El presidente del PP ha salido al paso de las noticias sobre la trama Kitchen afirmando que él no era más que un simple diputado por Ávila sin responsabilidades en el partido. Tiene razón, eso era, un simple correveidile de la política apadrinado por José María Aznar y el sionismo internacional. Como fórmula de escape de la putrefacción que existe en el PP no ha tenido otra idea que decir que a él no se le puede señalar por este caso como a “Sánchez no se le puede señalar por el caso de Roldán”. Ciertamente la corrupción de Luis Roldán no se le puede cargar a Sánchez, pero tuvo el pago de las consecuencias políticas de los responsables en su momento de cúpula de Interior. Dimisión y cárcel para quien estuvo implicado. Ahora bien, ¿puede decir Pablo Casado que no se ha beneficiado de la policía política que montó el PP para llegar al poder de su partido?
Lo normal en Casado es no saber nada. La ciudadanía española está acostumbrada a ver que la estolidez del presidente pepero es norma habitual de la casa. No sabe cómo aprobó 12 asignaturas de la carrera de Derecho en cuatro meses y sólo poniendo el nombre en el examen; no sabe cómo plagió una serie de artículos de libros del gobierno español; no sabe cómo acabó defendiendo la causa trans en la embajada de Italia; no sabe cómo sacó un master con cuatro trabajos nada más; no sabe nada más que Pedro Sánchez es malo porque se junta con populistas, aunque él se hace un Arzalluz con los fascistas al tratarlos de chavales descarriados, pero de la familia, como el dirigente vasco trataba a los etarras. Estólido con más cara que espalda, pero es verdad que no estaba en los tejemanejes de M. Rajoy, ni del ministro Jorge Fernández Díaz, ni de “la Loli”, como es conocida en La Mancha María Dolores Cospedal.
¡Uy! ¿Se ha citado a Cospedal? ¿No fue esa mujer la que juntó sus apoyos a los de otros ministros de Rajoy para acabar con la posibilidad de que Soraya Sáenz de Santamaría presidiera el PP? Curiosamente en aquellos tiempos se decía lo mismo que el comisario Villarejo, “hay que acabar con la chiquitilla”. Cospedal no llegó a competir con la vicepresidenta por los pelos y unió fuerzas con Casado para derrotar a Sáenz de Santamaría con la suma de compromisarios. Algo que lograron por poco más de doscientos votos. Dicho en otras palabras, el aparato del PP fue el que permitió a Casado ganar y auparse al poder del PP. Un aparato que tenía la necesidad de que Luis Bárcenas callase, por las buenas o por las malas. Un aparato que sirvió para ganar un congreso de partido y que llevaba con él toda la porquería de la trama Kitchen. Curiosamente Casado pasaría factura a las personas que nada tenían que ver con la trama pero sí habían apoyado a Cospedal, como es el caso del por entonces presidente de la Comunidad de Madrid Ángel Garrido. Persona que siempre se mostró, en privado y en público, muy duro con la trama Kitchen, así como con otras corruptelas. Se libraba de un peso pesado del PP madrileño para poner a su muy amiga Isabel Díaz Ayuso y se quitaba a una persona que no dudaría en señalar la corrupción.
Casado llegó al poder en el PP a lomos de la Kitchen. Y no sólo eso, sino que cuando salieron las informaciones de las trapacerías del policía Villarejo, ya siendo él mismo vicesecretario de comunicación del PP, afirmó que toda esa trama no era más que una invención de la prensa para desprestigiar al PP, un partido al que “no se le pueden dar lecciones de corrupción”. De hecho, hoy mismo, sigue diciendo que todo es al fin y al cabo una petición de imputación de la fiscalía que controla “una socialista”. Si hubiese asistido a las clases de Derecho, en esta fase de la instrucción, habría aprendido que la acusación de la fiscalía se hace sobre miles de folios de la investigación que ha realizado el juez y sobre la que ha levantado el secreto de sumario. Es más, hasta un medio tan de izquierdas como ABC titula así uno de los artículos sobre la infecta forma de actuar del PP: “El juez sitúa la responsabilidad de la Operación Kitchen en órganos superiores del Estado”. No es la Fiscalía sino el juez Manuel García Castellón quien señala a los cargos del PP como responsables de las cloacas del Estado. Es el juez el que prevé imputar a Fernández Díaz y a Cospedal, algo a lo que se suma la Fiscalía. Si en vez de estar pensando en pasar el fin de semana en el casoplón de las Navas del Marqués, leyera la prensa, y si en vez de haber estado de lambiscón hubiese estudiado, todo esto le resultaría normal.
Casado no fue cooperador necesario en toda la trama Kitchen, pero sin lugar a dudas se ha visto beneficiado directamente de esa trama para alcanzar el poder del PP. Si tuviese algún tipo de ética refundaba su partido porque las siglas apestan a corrupción al más alto nivel. No es que un tipo haya metido la mano en la caja, es que se han quedado la caja entera para todos ellos y ellas y además han utilizado a los mandos policiales para que la Justicia no pudiese actuar con libertad. Algo así como el “caso Amat” de Almería pero al más alto nivel. Piensan que el Estado es suyo y por ello no ven la corrupción, la subversión del orden constitucional que supone todo ello. Luego Casado habla de los que quieren destruir la Constitución cuando el PP ha sido y sigue siendo el primer destructor no sólo del orden constitucional, sino del marco democrático. Quiere jugar siempre con las cartas marcadas como los tahúres del Mississippi porque acaban manchando la libertad cada vez que hablan, son totalitarios en sus formas. Sin refundación del PP Casado no es más que un monigote puesto al mando por el Opus, el sionismo, el atlantismo y los seres más corruptos que han existido en el PP.