Cuando la ultraderecha alcanza el poder se genera siempre un escenario muy propicio para que las élites financieras, económicas y empresariales se enriquezcan gracias a la destrucción de los derechos de los ciudadanos, además de por la tradicional tolerancia que estos populistas ultraconservadores tienen con la corrupción. Eso podría ocurrir en Brasil si, finalmente, Jair Bolsonaro ganara las elecciones en segunda vuelta. Además de su discurso homófobo, xenófobo, misógino y contrario a todos los principios democráticos que existen, el candidato ultra tiene intención de entregar la economía brasileña en manos de las élites que le apoyan y que, posiblemente, le estén financiando porque las consecuencias negativas para ellos si ganara el candidato del Partido de los Trabajadores serían incalculables. Mejor un ultra en el gobierno que un candidato que mira por los intereses del pueblo.
Entre las personas que quiere colocar Bolsonaro al frente de la economía se encuentra el actual director de mercados globales de Santander Brasil, Roberto Campos Neto, a quien le tiene reservado el puesto de gobernador del Banco Central de Brasil, según informó el diario Folha de Sao Paulo.
Si, finalmente, Bolsonaro ganara las elecciones y colocara al directivo del Santander al frente del supervisor financiero de Brasil se estaría provocando una verdadera catástrofe económica no sólo para el país sino para todo el mundo, puesto que la economía brasileña es uno de los puntales sobre los que se asienta el crecimiento en Latinoamérica.
La experiencia del Santander en sus relaciones con los gobiernos ya quedó demostrada en la experiencia de Puerto Rico, donde la entidad presidida por Ana Patricia Botín ganó mucho dinero —a pesar de que podría suponer un fuerte golpe si tuviera que hacer frente a una parte importante de la deuda soberana del país boricua si éste se declarara oficialmente en quiebra, ya que es uno de los garantistas de las emisiones— a costa de endeudar hasta la ruina a Puerto Rico.
Brasil supone un 26% de los beneficios del Grupo Santander y, tal y como afirmó el FMI, esto supone un peligro para el sistema económico global puesto que la exposición a las turbulencias económicas de un país emergente podría provocar un grave perjuicio al sistema. Esta exposición se ve incrementada por la dependencia del banco presidido por Ana Patricia Botín a mercados que actualmente son inestables como México o Reino Unido. En referencia al país azteca, la victoria de López Obrador fue un varapalo muy importante dado que las políticas sociales afectarán a los resultados de la entidad. Por otro lado, el Brexit está generando unas turbulencias tanto en los mercados como en la propia economía británica que hace impredecible cómo va a afectar al Santander. Si a todo esto se uniera una victoria del candidato del Partido de los Trabajadores, el banco cántabro se encontraría en una situación límite, sobre todo si se tiene en cuenta que en España no están generando negocio, ni siquiera con la adquisición por un euro del Banco Popular, tal y como reconoció el consejero delegado José Antonio Álvarez en el Congreso de los Diputados. Los beneficios que logran vienen a cuenta de la reducción de las ratios de morosidad y el desbloqueo de provisiones.
Por tanto, el ultra Bolsonaro se ha convertido en la última esperanza para el Santander de mantener sus beneficios. Unirse a la ultraderecha, de un modo directo o indirecto, supone un movimiento más que descalifica la ética del banco, una de las muchas estrategias que están provocando que los grandes accionistas estén intentando darle un giro porque no podrían permitir un golpe en su prestigio y que una de las entidades más importantes del mundo traspase las líneas rojas de la mínima ética que se espera de un gigante financiero como es el Santander.
Posiblemente, los cambios que se implementarán en enero harán cambiar las estrategias pero, de momento, Bolsonaro podría entregar el sistema bancario brasileño al Santander y, eso, es mala noticia para todos los brasileños y para todo el mundo.