Se quejan amargamente en diversas redes sociales los militantes del PSOE porque, según parece, los medios de comunicación no hacen hueco a Pedro Sánchez. En cierto sentido tienen razón, existe un apagón informativo respecto al partido de la calle Ferraz, como ya se ha denunciado en estas mismas páginas. Más bien lo había. Porque hoy es patente que el dirigente socialdemócrata está pareciendo en los medios de comunicación bastante más que hace unos meses. Cuestión bien distinta es que la forma en que aparece, es tratado o es capaz de comunicar.
Según nos cuentan, ha habido algunas charlas desde la planta noble de Ferraz con diversos directores de medios de comunicación para quejarse de la situación y algo ha mejorado. Ahora bien ¿por qué cuesta tanto transmitir el discurso que se desea desde la cúpula socialdemócrata? Son varios los problemas, pero hay que advertir a las cúpulas partidistas que los medios no están a su servicio, ni deben transmitir sólo la visión social que presentan desde sus atriles mitineros, sino que los periodistas deben dar una visión más amplia de lo que sucede en sus artículos. Y así lo hacen en su mayor parte los plumillas destinados a cubrir las noticias del PSOE. No hay ni maldad, ni conspiración en sus escritos, sino intento de presentar la “verdad” con todas sus caras. Otra cosa es que esas noticias se destaquen más o menos en los propios medios, algo que se decide más arriba.
Aunque existen curiosidades informativas. Pongamos un ejemplo de esta misma semana, que también delata a ciertos próceres del PSOE y sus pactos o connivencias con las cúpulas de los medios de comunicación. Se ha conocido esta semana que José Manuel Franco había pedido a Manuela Carmena que se incorporase a la candidatura del PSOE para el Ayuntamiento de Madrid. Algo que se realizó como un chascarrillo porque la conversación versaba sobre posibles alianzas a futuro y los problemas que cada cual tiene con su “tropa”. Esta información era conocida por los diferentes trabajadores de los medios de comunicación que cubren la información madrileña. De hecho, varios intentaron dar la información y desde arriba se paró la misma. Es más, desde el propio PSOE se pidió como un favor que no se publicitase, aunque fuese un chascarrillo, cuando se les solicitó opinión sobre la información obtenida. Por tanto, tanto las cúpulas de los medios como el propio PSOE frenaron la noticia. Sin embargo, ¿por qué aparece casi cinco meses después?
Dos preguntas cabe hacerse: ¿será porque desde el PSOE se pensaba que así se hacía más daño a Podemos en su semana de peleas al poner en duda que Carmena quisiese seguir?; y ¿será porque desde el establishment se quería cercenar un poco la imagen de Franco? O ¿Será una mezcla de las dos? El caso es que desde la propia cúpula de Ferraz están ayudando a generar una distorsión comunicativa que afecta al partido. Porque si era la primera la pretensión, no calcularon que se podía volver en contra al hacer ver que no tienen a nadie (impuesto claro) para presentar al Ayuntamiento. Y si era la segunda intención mal van si ya quieren hacerle la cama al secretario general de Madrid. El caso es que la connivencia entre algún medio y gentes del PSOE en esta ocasión ha generado un mal.
Aunque la verdad es que los medios no tratan bien, precisamente, al PSOE como ya analizamos hace meses. Entregados al encanto del Ibex-35 y su partido Ciudadanos, los medios suelen destacar más lo negativo del PSOE. Porque le quieren, de momento, sometido a la formación naranja. Quieren una muleta que permita gobernar a Rivera y su muchachada infla-currículos (que a ellos no les pasa nada y pueden hacerlo sin sonrojarse mientras increpan a los demás) y mejor que no sea el partido de la corrupción. Y si tiene una pátina de izquierdas mucho mejor. En definitiva, se ve en los medios una campaña destinada a poner a Sánchez al servicio de Rivera. Pero eso no empece para dejar de ver que existen problemas inherentes al sistema de partidos y al propio PSOE.
Los partidos como medios de comunicación.
Con las redes sociales los propios partidos políticos se han convertido, mejor dicho, intentan convertirse en medios de comunicación de sus propias noticias. Cualquiera que sea la acción que desarrollan la difunden en redes, la amplían con su militancia y la dan como única verdad. A diferencia de los “medios de partido” que tenían una función social concreta, en muchas ocasiones, como era mostrar la otra cara de lo que decían los medios de la burguesía, en el caso de los partidos de izquierdas, hoy en día se trata de competir con los medios de comunicación tradicionales. Sigue habiendo en esa transmisión de noticias y memes un intento de reforzar el sentimiento de tribu propia, pero no perciben que pierden efectividad en la comunicación. Está bien que los partidos hacia dentro tengan esa comunicación, pero si pasan a competir con los medios sin los recursos analíticos de éstos cometen un doble error: acaban creando un bucle con su militancia, que la puede incluso agotar; y pierden en la transmisión hacia el resto de la sociedad.
A diferencia de los partidos, los medios de comunicación manejan eso que está tan en boga en la actualidad, el Big Data. Esto es, conocen perfectamente quienes leen qué noticia, en qué momento y hasta el tiempo de lectura. Eso, salvo que paguen una fortuna, no lo tienen los partidos. Sólo pueden conocer qué pasa en casa, pero no en la sociedad. Así que los medios de comunicación saben a qué dar preferencia o no. Y ¿por qué es esto importante? Porque los medios deciden que si una “noticia” lanzada por un partido no tiene tráfico de lectores porque ya se ha movido, no se vuelve a sacar. Así los partidos acaban siendo un mecanismo de distorsión de la comunicación. Ellos que quieren que su mensaje llegue a cuantas más personas mejor acaban perjudicando el mensaje por intentar ocupar el espacio de los medios.
