Se ven como vencedores y así están desarrollando su campaña. Entre olor de victoria y, a veces, loor de multitudes. Son los claros antagonistas del secesionismo y todo lo que huela a nacionalismo… catalán. La naranja electoral del nacionalismo españolista, de la negación del ser, del europeísmo que quiere seguir siendo de los mercaderes antes que de los pueblos, del cuñadismo ideológico que no deja de ser un populismo sistémico, de los niños y niñas mimadas del establishment capitalista, se ve a las puertas de la Generalitat. Están cercanos al orgasmo electoral porque un triunfo en Cataluña, para ese partido vale doble, por nacimiento y consolidación como el nuevo referente de la coalición dominante española.
Inés Arrimadas lleva gritando que quiere elecciones desde hace dos años, ahora las tiene a la puerta de la esquina y se ve ganadora. Y desde esa posición poder vencer a los separatistas que son los culpables de haber fraccionado a la sociedad catalana. Por eso, en el preámbulo de su programa, por llamarlo de alguna forma, dicen luchar contra ese nacionalismo que “provoca la falta de libertad de expresión de ideas y sentimientos”. Que malo es Oriol Junqueras que no deja a los catalanes dedicarse bonitas frases de amor. Porque sentimientos tienen todos y todas.
Y cuando no es Arrimadas, es Albert Rivera quien acusa al nacionalismo de la quiebra económica, de los barracones en las escuelas, de las listas de espera, o de haber “suspendido de facto la autonomía catalana por saltarse las leyes”. Por eso desde Ciudadanos quieren abrir una etapa de seny que se basa en un decálogo. Una vez que te ves ganador para que gastar más dinero en tinta. Con diez puntos vale. Total ya están las televisiones y medios de comunicación para sacarles a todas horas. Eso sí, avisan a los catalanes que votar al PP no sirve de nada y que Miquel Iceta es un sedicioso camuflado (no le entienden sin duda).
Programa o Decálogo
La propuesta electoral de Ciudadanos ha quedado resumida en diez puntos programáticos. Un decálogo de cosas que hay que hacer para una Cataluña próspera y española.
Primero. Acabar con el procès y restaurar la convivencia. El procès debe quedar para los libros de historia como una mala experiencia sufrida en Cataluña. Por eso, si ella es presidenta de la Generalitat volverá a participar en las reuniones estatales con las demás Comunidades Autónomas, especialmente, en la conferencia de presidentes y presidentas. Eso sí, como han explicado a nivel estatal, el nuevo modelo de financiación, que debe ser igualitario (sin cupos y cosas de esas), es clave para Cataluña. Y no estar siempre haciendo de pedigüeños como hacían Mas y Puigdemont.
Segundo. Plan de choque para la vuelta de las empresas. En este sentido van a trabajar con incentivos fiscales, financieros y administrativos. Esto es, van a permitirles pagar a las empresas aún menos, cargando sobre los salarios casi toda la masa fiscal, y van a mejorar el sistema para la creación de empresas y demás aspectos en servicio de lo económico. La Agencia Tributaria Catalana se pondrá al servicio de todos, no como hasta la fecha que sólo servía a los secesionistas (aunque no explican cómo). Y suprimirán el DiploCat y el gasto superfluo.
Tercero. Suprimir las estructuras d’Estat y priorizar políticas sociales. Se realizará una auditoría para ver qué se ha venido gastando en el procès y en la independencia y se destinará a otras cuestiones, más sociales se entiende. También reducirán la publicidad institucional y lo que quede se repartirá bajo criterios de racionalidad y difusión. También cambiarán la ley electoral para que sea más proporcional y, obviamente, eliminar el voto rogado en el extranjero.
Cuarto. Luchar contra la corrupción del 3%. Se pide aplicar criterios de transparencia y de calidad para la gestión de lo público, como hacen los demás partidos. Propondrán un sistema Judicial independiente. Despolitizarán a los Mossos D’Esquadra y se les dotará de más medios. Y, especialmente, se luchará contra la amenaza yihadista en el lugar de origen. Sí, como lo leen, debe ser que van a mandar a los Mossos a Siria, Iraq o Paquistán para que acaben con los yihadistas. No hay nada como darle a la derecha un cuerpo policial para que se crean Rambo.
Quinto. Bajar el IRPF autonómico a la clase media trabajadora. Expresión falaz y mentirosa porque ellos y ellas no se preocupan de la clase trabajadora. La utilización de esa expresión para ser más transversales esconde que realmente apoyan a la clase media alta y al mediano empresario, nunca a la clase trabajadora. Como han demostrado en cientos de votaciones en Madrid o Murcia. La expresión esconde que van a bajar los impuestos a los que más ganan que no sean empresarios, como hacen en otros lares. Por eso quieren reducir al mínimo el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales. Por eso piensan gastar dinero en Innovación (privada), en Startups o en emprendimientos diversos.
