El grado de inmadurez que viene alcanzando el presidente del Partido Popular en las últimas fechas da para un análisis psiquiátrico profundo. Más allá de mostrarse como el mitomaníaco que es, ahora suma a esta cualidad personal lo oracular, la misantropía y la constante búsqueda de un cariño que se le niega. De la combinación de todo ello surge la más palpable prueba de la incapacidad personal: la histeria.
Casado superpronosticador
Pablo Casado se ha desvelado como un experto en oráculos o, como se cataloga ahora, un superpronosticador. Una persona que es capaz de ver el futuro, no imaginarlo sino verlo, y por ello ya ha augurado que a España le van a caer las siete plagas. La primera de ellas la crisis económica. Con dos datos –ya que se dice economista y terminó la carrera en dos días- es capaz de pronosticar que por la senda marcada por la Comisión Europea (que es lo que hace el gobierno) se destruirán millones de empleos y cerrarán la mitad de las empresas, como dijo delante de los populares europeos.
No sólo tiene capacidad augural para las crisis económicas sino también para saber que las leyes que se están elaborando en los distintos ministerios son inconstitucionales. Así, el presidente pepero ha afirmado sin conocer los textos definitivos que demandará en el Tribunal Constitucional todas las leyes que saque el gobierno de aquí a que termine la legislatura. La ley de vivienda, al Constitucional. La ley de relaciones laborales, al Constitucional. La ley del vino, al Constitucional. La ley del agua… esa no va al Constitucional porque le interesa secar Castilla-La Mancha y darles el agua a sus votantes del levante español.
Misantropía liberal
Que a Casado no le gusta la sociedad es un hecho. Tras sus muchos años de estudio de Ayn Rand y Milton Friedman (súmenle Hayek y Popper) ha llegado a la conclusión de que sólo existe el individuo y todo lo social es una forma de colectivismo. Nada de nacionalismos (salvo el español); nada de ideologías (salvo la liberal); nada de religiones (salvo la católica); y nada de repartir dinero a los menesterosos (salvo que se autocataloguen como empresarios). En realidad no ha estudiado en su vida, pero sí ha asimilado todas las charlas de FAES y demás libertarios.
Es por lo anterior que ha desarrollado esa misantropía que le permite afirmar, sin ruborizarse, ni explicarlo, que acabará con todas las relaciones sindicales en las empresas, con todos los impuestos que las atenazan y les dotará de los medios que les hagan falta. Lo que no ha pensado es que de hacer eso, al primero que pondrían las clases populares una soga al cuello sería a él. Tampoco ha pensado que sin ingresos no puede dar dinero a sus amigos capitalistas. En general no ha pensado y se ha dejado llevar por la misantropía liberal.
Nadie quiere a Casado
La constante búsqueda de cariño es lo que, se intuye, más hace crecer el histerismo que viene mostrando el pepero. Igual en su casa le quieren, pero más allá del umbral del lar ni dios le muestra un mínimo afecto. Observa a Pedro Sánchez y cómo le besuquean y abrazan las y los socialistas y tuerce el gesto. Ve cómo Santiago Abascal es utilizado para hacerse camisetas entre “españoles de bien” y tuerce el gesto. Alucina cuando a Isabel Díaz la reclaman para liderar la lucha anticomunista y tuerce el gesto. Cómo será la cosa que hasta el BOE del PP, El mundo, ha tenido que decir que Casado ha hecho las paces con Antonio Garamendi, el portavoz de la patronal.
Esta carencia de cariño le está avejentando el rostro, le está gangrenando el alma y provoca ese histerismo que provoca mayor rechazo. Él querría que le quisiesen, pero a tal sinsorgo lo quiere su madre y por costumbre. Por mucho que le muevan las encuestas, por mucho que le entrevistan en radios, televisiones y periódicos, nadie quiere a Casado. Si llegase a presidente sería por descarte, como remedio menos malo, no porque sea una persona que muestra capacidad, mérito, cultura y sapiencia. Es lo más nulo del panorama política español y eso le corroe por dentro.
¿Qué le queda? El histrionismo. Quedará en los anales de la televisión esa rueda de prensa en La Palma, a donde acudió para hacerse la foto –lástima que no llevase la pala para quitar la lava-, y donde nadie le preguntó porque no merecía la pena. Si se fijan bien, en los medios de comunicación de la caverna nunca está en la portada, ni entre los artículos principales. Cuando lo está es durante una hora máximo. Si hasta los medios que dependen de sus baronías no le dan protagonismo por algo será. Normal que esté histérico y a punto de convertirse en un asesino en serie.