José Manuel García-Margallo es un veterano político que fue uno de los fundadores del Partido Popular de José María de Areílza y Pío Cabanillas y, posteriormente, en la UCD. Este aspecto es importante para entender su forma de entender la ideología conservadora democrática. Mientras Manuel Fraga fundaba Alianza Popular con un planteamiento ideológico para captar al franquismo sociológico, los ex ministros Areílza y Cabanillas fundaron un partido basado en la democracia cristiana y en el respeto a todos los fundamentos de un sistema democrático occidental. Esta formación política fue la utilizó Suárez para aterrizar en la política y tener un partido con el que presentarse a las elecciones de 1.977, eso sí, con la condición de que el conde de Motrico se retirara de la política para que no le hiciera sombra al de Cebreros.
García-Margallo ha vivido todos los avatares del centro-derecha español desde una discreta segunda línea y, sobre todo, siguiendo sus propios criterios aunque éstos fueran en contra de los argumentarios diseñados en los departamentos de comunicación. Siempre fue un alma libre y por eso causaba rechazo entre quienes han vivido entre los distintos aparatos, ya sea en España, ya sea en Europa.
No se puede decir que su gestión al frente de las relaciones exteriores españolas fueran un éxito, más bien al contrario. Sin embargo, García-Margallo es un liberal muy inteligente y, como tal, conoce la política, sus venturas y, sobre todo, sus cloacas, como nadie. Por este conocimiento ha decidido dar el paso para ser el sucesor de Mariano Rajoy y ya ha dado varias lecciones de análisis a sus oponentes.
En primer lugar, Margallo no se presenta para ganar sino para intentar evitar que Soraya Sáenz de Santamaría se haga con la presidencia del PP. En segundo lugar, el ex ministro de Exteriores ha sido el único en plantear que el Partido Popular lo que necesita es un profundo debate ideológico y que una guerra entre «las dos rosas» no tendrá un final adecuado. En tercer lugar, Margallo ya ha dejado caer la desgracia que sería para el centro derecha en España que Soraya Sáenz de Santamaría se convirtieran en la presidenta, es decir, que dejaría totalmente la iniciativa conservadora de este país a Ciudadanos, lo que supondría un verdadero peligro para la supervivencia de nuestra democracia.
Margallo ya ha vivido varias crisis dentro del centro derecha español y sabe que cerrar una herida en falso o hacer experimentos como el que ya ocurrió con Hernández Mancha —lo que sería algo similar a lo que ocurriría con Sáenz de Santamaría— tendría una consecuencia gravísima no sólo para el PP sino para España. Margallo ya vivió la crisis de UCD, de AP y del propio Partido Popular. Sabe de lo que habla cuando plantea este congreso extraordinario como el lugar donde realizar un debate interno profundo y centrado en la ideología. Sabe que no se puede dejar en manos de alguien con poca capacidad de consenso la presidencia del hasta ahora partido referencia del centro derecha porque, si eso ocurriera, dejaría la iniciativa a una formación que no tiene ningún complejo en aplicar medidas anticonstitucionales o antidemocráticas, por mucho que alardeen de respetar la Constitución.
¿Qué hará Margallo al final? Nadie puede descartar que, en medio de sus reivindicaciones, le quite muchos votos de la militancia a Soraya Sáenz de Santamaría y a María Dolores de Cospedal. Tampoco sería una locura pensar que, finalmente, entregue sus pocos apoyos al candidato que sí puede reformar al PP: Pablo Casado.