Ayer los medios de comunicación se llenaron con la noticia de que Cabify, la empresa de intermediación de VTC, denunciaba a varios dirigentes de Podemos por “dañar gravemente su honor”. ¿Qué honor puede tener una empresa? Como mucho podrían afectar a su imagen corporativa o de marca, pero una empresa carece de honor en sí. Supongamos que los rectores de la empresa carecen de la formación suficiente para saber que el honor está ligado a las personas y no las empresas, realmente denunciarían porque las expresiones vertidas desde la formación morada les afectan a su imagen de marca y les causa un grave perjuicio económico. El caso es que han solicitado que se retracten públicamente de sus afirmaciones o les llevarán a juicio.
¿Han dicho algo punitivo Óscar Guardingo, Irene Montero, Rafael Mayoral o Juan Carlos Monedero? Parece que lo que más les ha molestado a los señores de Cabify es que digan que no tributan en España, algo que según ellos sí hacen. Cierto es que tienen la residencia fiscal en España, pero tributar, tributar, no lo han hecho porque la empresa siempre ha dado pérdidas según consta en sus cuentas (hasta 2015, las únicas disponibles). Así que más bien quienes han tributado son los falsos autónomos y las empresas que contratan con ellos. Pero Cabify parece ser que no. Parece ser que utiliza ciertos mecanismos de elusión fiscal. Por tanto, los dirigentes de Podemos no han mentido realmente y en un tuit no caben más explicaciones.
Se quejan especialmente de un artículo de Juan Carlos Monedero (Uber y Cabify, o atracarnos a nosotros mismos) donde el politólogo tan sólo describe que Cabify o Uber son empresas explotadoras y que “buscan en España esclavos con los que hacer quebrar al taxi”. “Estas empresas se las arreglan para que las declaraciones de impuestos les salgan negativas y les interesa un carajo hacer dinero aquí o en Tegucigalpa, con taxis o con semillas, porque para ellos los países son solamente oportunidades de negocio” denuncia Monedero. A ello se suma la explotación que realizan sobre los trabajadores de los coches VTC a los que quitan un 25% por utilizar una aplicación. ¿Es mentira lo que dice Monedero? No, es la verdad. Y la verdad dicha a la cara de un capitalista sin tripas duele.
No deja de ser un mecanismo de depredación del capitalismo financiarizado y globalizado. Ante pocos lugares en los que hacer más negocio en Occidente, especialmente, buscan acaban con los sectores instituidos para hacer negocio. Se sirven de las fisuras del sistema, de la costumbre normativa, para colarse y acabar con todos los taxis. Quieren realmente quedarse con el mercado expulsando a las personas que, mediante el taxi, se ganan la vida honradamente. Y de forma regulada mediante las tasas y el taxímetro. El ejemplo más claro es que en los horarios punta, los servicios que ofrecen son muchas veces más caros que el taxi. Es más, según hemos podido comprobar durante la huelga del taxi, por lo que el día anterior cobraban 20 euros, ese día en el mismo horario cobraban 40 euros. Por tanto, tal y como denuncian desde Podemos lo que pretenden estas empresas es montar su propio monopolio expulsando al taxi y saquear los bolsillos de la ciudadanía.
Por eso es normal que Rafael Mayoral diga que no piensan rectificar, pues Cabify lo único que pretende es poner una “mordaza” al único partido que denuncia la situación de explotación y de fiscalidad dudosa de estas corporaciones globales. Cabify y Uber son empresas que cobijan la explotación laboral, que generan plusvalía que esconden mediante mecanismos financieros, que aprovechan para generalizar el precariado. Porque los conductores de VTC (que se buscan la vida como pueden) no es que hagan un dinero enorme, al contrario, son trabajadores precarios y en precario con jornadas de más de 14 horas. Cabify y Uber quieren, mediante publicidad engañosa, legitimar la explotación del capitalismo globalizado contra los trabajadores honrados y legislados. Y esto es lo que vienen denunciando desde el sector del taxi, desde los sindicatos y desde Podemos.