Nuevamente Ciudadanos utiliza el cinismo durante la campaña. Y si la mayoría de los días es el dirigente máximo, ayer quien protagonizó ese carácter fue Inés Arrimadas, la diputada-Pop de la formación naranja. Y hablamos de cinismo porque se insiste en compartir gobierno pero señalas a quienes lo comparten contigo en la Junta de Andalucía de corruptos, o sospechosos de ello. No se entiende que a Juan Manuel Moreno Bonilla durante la campaña se le trate como si fuese el jefe de una banda de ladrones que han asolado municipios, pero que todo eso se olvide por estar el poder.
Queda retratada Arrimadas, si no lo estaba ya por todas las fechorías cometidas en Cataluña, y queda retratado su partido al ir más allá del cuñadismo ideológico. El armario de Ciudadanos es amplio en chaquetas y chaqueteros, se ponen las medallas de las cosas que puedan ser positivas del gobierno al que apoyan y ser los mayores críticos cuando fallan, pero cogobernar junto a personas a las que calificas de corruptas es la introducción de lo cínico en sus registros. La diputada-pop señala a Elías Bendodo, por ejemplo, pero no le importa que Juan Marín le ronee durante los Consejos de Gobierno y hasta se tomen una gambas de Sanlúcar.
“No tenemos miedo a levantar alfombras y cambiar lo que no funciona, lo hemos hecho en Andalucía y necesitamos hacerlo en Málaga” ha dicho Arrimadas prometiendo llevar a los tribunales al PP si descubriesen algo. De momento en la Junta no han encontrado nada y eso que llevan meses buscando hasta debajo de los sacapuntas, incluso se han planteado hacer juicios paralelos en aquellos casos en que la Justicia ha desestimado que haya corrupción. A Ciudadanos le da igual, quieren señalar como corruptos a los demás para parecer ellos castos y puros, cuando en Andalucía ya han tenido sus primeros casos de actitud poco ética.
La ética no es que forme parte de los valores de Ciudadanos, en eso se parecen a los demás partidos del trifachito que se ha sacado de la manga el establishment. Aunque dicen ser más puros y castos que los demás en lucha contra el populismo, al final acaban siendo más populistas que los demás. Y no porque oculten que trabajan desaforadamente en favor de la clase dominante, sino porque saben que por mucho que señalen la corrupción del PP se acostarán con ellos, políticamente hablando claro, en cuanto las elecciones pasen. Tras poner vetos a media España política, lo que indica que su carácter democrático ni existe, ni se le espera, sólo les quedan los reaccionarios y los neofascistas.
Lo que ocurre, empero, es que quieren estar por delante de los demás para poder decir que son la principal fuerza de oposición, olvidando que eso, mal que les pese, lo decidirán en el establishment. Una vez pasen las elecciones, los grandes poderes mediáticos y empresariales, fuertemente vinculados, apostarán por uno de los dos más grandes (dejarán a los neofascistas como núcleo irradiador de polémicas en una táctica de despiste). No dependen de ellos y ellas la decisión de la clase dominante, pero entienden que si tienen poder territorial, la formación naranja será la electa por los poderes fácticos. Ciudadanos como casa común de la derecha es su esperanza por eso señalan a los corruptos pero se besan, abrazan y acuestan en cuanto las personas no miran. Y utilizan muchas tácticas de despiste para que no miren y vean lo que hacen.