España sufre la peor clase política de su historia –da igual hacia dónde se mire- y por ello se producen constantes meteduras de pata. Acompaña a esta clase política un periodismo demasiado partidista, demasiado vendido por treinta monedas, que se muestra incapaz de ofrecer la realidad con todas sus aristas. De ahí que, frente a una pretensión de ponerse medallas, acuda un político a decir una soplapollez demagógica. Esto le ha pasado a Isabel Díaz Ayuso por querer dejar mal a Irene Montero –como si necesitase que alguien le deje mal-.
Tras la Conferencia de Presidentes que ha tenido lugar en La Palma, con la presencia de Pedro Sánchez y Felipe de Borbón, la presidenta madrileña ha querido ganarse su minuto de popularidad solicitando que se quiten los 20.000 millones de euros del Plan de Igualdad y se bajen impuestos para paliar las consecuencias de la inflación. Y todo porque “en las casas hay mujeres”. Otra estupidez como aquella de “la virgen es mujer” en referencia a la virgen de Atocha que, como todo el mundo sabe, llegó después de que la zona fuese conocida como Atocha. Donde no hay…
La boutade sería un juego de trileras entre Díaz y Montero si no fuese porque nadie se ha molestado en explicar a qué se van a dedicar los miles de millones. Montero porque no le interesa mostrar que, en realidad, para “comer chochos” (que ha dicho el columnista Alfonso Ussía), para sus cosas queer no hay más que unas monedillas. La mayoría del dinero se destina a pagar otras cuestiones que no controla el ministerio de Igualdad. La presidenta madrileña, que igual ni se ha leído el desglose del dinero, vive para demagogia pues sabe que tiene a cientos de lebreles y amanuenses de pago que le reirán la gracia.
La realidad es que eliminando 18.000 millones lo que se provoca es quitar los permisos de maternidad y paternidad de facto (más derivados de esa maternidad que dicen tanto apoyar en el PP). Si no hay dinero para pagar esos permisos (que todo el mundo considera razonables, salvo los cuatro de siempre), nadie toma los permisos. De hecho las mujeres tras dar a luz se sentarían en su escritorio de la oficina (con el niño o niña colgando por el cordón umbilical) para no perder el empleo o el dinero. Esto no lo leerán en los medios porque viven de las subvenciones (da igual el medio y el subvencionador), ayudan para pagar las nóminas. Bueno, ni esto, ni muchas otras cosas. Es parte del juego político la demagogia, lo que no es parte del periodismo seguirla. Allá cada cual con su conciencia.