Empieza a ser sospechosa la actitud de buena parte de la derecha española, no por la bravuconería, algo usual, sino por la distorsión constante que hacen de la realidad. La deformación de la situación más simple, esa que a ojos de cualquiera es la que es, sólo puede tener detrás dos opciones: ideológica o vinculada al consumo de estupefacientes. Ideológicamente, dicen desde la derecha, no están influenciados sus análisis. Son meras confirmaciones de lo que es usual hacer y decir. Si el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hace una visita a Bruselas para pelear por una serie de fondos necesarios para sacar a España de cueva económica del coronavirus, lo usual es que escape del control parlamentario. Si la Comunidad de Madrid esconde resultados de pruebas coronavíricas para bajar los casos, lo usual es pensar que las medidas que había impuesto el gobierno madrileño son eficaces. Lo usual, ya saben.
Esto que es precisamente usual en los medios de comunicación cavernarios, casi todos, no está condicionado ideológicamente según los propios actuantes y firmantes pero es la prueba más clara de una determinación ideológica. Siempre están de parte. Da igual para qué. Lo preocupante es, empero, lo que dicen y escriben respecto a otras cuestiones. Ahí, al no haber determinación ideológica, sólo cabe el consumo de sustancias psicotrópicas que afecten la comprensión de lo real, lo que conlleva también una actuación errática o extraña cuando menos. Debe ser que la correlación entre el aumento de consumo eléctrico y producción de marihuana en la Cañada Real también se vincula a las estupideces que se suelen escuchar y leer entre la derecha española. Excepto en algunos casos, que todos ustedes conocen, en los que venían ya así de fábrica, especialmente entre las huestes verdes.
Nada mejor que comenzar por Francisco Marhuenda. El que en su momento fuese denunciado como mamporrero del PP, lleva cerca de una semana escribiendo columnas de director que en todos los casos parecen influenciadas por el consumo de drogas –porque ya saben que lo ideológico no tiene nada que ver-, hasta la de ayer mismo donde interpreta una sentencia del Tribunal Supremo, en la que ratifica la condena al PP por el caso Gürtel, como la confirmación de que M. Rajoy no tuvo nada que ver, ni su partido se benefició de la trama corrupta para financiar las campañas electorales. Una de dos, o ha tomado alguna sustancia que le ha provocado la distorsión de la lectura de la sentencia, o ni la ha leído y se ha lanzado a escribir lo que le apetecía. Cherry picking que dicen los anglosajones.
Tampoco es ideológico el ver una pistola en vez un señalamiento desde la bancada postmoderna en la Asamblea de Madrid. O han jugado poco de pequeños a los vaqueros, o han tomado alguna sustancia que propicie elevar la imaginación al nivel del absurdo. Es el caso de portavoz del grupo del PP en la Asamblea, Alfonso Serrano, quien ha denunciado la “actitud chulesca y matona” de Mónica García, persona que habla con “bilis y sectarismo”. Señalar con el dedo ahora, según Serrano, es un “gesto amenazante” y por ello pide a Íñigo Errejón que castigue a la diputada y que esta misma se disculpe con los diputados y consejeros a los que ha señalado. El LSD seguramente provoque ver pistolas donde hay dedos y les invite a denunciar el gesto. Curiosamente, algo que callan en sus mensajes en redes sociales es el gesto de robar que realmente les ha dolido… aunque exista una sentencia corroborada que diga que sí, que en el PP han robado. Claro que El mundo que ofrece tal estupidez como noticia debe ser una tapadera de las triadas porque no se entiende salvo por motivos ideológicos o que sean el BOE del PP, algo que siempre niega su director Francisco Rosell.
También es sospechosa de vivir en el país de los elefantes rosas y los viajes astrales la presidenta de la Comunidad de Madrid. Isabel Death Ayuso, que está muy preocupada porque si se cierran los bares las personas se van a sus casas a infectar de coronavirus a las familias. Según esta mente preclara de la ciencia en los bares no hay posibilidad alguna de contagio. Son lugares donde las personas, una vez entran dentro, dejan de ser portadoras del virus, dejan de ser seres humanos abandonando el virus justo a la puerta. Un virus que se queda ahí hasta que llega una persona a la que se acopla para contagiar a las familias en las casas. Lo mismo sucede con los centros de trabajo donde jamás hay contagios, ni virus que entre. Se desconoce si existe algún fumadero de opio cerca de la puerta del Sol porque declaraciones así, no siendo producto de la ideología, no pueden ser otra cosa que producto del consumo de psicotrópicos.
Por último hablar de todos esos columnistas, todólogos y expertos de la confusión que, abandonando la ideología según reconocen –todos y todas dicen escribir en favor de la Verdad-, que vienen insistiendo en que en España está cometiéndose un cambio de régimen, un proceso hacia el autoritarismo o una dictadura encubierta de las fuerzas del mal. Curioso que muchos de ellos ya tenían esa conspiranoia en tiempos de Felipe González con los mismos argumentos, pero añaden el peligro socialcomunista (que también tiene efluvios de tiempos fascistas). Estas personas dicen que el PP “no bloquea” la renovación del CGPJ y que la ley que pretende el Gobierno sacar adelante es una clara demostración del totalitarismo que viene. No siendo lo ideológico, sólo pueden ser las drogas las que impidan ver que Casado no quiere renovar el CGPJ en estos momentos. Hasta en tres ocasiones, como el apóstol, ha negado al presidente la reunión para reemplazar a los vocales, los cuales han pasado con creces su período de nombramiento.
En este somero análisis se habrán percatado de una ausencia de la derecha, Pablo Casado. Como se dijo en párrafos anteriores algunas personas vienen así de fábrica y Casado es una de ellas. En su caso no hay influencia ideológica, ni consumo de sustancias extrañas, es así por naturaleza por eso lo que diga o haga no está mediatizado salvo por como es en sí. También podrían pensar que faltan personas de la izquierda, pero como desde la derecha ya acusan de consumir drogas de todo tipo a sus miembros pues no hay aumento del consumo, si acaso habrá un descenso del mismo. Más ahora que parece que en la derecha, por su poderío económico, se están llevando todo el material. Tampoco está el sospechoso habitual en pasarse de la raya pero como abandonó, con el rabo entre las piernas, la política de partidos, no hay que meter el dedo en la herida.