Sexto. Medios de comunicación públicos neutrales, plurales y al servicio de todos los catalanes. Como ya el establishment les da cobertura más que suficiente en los medios privados, ahora quieren ocupar los medios públicos. Es verdad que en Cataluña se reproduce lo que pasaba en la Telemadrid de Esperanza Aguirre, que sólo hay alabanzas para los partidos independentistas, pero el cambio en la elección del presidente de y del Consejo de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales no basta para modificar todo el sistema. Más que nada porque se quieren reducir costes y esto supone despidos y ceses, muchos de los cuales igual tendrán sentido político.
Séptimo. Garantizar una educación trilingüe, de calidad y sin politizar a los hijos. Quieren que enseñen a los niños y niñas a pensar, no a qué pensar. Sin embargo, esconden sus intenciones de impulsar las asignaturas de economía, en detrimento de Educación para la Ciudadanía, por ejemplo, lo que supone utilizar la escuela para hacer un uso político de ello. Aprender a ser empresario supone inculcarle los valores capitalistas y de negación de los valores culturales y éticos. Por tanto tan político como las falsedades secesionistas.
Octavo. Disminuir el paro con políticas activas de empleo. Y la medida estrella es que se fomentará el uso de las nuevas tecnologías entre los mayores de 45 años. Seguramente los mayores de 45 años que están en Ciudadanos son torpes y no saben usarlas, y por eso plantean que los de esa edad tampoco. Justo cuando empezó la era internet estas personas fueron las pioneras, especialmente entre 52 y 45 años. Hay que ser muy majadero para poner esas edades. Porque quienes no sepan utilizarlas siendo de esas cohortes es porque jamás lo necesitaron para trabajar y ahora con esas edades no van a poder cambiar de profesión de la mañana a la noche. Eso sí, los autónomos y emprendedores pagarán menos impuestos. Porque su política de empleo son los falsos autónomos, es decir, personas que trabajan en exclusiva para otro o una empresa pero pagándose todos los costes sociales.
Noveno. Lucha contra las listas de espera y demás cosas sociales. Pretenden reducir las listas de espera en menos de un año (como no han conseguido en Madrid, ni Andalucía). Pero también fomentar el alquiler social (como no hacen en Madrid); garantizar el acceso a los suministros básicos (como no hacen en Madrid); aumentar los recursos en dependencia (como no hacen en Madrid y Valencia poniendo pegas); fomentar la conciliación laboral; luchar contra la violencia machista; apoyar al movimiento LGTBi; y apoyar a las personas con discapacidad, salvo que hayan sido perseguidas y acosadas por un concejal suyo. En este último caso, la culpa es de los medios de comunicación que no saben informar y de las asociaciones de discapacitados que no entienden (como han dicho a FAMMA-Cocemfe).
Décimo. Apoyo total al Corredor del Mediterráneo, porque para PP y PSOE nunca ha sido prioridad. Claro Ximo Puig no debe ser socialista y eso que lo lleva reclamando desde antes de ser president. No es más que una muestra de ese cuñadismo ideológico que les hace intentar ponerse todas las medallas.
Análisis.
Las propuestas de Ciudadanos no dejan de ser de derechas, como ya han demostrado en otras comunidades autónomas. Nunca moverán un dedo contra el establishment que les financia y les mima. Son “su” partido y como tal actúan. A veces, sólo a veces, intentan darle una pátina social para engañar a parte de esas personas moderadas pero de izquierdas. Y si no es así que expliquen por qué tanta insistencia en la Ley de Suelo de Madrid, o la elaboración de informes para las administraciones públicas en Andalucía. Pueden irlo intuyendo. Sí, eso es. Eso justo que está usted pensando.
En la confrontación con los secesionistas, no van a traer el seny, ni nada por el estilo. Se han robado la bandera de España porque son españolistas. Esto es, nacionalistas españoles (aunque lo quieran trufar con europeísmo barato y de los mercaderes) y por tanto tan identitarios como lo puedan ser Rovira o Gabriel. Defienden la nación española, además, como ese espíritu del pueblo que queda imbricado en el Estado y que desprende su moral. Una moral que no es progresista, sino rancia y reaccionaria.
Porque, esta es otra, en Ciudadanos son progresistas falsos. Sólo creen en el progreso económico como mecanismo de bienestar. El progreso humano y personal mediante la autodeterminación que permite al ser su conciencia y ser en sí y para sí, no les interesa. Eso murió con la modernidad. Lo postmoderno es económico y solamente económico, y quien se quede afuera es por culpa suya. Esta nueva derecha acaba criminalizando a los explotados y desheredados del sistema capitalista.
No solucionarán el problema catalán, ni social, ni político, porque son felices en la lucha antagónica contra el mal que ejemplifican en el nacionalismo. El nacionalismo de los otros, porque el suyo es puro beneficio y bien inmaterial. Ciudadanos en el poder en Cataluña actuará desde el resentimiento y el uso de la fuerza, no del diálogo. Porque para ellos el diálogo sólo vale para darles la razón. La división de la sociedad permanecerá de forma larvada hasta que estalle con peores consecuencias, sin duda más violentas, porque Ciudadanos al mando es un difusor de violencia institucional.