La borrachera de las emociones no puede impedir ver la realidad podría ser una máxima para cualquier político o periodista. Hemos asistido en las últimas semanas a una explosión de emociones y acontecimientos que han cambiado el gobierno de España de forma inesperada y, por ello, los análisis que se hacen pecan en muchos casos de emocionalidad y no de racionalidad. Un tipo de esos análisis lo hemos visto ayer con algunos medios apuntando el tanto de la victoria de la moción de censura, bien a asesores del nuevo presidente, bien al equipo de Ferraz, cuando no al carácter de Pedro Sánchez. Y todos esos factores pueden haber tenido incidencia, pero fijarlos como datos relevantes sin mirar al propio sistema es errar. La acción de las personas influye sin duda pero las circunstancias marcan las variantes a poder utilizar.
Tanto en El Mundo como en El Confidencial o La Razón se ha puesto alabado, excesivamente tal vez, la figura de Iván Redondo como el asesor de Pedro Sánchez que ha conseguido lo imposible, que sea presidente del Gobierno. Se dice que fue el principal muñidor de la táctica utilizada y de haber logrado que Sánchez ganase la moción, que hable sin papeles y, yendo al pasado, que ganase las primarias. En primer lugar, hay que decir que supieron ver en Ferraz que era necesaria la moción, pero porque las circunstancias animaban a ello. Por sólo la sentencia de la Gürtel es posible que la población no se calentase tanto como hizo si a Eduardo Zaplana no le hubiesen metido en la cárcel por casos de corrupción. La convergencia de ambas situaciones generó un momento preciso para presentarla. Y se presentó sin tener muchas esperanzas de ganarla y con dudas, muchas dudas, entre los miembros de la ejecutiva. Recuérdese que Ábalos decía una cosa y la otra en el mismo día (que si convocarían elecciones, que si no lo harían), o Carmen Calvo que aparecía enmendando la plana a su compañero o no, según fuese el momento discursivo. ¡Menudo asesor que no sabe establecer un discurso único!
Y no es porque fuese culpa de Redondo, sino porque se presentó con una finalidad distinta a ganarla en la votación. Como ya expusimos, la moción era necesaria por dignidad (primer mensaje del PSOE), para desenmascarar a los niños bonitos del establishment y poner a Sánchez en primera línea política. Ahora bien, las propias circunstancias de inacción del Gobierno y de deseos de echar a Mariano Rajoy de La Moncloa de diversos actores permitieron que la moción llegase a buen puerto. Si no se explica mal que durante el fin de semana aquel los contactos no fuesen tan intensos como lo serían a partir del lunes. Pensar que en Ferraz Adriana Lastra, Juanma Serrano y José Luis Ábalos diseñasen todo para ganar, es no conocer a los protagonistas, ni las circunstancias. La irritación sistémica que afecta a los partidos políticos posibilita que algunos partidos se volcasen con la moción, no por Sánchez, sino contra Rajoy. Por ejemplo, sin la insistencia de Pablo Iglesias con los partidos catalanes para que apoyasen a Sánchez, igual hubiese llegado el PSOE con los apoyos de Unidos Podemos y poco más. A ello las conversaciones entre catalanes y vascos también cuentan como parámetros que los “tácticos” no podían controlar y, tal vez, prever.
Hay una circunstancia, que ahora vamos conociendo, y es que el PNV había dado el visto bueno a dos operaciones contradictorias entre sí. Por un lado, medio afirmó el apoyo al PSOE por el gran trabajo de Ábalos con catalanes y vascos. Y por otro trabajaba con el PP para que Rajoy cediese y entregase la presidencia a otra persona de su partido. Por tanto, es la “táctica mariana” de quedarse para llevar una transición interna lenta y contra Ciudadanos, que le está comiendo el terreno electoral, lo que posibilita el apoyo vasco al PSOE. Ahí nada tenían que ver los arúspices y asesores de Sánchez. Seguramente ni lo vieron venir así. El Ok vasco, además, se produce cuando el Euskadi Buru Batzar y los empresarios vascos tienen claro que Sánchez garantiza las inversiones otorgadas por el PP y el cupo vasco tal cual se negoció. Aquí tampoco estaban los asesores, ni los estrategas de Ferraz. Es la circunstancia de querer echar todos a Rajoy, por distintas estrategias partidistas, lo que genera que la moción salga adelante. Algo que cuando se presentó no estaba del todo claro.
Asesores que tenían hundido al PSOE.
La verdad es que Pedro Sánchez tiene suerte. O, dicho de otra forma, sabe aprovechar bien las circunstancias que podrían resultarle favorables. En las primeras primarias los barones le apoyaron contra Eduardo Madina, como utilizaron a José Antonio Pérez Tapias, porque había un interés de tener una especie de marioneta. El golpazo en las elecciones le debería haber conducido fuera del partido, pero circunstancias ajenas a la política (un embarazo y movimientos del establishment), le permitieron seguir en el cargo. Por tanto, llegó al poder empujado por otros, que le echaron a patadas en cuanto quiso ser quien realmente determinase lo que pasaba en el PSOE. El famoso “No es No”. Le echan, queda como mártir, y las bases, sí las bases no algún asesor o demás pelotas de corrillo que se sitúan alrededor de Sánchez, le llevan en volandas hacia la segunda victoria. Si las bases hubiesen tomado la puerta de salida o hubiesen aguantado, como otras veces, las manipulaciones internas, hoy no estaríamos hablando de esto. Ha tenido suerte mucho más que carácter e inteligencia personal. Por unas cuestiones u otras, ha sabido estar donde había que estar.
Y claro los asesores y demás círculo de Ferraz como grandes triunfadores. No. Racionalmente veamos qué había conseguido este “superequipo”. El PSOE estaba bajando en las encuestas o no subiendo. Había perdido el pulso a la calle y estaba girando peligrosamente hacia la derecha para ganar dos votos. Como dijimos, estaba acercándose al discurso susanista después de un año. El discurso de la España plural y federal había desaparecido de lo que Sánchez decía en sus charlas y entrevistas hasta el día de la moción de censura. No había rastro de los presupuestos ideológicos que le habían llevado a ganar las primarias del PSOE. Eso era gracias a los asesores. Incluso idearon en ese grupo de “pensantes” algo que alejaba el discurso de Sánchez de las esencias del propio PSOE, la defensa de la monarquía y la Constitución como tótem que no se puede tocar. Todo esto era hace sólo dos semanas atrás lo que hacía Sánchez. Los asesores le impulsaban a pelear contra Ciudadanos por la derecha.
Y si ha ganado la moción es porque, como ya advertimos hace tiempo, debía Sánchez girar a la izquierda y volver al discurso plural, de defensa del pueblo frente a los poderosos y un economía social. Justo lo que ha prometido, con reservas lógicas, durante la moción de censura. Si hay ilusión y ha habido apoyo es por ese giro a la izquierda. Si hubiese seguido con el discurso susanista y/o riverista/cuñadista, seguramente la moción hubiese fracasado. Ha sabido utilizar la última bala que le quedaba, como se le pedía, y le ha salido bien. Pero tampoco han sido los asesores los que le han llevado hasta la presidencia del Gobierno, más bien casi se lo impiden. Igual ha tenido más que ver la acción de Ábalos y otros ejecutivos en esta respuesta que los asesores o el núcleo duro. Como lo del crucifijo y la biblia…