El banquero que tenía influencia en Cataluña, del que hablamos en artículos anteriores, ofreció a Ángel Ron ser el vicepresidente de distintas áreas de negocio de su banco. La operación no salió adelante.
Luis De Guindos aceptó la propuesta del banquero, que sería el ariete desde la presidencia de la CECA para la destrucción y desaparición del sector de Cajas. Eso le obligaba a poner el Popular en una situación delicada para que admitiese la oferta de la entidad cuyo presidente tenía mucha influencia en Cataluña. La presión sobre Ron y su equipo fue in crescendo. El equipo encabezado por Jacobo González Robatto, director financiero del Popular, no salía de su asombro; las reuniones conjuntas entre el Popular, Oliver Wyman y el Banco de España se saldaban siempre con un acuerdo entre los dos últimos para incrementar las provisiones de Popular a consecuencia de cambios metodológicos en el test de estrés.
Aunque la opinión pública creía que el talón de Aquiles del Popular era la exposición inmobiliaria, como el propio banco expuso, era el estrés practicado sobre las pymes el que resultaba más dañino para el Popular. Hasta tal punto eso fue así que los ingresos previstos por el test de estrés para diciembre de 2012 se habían superado ya en septiembre y en diciembre habían sido superiores en más de cuatrocientos millones de euros.
Sorprendentemente, Fernando Restoy, subgobernador del Banco de España, propuso al Popular una alternativa ante el desastroso resultado que esperaba en el test de estrés: «pasad el test de estrés con BMN», dijo. Los directivos del Popular se lo transmitieron a Ángel Ron e, inmediatamente, recibieron la llamada de Carlos Egea, presidente de BMN, miembro del Opus Dei como De Guindos.
Los directivos del Popular estaban perplejos. Mientras las cúpulas de las dos entidades se reunían, Oliver Wyman y el Banco de España apretaban al Popular, a la vez que el segundo ofrecía una alternativa: aliarse con la antigua caja de la que había sido consejero De Guindos y que a la postre es la que recibió más ayudas públicas, más que Bankia en términos relativos.
Las conversaciones entre las dos entidades no avanzaban. Egea y sus directivos querían acuerdo a toda costa y señalaban la voluntad del Banco de España y del ministro De Guindos en cerrar el acuerdo.
Pero el curso de las aguas no fue el previsto por el ministro y Restoy. En el Popular extrañaba que dos personajes tan distanciados en lo personal y en lo político estuviesen de acuerdo. Más les sorprendía que, de acuerdo con la metodología del test de Oliver Wyman, sus estimaciones para BMN, un banco que no llegaba a ser la cuarta parte que el Popular, eran de unas necesidades no inferiores a 2.500 millones de euros, a lo que habría que sumar lo que determinase para Popular.
Desde el Banco de España llegó la solución al acertijo: sus directivos, de las auditoras implicadas en el proceso y de los bancos de inversión advirtieron al Popular que la operación en marcha pasaba por una absorción de BMN, en el que se diluirían los asuntos de la entidad y De Guindos, su antiguo consejero y miembro de su Comisión de Auditoría podría descansar en paz para, a continuación de ese anuncio, endurecer las condiciones del test de estrés y entregar el Popular/BMN a otra entidad.
El Popular reaccionó con rapidez, envió un burofax a la sede de Oliver Wyman advirtiéndoles de los errores intencionados cometidos en el test de estrés, burofax que aún pone nerviosos a sus directivos; el Popular encargó a Deutsche Bank un informe sobre la valoración del Banco, de la que se deducía que había una entidad quería pagar 6.000 millones de euros menos. Popular no contestó e impuso condiciones a BMN que éstos no pudieron aceptar para dinamitar la operación. A la vez Ángel Ron y su equipo se movieron para ejecutar una ampliación de capital que protegiese al banco.
Cuando se anunció la operación, completamente garantizada, el Banco de España, perplejo, arrastró los pies con la autorización y la entidad que quería hacerse con el Popular se lanzó a vender acciones en los últimos minutos de cada sesión para chafar el plan.