No hace mucho, de hecho hace apenas una semana, se destacaba en estas mismas páginas que el chico, ese que parece el hijo español de James Caan, estaba demostrando que le habían regalado los títulos universitarios que lucen en su CV, ya que demostraba una incultura propia de quien había pasado por la Universidad pero la Universidad no por él. Parece que Pablo Casado insiste en demostrar que es así o que ha entrado en una situación psiquiátrica merecedora de algún tipo de intervención médica. A fin de demostrar que puede ser más bruto y más salvaje que sus competidores de Cs y Vox, al dirigente del Partido Popular no se le ha ocurrido otra cosa que subvertir el orden constitucional, o dar un golpe de Estado, dicho de otra forma, en Cataluña.
Forzando la sonrisa, como suele hacer, Casado ha dicho que “en el primer Consejo de Ministros, cuando lleguemos a la Moncloa, aprobaremos el artículo 155”. ¿Qué dice el art. 155 de la Constitución Española? “1. Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general”. El subrayado es claro, no puede sentarse en el primer consejo de ministros y aprobar algo que él no puede aprobar. Si no hubiese sido diputado durante la aprobación de lo anterior se entendería que tenga dudas sobre cómo gestionarlo, pero habiéndolo sido o bien no se entera de lo que pasa en España (probabilidad muy alta), o bien quiere dar un golpe de Estado saltándose la Constitución y decir “aquí están mis arrestos” (probabilidad aún mayor).
Él puede odiar a Cataluña todo lo que desee, las filias y fobias de cada cual mientras no sean perjudiciales son parte de la libertad individual, ahora bien, no puede saltarse la Constitución haciendo que es el pistolero más rápido del espacio político. Primero tendrá que advertir a Quim Torra en qué está atentando con gravedad el interés general de España y pedirle que deponga su actitud. Sólo entonces. Reiteramos, sólo entonces podrá solicitar al Senado que le conceda aplicar el artículo 155 para reorientar esas funciones que no se acometen. Por eso dice en su punto 2 el famoso artículo que “Para la ejecución de las medidas previstas en el apartado anterior, el Gobierno podrá dar instrucciones a todas las autoridades de las Comunidades Autónomas”. Esto es, deberán ser las autoridades de esas comunidades las que deberán llevar a cabo la restauración de las funciones. Esto es lo Constitucional que parece no conocer, como buen ignaro, Casado. Pero escuchando el resto del discurso reaccionario que lanza se entiende que quiere dar un golpe de Estado contra Cataluña.
“Depondremos al Gobierno de la Generalitat, nombraremos un nuevo gobierno, asumiremos las competencias en administraciones penitenciarias para que deje de haber homenajes humillantes (sic), como los que ha habido en Año Nuevo a las puertas de las cárceles en Lledoners. Tomaremos el control de los Mossos de Esquadra para que se ponga orden en las calles de Cataluña. Tomaremos el control de las cuentas para que no se malverse el dinero de todos los españoles en la agenda rupturista por la Independencia. Y, sobre todo, pondremos orden en la Educación y en los medios de comunicación públicos para que cese la propaganda, el adoctrinamiento que pretende acabar a medio plazo con la Historia de España” ha dicho sin que le saliese un “Hail Casado” al final. No se puede decir en tan poco espacio de tiempo tanto con poso dictatorial. Y lo que es más preocupante es que lo dice como defendiendo la democracia cuando da todos los pasos para el sometimiento de una Comunidad Autónoma a los deseos de una persona solamente. Y la cantidad de mentiras que dice.
Fíjense en el tipo de lenguaje utilizado porque es muy característico de las personas autoritarias: “Depondremos, Tomaremos, Poner Orden…”. Tal y como se expresa pareciera que en Cataluña hay una lucha armada parecida a la de la Semana Trágica o algo así. ¡Perdón! Que Casado no sabe lo que es la Semana Trágica. Pareciera que en las calles de Cataluña hubiera sangre y luchas todos los días. Hay cierta tensión y algunos actos de grupos radicales, pero poco más. Lo dictatorial es que depondrá al Gobierno, que habría que ver si se puede sin justificación, y nombrará otro con su propio dedo. Igual se ha pensado este chico que Cataluña y una Comunidad Autónoma es como el seno del PP donde todo se arregla a dedazos y sobres. Y no. La Constitución, como bien dice el artículo 155.2, no permite el nombramiento de un nuevo gobierno. Igual se ha hecho titista y se lanza a nombrar gobernadores, poniendo a algún andaluz como jefe de Cataluña o algo así. Da igual le mezquindad que quiera llevar, el caso es que hacer eso es dar un golpe de Estado en toda regla porque una Comunidad Autónoma es parte del Estado. Por eso no puede recuperar las competencias, pues debe ser aprobado por la soberanía popular, que en este caso no existiría.