Y es que los medios de comunicación para las personas, fuera de los ámbitos radicalizados de las militancias, siguen teniendo auctoritas. Siguen siendo los portadores de una supuesta “verdad” que los partidos políticos no tienen en sí. Por tanto, competir como suele hacer el PSOE con los medios de comunicación en la transmisión del mensaje le perjudica más de lo que transmite. No es de extrañar que, después de la campaña de cuadros y memes hecha con los Presupuestos Generales del Estado, ningún periódico se haya medio molestado en mostrar la propuesta socialista. No es que “todos” los medios estén contra el PSOE, es que en muchas ocasiones satura la comunicación y la hace desechable. Por ejemplo, Ciudadanos y Podemos (aunque desde hace poco) han entendido esto mejor y no saturan las redes salvo en contadas ocasiones.
En el PSOE, los responsables de redes y comunicación siguen empeñados en el error. Si transmiten todo lo que hacen como si fuesen un medio de comunicación más, generan que ya nadie les haga caso respecto a esos mismos temas. Deben contentarse con artículos de análisis que, por su propia naturaleza, pueden no ser positivos, ni darles las respuestas a sus errores. De esta forma se provoca una doble distorsión discursiva, la propia y la ajena. Con la adenda de que en el PSOE el Big Data es mucho más reducido, o no llega a todos los públicos. Al final, impulsan desde la calle de Ferraz a los medios a sacar las noticias que no desearían. Si todos hacen espectáculo, todos se decantan por la sociedad del espectáculo, el partido político suele perder. Y si cada diputado saca su noticia en Facebook, ahí se queda sin mover porque ya no hay cierta exclusividad.
Pedro Sánchez no traspasa la pantalla.
Otro problema, no menor, que debe enfrentar el PSOE y que se ha visto amplificado estas últimas semanas, es el problema de su dirigente máximo para “traspasar la pantalla”. O lo que es lo mismo parecer distinto a los demás dirigentes políticos con un discurso auténtico. No es cuestión de carisma, del que carece totalmente Sánchez, sino de tener un discurso propio y no al albur de los acontecimientos o la última encuesta. Eso le funciona a Ciudadanos porque tiene al establishment detrás y porque tienen algo de suerte como dice Federico Quevedo. Aunque la suerte la tienen comprada desde hace tiempo por ser el partido elegido por la clases dominante. Sánchez, por su parte, parece gafado. Y sin discurso. Gafado porque no se le ocurre mejor día para presentar los presupuestos alternativos justo cuando el jaleo de Cifuentes estaba en su momento álgido, por ejemplo.
Y por discurso no es la suma de propuestas que le animan a producir sus arúspices para ganar dos décimas en las encuestas. Porque el dilema del PSOE comienza a ser naranja y no tanto morado. Por discurso se entiende un posicionamiento claro y contundente, en su caso socialdemócrata, que comprenda una ética, una ideología y una visión de futuro. Porque tener ese discurso, que parecía que tenía al finalizar las primarias (giro a la izquierda, federalismo, plurinacionalidad, reforma constitucional, etc.), permite no tener que estar justificando cada vez las propuestas que realiza. Pedro Sánchez debe presentar su discurso, el que sea, guste más o menos a sus bases, y defenderlo hasta el final porque ello le permitirá una mejor comunicación. No es posible que se hable contra el imperialismo del capitalismo un día y al otro aprobar el CETA, por ejemplo. Y esas cosas le vienen pasando a Sánchez.
Esa cuestión que puede parecer nimia, sin embargo, es la que le impide que cuando realiza entrevistas (especialmente en televisión) su mensaje cale entre la población. Si de primeras se sabe que defiende el federalismo, puede hablar de diálogo con los independentistas sin tener que justificarse, por ejemplo. Si defiende un modelo de Estado puede acordar con mayor facilidad (hacia dentro del partido y hacia afuera) un nuevo modelo de financiación. Este es un trabajo personal y grupal. Personal porque Sánchez debe pararse y estructurar su mente de acuerdo a sus propias convicciones y deseos. Y grupal porque ese pensamiento que genere debe compartirlo con su equipo para depurarlo, debatirlo y hacerlo común. Ya, posteriormente, será el momento de difundirlo. Algo que no es sencillo porque exige lecturas, reflexiones, conocimientos y aguantar que te digan que haces mal las cosas en muchas ocasiones, pero sí es fundamental para comunicar.
El PSOE y Pedro Sánchez tienen un problema de comunicación, algo que se refleja en las propias encuestas que no le hacen repuntar. Bien sea porque los medios le hacen un apagón, bien porque en la cúpula se vendan a ciertos medios, bien porque sus campañas masivas distorsionan el mensaje, bien por no tener un discurso propio, la realidad es que no llegan más allá del grupo de fieles que cada vez se reduce más. Con una derecha naranja que le está empezando a comer la tostada no por girar a la izquierda, algo que no ha hecho y persiste en la socialdemocracia, sino por parecer con anclado en no se sabe bien qué. Aún está a tiempo de reaccionar, pero para ello debe prestar menos atención a los sondeos (propios o extraños) y centrarse en construir su discurso y su modelo de país.