Jerusalén Este es para la Autoridad Palestina la futura capital del Estado Palestino. Sin embargo, poco a poco esto se va complicando puesto que la ocupación israelí está pasando del terreno militar al de los hogares. Poco a poco los colonos están haciéndose con propiedades en esta zona que es, según reconoce la ONU, zona controlada por los palestinos. Esta situación se está agudizando por la entrada en el juego intermediarios palestinos que están en contacto con organizaciones de colonos. En algunos casos, estas terceras personas provienen de algunos países árabes.
La obtención de una licencia de construcción de nuevas viviendas en Jerusalén es casi imposible ya que hay poca tierra asignada para ello. A esto se suma que las autoridades israelíes deniegan por sistema cualquier solicitud realizada por los palestinos, lo que provoca la construcción de casas ilegales. Este provoca que se emitan órdenes de demolición y la imposición de multas.
A esto hay que unir la presión financiera que sufren muchas familias palestinas, lo que les obliga a tener que vender sus casas. El primer impulso es buscar compradores palestinos para no verse obligados a entregar su vivienda a israelíes. Ahí es donde entran estos intermediarios que ofrecen cantidades de dinero en efectivo para pagar esas viviendas, en muchas ocasiones por encima del precio de mercado. Estos supuestos inversores palestinos firmarán las escrituras de compraventa a nombre de compañías off shore que luego transfieren la propiedad a organizaciones de colonos israelíes.
Según indica una investigación de Al Jazeera, en el año 2014, en el barrio palestino de Silwan, dos intermediarios palestinos adquirieron 25 propiedades que luego fueron vendidas a colonos israelíes. Ambos indicaron a los propietarios palestinos que les compraban sus casas en nombre de asociaciones benéficas de los Emiratos Árabes. Todo ello, además, ofreciendo el triple del valor de mercado.
La Autoridad Palestina no tiene autoridad legal en Jerusalén y, por ello, este tipo de transacciones no son supervisadas para poder proteger a los palestinos de este negocio especulativo en el que se vende una propiedad a uno de estos intermediarios y el mismo día pasa a manos de sociedades off shore que, posteriormente, las comercializan a los colonos israelíes.