También muestra un poco de ignorancia y de carácter autoritario. Recuerda en muchas de sus exposiciones a los que Erich Fromm, primero, y Theodor Adorno (et. al.), después, designaron como personalidad autoritaria. La más clara es cuando dice que recuperarán las competencias en centros penitenciarios para evitar que en la calle la gente se manifieste. Lo que él llama “homenajes humillantes” es la libertad de manifestación que tienen los secesionistas para hacerlo. Puede que no guste el motivo de reunirse a la puerta de una cárcel (donde hay políticos presos sin juicio desde hace más de un año), pero es tan legítimo como todas las veces que el PP hace las suyas. Lo terrible en esta parte de la frase es que el control de los centros penitenciarios no sirve para impedir los homenajes, eso es responsabilidad de los Mossos porque es afuera, no dentro. Y no hay intención de asaltar la prisión. Casado quiere, porque le delata el subconsciente, acabar con los secesionistas mediante el uso de la violencia represiva de las fuerzas de seguridad. Quiere palos, como buen autoritario, para los que intenten congregarse allí. Quiere domeñar las conciencias mediante el uso de la fuerza.
Y para dominar las mentes quiere hacerse con la Educación y los medios de comunicación. Bien está que se dicen unas cosas en esos medios que espantan, pero controlarlos para dar recetas de nacional-catolicismo, neoliberalismo, reacción, es ponerse más allá del otro lado del espejo. La historia de España no se acabaría con la salida de Cataluña, que es más lógico que no se produzca, más bien terminaría con gobernantes como Casado en el poder, porque comenzaría a dar pena y asco pertenecer a ese mismo país. Todo el esfuerzo de los constituyentes, y en gran medida de Felipe González, para que los españoles y españolas no nos peleásemos con nuestro pasaporte está siendo hundido, no por Torra, sino por Casado, Albert Rivera o los neofascistas. Cuando España entraba en la postmodernidad, Casado nos quiere devolver a las catacumbas de la Historia. Que es otra forma de destruir la Historia.
Lo mejor lo dejó para el final el presidente del PP: “un 155 amplio y sin límite de tiempo”. Ahí, en esa sola frase, queda resumido el golpe de Estado que pretende dar. Es como el dictador Franco que iba a restaurar la monarquía en algún momento y pasaron casi 40 años. ¿Piensa Casado que así lograría resolver el problema catalán? Ahora dice que no es conflicto, pero con esas medidas seguro llegaría el conflicto y el apoyo internacional hacia Cataluña. No le gustan las políticas de distensión cuando se trata de imponer el nacionalismo español más rancio y reaccionario. Todo el mundo debe ser español porque lo dice él, como buen autoritario. Y lo peor es que señala a los que no se sienten como él, a los que son distintos, a los que piensan de forma distinta. Cuando dice que es liberal demuestra aún más que no ha estudiado y que le regalaron los títulos gracias a la reina de las ranas, Esperanza Aguirre. Por cierto, otrora protectora del otro paladín del autoritarismo y el neofascismo español, Santiago Abascal.
Sin embargo, Casado no cuenta con un pequeño impedimento. Casi una minucia dentro de su cerebro autoritario. Para poder hacer todo eso debe ganar unas elecciones y tener mayoría en el Senado. Curiosamente, según dicen las encuestas de los medios de la Caverna, o sea, los afines a la derecha, el PP igual no lograba la mayoría de los asientos senatoriales. Es más, igual el PP no lograría ni ser la fuerza más votada de las derechas. Es más, igual Casado tiene que espera un año más para poder presentarse a unas elecciones y vaya usted a saber qué ha pasado con Cataluña y con su propia persona. Es consciente el dirigente de la reacción que los medios del establishment están en caza y captura del presidente del Gobierno Pedro Sánchez, pero eso no es óbice para que consigan descabalgarle ya, que es cuando lo necesita Casado antes de que le coman los votos los neofascistas y la secta naranja. Su intelectualidad es tan baja que, por mucho voluntarismo que le ponga, habla casi en presente de cosas que están situadas lejos en el tiempo. Igual hasta pierde el PP las municipales y autonómicas y tiene que salir huyendo de su propio partido.