Está el cuerpo del yaciente aún fresco y ya están los “herederos” peleándose por la sucesión dentro del PP. A veinticuatro horas de anunciar M. Rajoy que abandona la política y que no piensa realizar ningún tipo de movimiento para elegir a su sucesor, los candidatables ya se postulan de lado, pero se lanzan puyas y puñales desde segundos escalones. Alberto Núñez Feijóo ha comenzado a distanciarse del pasado más cercano al afirmar que le repugnan y lamenta las corruptelas “descubiertas de mi partido”. Un aviso a navegantes para confirmar, como ya ha hecho en privado, que sí, que esta vez va a dar el paso y se presentará a la presidencia del PP estatal. Algo muy aplaudido por los medios de derechas no sorayos. Aunque no sería de extrañar que sus fotos y relaciones de antaño con el narco Marcial Dorado vuelvan a la palestra para dañar su imagen.
Soraya Sáenz de Santamaría, que ha sido degradada a diputada rasa, seguramente algo mueva durante el fin de semana en la reunión del Club Bilderberg. Tantos favores realizados al establishment algún tipo de recompensa deberán tener. Bien con una campaña a su favor, y por tanto recurrir a las cloacas (como se hizo en el caso Cifuentes) contra sus enemigos internos, bien con algún destino fuera de los focos. Lo que es claro es que, si en Bilderberg le dan el visto bueno, la ex-vicepresidenta va a utilizar todas las armas posibles para acabar con Feijóo y Cospedal. Si conocerán cómo las gasta que hasta el ex-ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, está dispuesto a pelear porque ella no sea nada. Sin importarle quienes sean, pero ella no.
La supuestamente tercera en liza, María Dolores Cospedal, tampoco se va a andar por las ramas y si puede utilizar toda la munición del aparato del partido contra Sáenz de Santamaría, lo hará. Bien para quedar ella como electa, bien para ayudar a Feijóo. De momento, para ir avisando, se ha lanzado contra el ex-presidente José María Aznar, y utiliza a sus esbirros en Castilla La Mancha para remarcar el discurso anti-Aznar (y sibilinamente anti-Soraya). Así el vicesecretario de organización del PP en Ciudad Real, Miguel Ángel Rodríguez, ha dicho que le “parece lamentable que quiera dar lecciones la persona que contó en la boda de su hija con todos los que están hoy en cárcel o imputados”. Cuando no hace ni tres años le bendecían en Toledo como “el artífice de lo que nuestro país fue capaz de hacer”.
Los trabajadores de Génova deberían ir haciéndose con chalecos antibalas y cascos porque las balas empiezan a lanzarse con inusitada saña de un lugar a otro. Algo que puede afectar a toda la estructura del PP. De hecho, si Sáenz de Santamaría no fuese elegida, y triunfase un pacto Feijóo-Cospedal, en Andalucía Juan Manuel Moreno Bonilla debería ir pensando en volver a trabajar (de verdad), porque es uno de los sorayos que están señalados en rojo y, además, es incapaz de subir en las encuestas frente al auge naranja. Que en Andalucía y teniendo a Juan Marín al frente es una humillación. Porque, no sólo es la pelea por el trofeo mayor, sino por los menores. Aún no se ha decidido nada sobre Madrid (Ayuntamiento y Comunidad), en Castilla-La Mancha está todo abierto, y en Valencia Isabel Bonig no cuenta con el apoyo de… nadie.
La élite centralista de Génova ve con buenos ojos a Feijóo, incluso Cospedal no lo ve mal; el aparato adora a Cospedal porque siempre ha dado la cara (y sigue haciéndolo) en los momentos difíciles; y Sáenz de Santamaría cuenta con la federación más grande a su favor. Aunque lo que se rumia es un pacto entre los dos primeros, Cospedal no dará un paso en falso, con una posible salida estrella para la actual secretaria de Organización. Pero, ya están deslizando por los canales habituales, las maldades de la ex-vicepresidenta. Quien, como hemos dicho, está mascullando qué hacer pero a la espera de recibir órdenes en Bilderberg.
Porque la salida de pata de banco de Aznar ofreciéndose como “salvador” del centro derecha no es sólo por una cuestión de ego. Hay presiones de lobbies para que la derecha no se fracture en España más de lo necesario. Un debate en el seno del establishment sobre la idoneidad de apoyar algo más al PP o dejarle caer y hundirse, o bien matar a la nueva criatura, o fusionar ambas alas de la derecha de alguna manera que permita la coexistencia. Dudas que se han generado con la llegada al poder de Pedro Sánchez que no ha hecho un gobierno que asuste a las élites, pero con la dificultad de no poder dar marcha atrás con la ruptura con el bipartidismo a corto plazo.
Atentos a las próximas fechas porque ya se amenaza desde las cloacas con empezar a mover trapos sucios. No está en juego sólo la presidencia del PP, ni la fuerza electoral de la derecha, que también, sino la capacidad de acumulación del establishment. Y en estos casos, como se ha demostrado en otras ocasiones, suelen utilizar las peores armas posibles. La fracción financiera de momento está apaciguada con el equipo económico de Sánchez, pero las fracciones mediática y constructora no tanto. Y si estos ya se cargaron a Cifuentes de aquella manera, que no podrán hacer con quien decidan que no debe estar al frente del PP.