no cabe nada más”. Al menos en formas constitucionales. Claro que las reglas en el caso de Guerra nunca fueron un problema, tras la raya que marcaba a los buenos y los malos, la cual tenía la virtud de moverse a consideración del vicepresidente, llegó el silenzio stampa donde no se movía nadie que él no quisiese. No quiere el señor Guerra un acuerdo de la izquierda y para molestarle parece que la población sí que lo quiere. Sus “descamisados” le han abandona para transitar por lugares de izquierdas y que no le obliguen a pactar con el señorito de bota dura en las posaderas que es lo que vienen instaurando en Andalucía los tres partidos con los que quiere hacer piña Guerra. ¡Qué mala vejez están teniendo algunos!