El Partido Popular de Catalunya no se ha esforzado por presentar un programa político a las elecciones del 21D. Son conscientes del hundimiento que van a sufrir en las urnas. Un hundimiento que comenzó con la pusilanimidad de M. Rajoy y, especialmente ponen en el punto de mira, de Soraya Sáenz de Santamaría. La que no quería que los populares utilizasen las banderas de España en Cataluña. Una bandera que, como comentan dentro del propio PP, se ha quedado Ciudadanos, junto a sus votos. En el PPC saben que les van a votar los que añoran los viejos tiempos y sus propios familiares, y sobre éstos no las tienen todas consigo.

Un programa corto, con el de las lavadoras, para un futuro cercano a la extinción. Por mucho que el presidente que indiciariamente recibió sobresueldos pase allí la próxima semana, el sino del PPC es quedar en lo mínimo. Como si fuesen UPYD o Vox. Por ello sólo han dado unas pinceladas de lo que harían en caso de ganar. Una utopía más. Porque saben y son conscientes de que harán lo que diga Arrimadas (si gana) o lo que les pidan desde Moncloa. Autonomía de acción no van a tener por lo que cualquier apuesta que no sea luchar contra el independentismo es completamente inane.

“Responder frente a quien incumple la ley es proteger los derechos de todos” afirman en su justificación de la aplicación del artículo 155. Algo que sólo les reporta lo negativo y lo positivo se lo lleva la derecha naranja. Porque saben que puestos a elegir derecha, mejor la más novedosa, que no la menos peligrosa. Así que su máxima para votarles es que son la derecha que gobierna España. Algo que más que un beneficio parece un hándicap. Pero ello está ligado a que son el único partido que puede vertebrar España, pues mandan en Moncloa y… en pocos sitios más. Eso sí, se venden como el partido que más ha hecho por la modernización de España. Sí, se comprende su risa floja después de haber aplicado el austericidio de la Troika europea.

Propuestas

Terminar con el éxodo de las empresas catalanas, como si Xavier García Albiol fuese una especie de Moisés que morirá antes de ver la tierra prometida claro, es la máxima preocupación de los populares. Y para ello nada mejor que tener una fortaleza jurídica, menos si hay un caso de corrupción que entonces como se viene demostrando, la fortaleza ya no es importante. Para animar a esas gentes bonificarán el impuesto de donaciones al 99% y apoyarán que para el año 2020 esté concluido el Corredor Mediterráneo en Cataluña, porque en otros lares se tienen muchísimas dudas.

Respecto a lo catalán en sí, quieren una nueva ley electoral tipo alemán. Esto es, con circunscripciones donde se elija mediante lista y proporcionalidad, y circunscripciones uninominales donde se elija a una sola persona. No han debido pensar bien esto, ni hacer los cálculos porque igual se perdía proporcionalidad y saldrían cosas que no les iban a gustar. Pero como saben que no van a ganar pueden presentar cualquier cosa. Como mejorar la red de Cercanías, que depende del ministerio de Fomento del… PP. Eso sí, las okupaciones serán combatidas con todo el peso de la ley.

También quieren derogar las multas lingüísticas y que cada cual rotule su comercio como mejor le parezca y en el idioma que prefiera. Lo cual no es un ataque al catalán sino fomentar la libertad de cada persona. Cerrar las delegaciones del DiploCat y reducir el número de altos cargos es otra de sus pretensiones. Lo malo es que en lo de los altos cargos nunca lo han cumplido en otras comunidades autónomas. Hay que dar de comer a muchos amigos y amigas. También, algo que no hacen en el resto de España, quieren invertir en Educación el 6% del PIB catalán.

Normalizar la presencia de los símbolos nacionales en Cataluña será otra de sus preocupaciones. Banderas más grandes que las de la plaza de Colón o de Cifuentes cubrirían Cataluña si le dejasen a Albiol, pero la primera que no le dejaría es Soraya. Eso sí, los catalanes y catalanas que les voten, si es que queda alguno, deben saber que su voto nunca servirá para situar a un independentista en la Generalitat.

El caso es que el PPC es un partido moribundo que puede ser aún más presa del voto útil hacia la derecha más “modernilla” que representa Arrimadas. Y además tienen la mala suerte de que ese gobierno de España muestra todas las fallas y lagunas de lo que significa un gobierno del PP. No se puede combatir la corrupción del 3% desde un partido que ha esquilmado tanto o más que el pujolismo. No se puede hablar de financiación, cuando los que mandan están ahogando a las Comunidades Autónomas. El PPC no es creíble salvo para nostálgicos, porque los fascistillas y el establishment de Cataluña hace tiempo que están en la derecha naranja.

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