El artículo podríamos haberlo titulado “la barba le hace más nesciente a Casado” pero, como comprenderán, supondría ganarse una reprimenda o una querella por parte del PP, que últimamente, de tanto pegarse a Vox, están con el gatillo fácil. De ahí que hayamos decidido titularlo de forma que digamos lo mismo pero sin incidir en la nesciencia de Pablo Casado. No ha habido mitomanía en esta breve aparición barbado. Que los pelos pueblen ahora su cara no ha significado que el dirigente del PP haya aumentado su capacidad analítica y sus conocimientos. No le ha crecido la barba por haber estado apartado del mundanal ruido sumido en pensamientos y aprendizajes profundos. Más bien ha debido ser la pereza de afeitarse y la canonización de Isabel Díaz Ayuso le ha pillado así. Sí canonización por anticipado porque nos intentarán vender a la presidenta como una perseguida, no como lo que es.
Una aparición barbada y breve que ha dado lugar a una serie de frases suficientes para poder asegurar que Casado sigue siendo el mismo de siempre que carece de categoría para ser el jefe de la oposición. Suerte que la alternativa es Albert Rivera y sabedor de ello se aprovecha para decir lo que dice sin sonrojarse. Más allá de la tontería, que desmontó soberbiamente Ángel Gabilondo, sobre Madrid como “faro de las ideas de libertad y prosperidad”, algo que no sabrían explicar sin farfullar o quedarse mirando al limbo de la ignorancia, porque no son conceptos claros sino en disputa constante según la cosmovisión que se mantenga. Por tanto, si gobernase otro partido también podría decir lo mismo. El problema es la plasmación de esas ideas en hechos concretos que suelen llevar por el camino de la libertad y prosperidad de los pocos (curiosamente los que más tienen). No hay que olvidar que el PP fue quien implantó la ley mordaza y se jacta de la persecución de artistas que no son de su cuerda ideológica.
Dejando de lado esas cuestiones que los dirigentes del PP son incapaces de entender en su mayoría, Casado ha querido demostrar que no es un “Marcos de Quinto” cualquiera sino que él tiene una política migratoria. ¿Cuál? Nadie lo sabe. Ni él mismo hay que aclarar, pero ha dejado su perla contra el gobierno de Pedro Sánchez: “Llevo diciendo un año que es un error en materia de inmigración la unilateralidad, los bandazos, la demagogia y la improvisación”. No se ha enterado el dirigente del PP que la política migratoria es compartida, todo lo que los nacionalismos permiten, a nivel de la Unión Europea. Hay un compromiso sobre la materia y la acción por lo que no hay unilateralidad. Si le molesta que el Gobierno no se le consulte sobre el tema es problema suyo, ni por capacidad, ni por competencias internacionales hay que hacerlo. Es más, la frase en sí no es más que una verdadera muestra de demagogia. Como esos algoritmos que fabrican discursos muy bonitos pero carentes de sentido.
La segunda parte ha sido aún mejor: “Nos preocupa que un nuevo efecto llamada vuelva a ser utilizado por las mafias que ponen en riesgo la vida de multitud de personas”. Le preocupa el “efecto llamada” pensando que es lo que mueve a las mafias a meter más o menos personas en una embarcación en medio del mar. Las mafias, que para eso son mafias, no tienen en cuenta que se permita más o menos, apelan a la piedad del ser humano occidental para que acaben por socorrer a todas “almas” que ponen en riesgo. Y si mueren o no, les preocupa poco. Igual Casado querría que se ametrallasen las chalupas, que les lancen torpedos y que todo eso sea televisado para asustar a quienes pudieran pensar en la vía marítima como fórmula de escape de los males que les asolan. El problema, como siempre hace la derecha, está en el origen donde intervienen factores diversos que conectan con las “mafias” de la guerra, los recursos naturales y las dictaduras amigas.
Sánchez no hace su trabajo. Debería haber utilizado estos dos meses para negociar con las fuerzas políticas con las que ha pactado en ayuntamientos, diputaciones y CC. AA. Tiene que explicar por qué no está llegando a un acuerdo con Podemos, ni ofrece nada a otros partidos. pic.twitter.com/ilkCe6wqCU
— Pablo Casado Blanco (@pablocasado_) August 19, 2019
Como respuesta propone “defensa de las fronteras sin demagogia” que debe ser algo así como disparar antes de preguntar. “Apoyo sin fisuras a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado” como si nadie los apoyase y jugando como hace siempre la derecha con “la ley y el orden” autoritario. Y, para rematar, “un Plan Marshall” para educación y formación en África. Como si el problema fuese educativo y no económico. Dice eso porque suena bien pero niega, como dijimos en el párrafo anterior, que las personas huyan por problemas económicos, militares o de devastación. No es una cuestión de formación, que igual piensa Casado que son negros con taparrabos los que llegan a las playas libias, sino de imperialismo y pobreza extrema. Obvian las derechas, como siempre, lo materialista para quedarse en cuestiones superfluas o laterales porque lo material señala a las empresas occidentales europeas y estadounidenses. Al menos ha intentado colar alguna propuesta para no caer en la pura demagogia, pero desconoce que muchos de los que llegan han estudiado más que él (o lo han hecho de verdad).
Guardaba, eso sí, Casado lo mejor para el final de su breve intervención. En un ataque de soberbia o de nesciencia, que en su caso nunca se sabe, ha impelido al presidente del Gobierno en funciones a que pacte de una vez con Podemos y los independentistas. “Sánchez no hace su trabajo. Debería haber utilizado estos dos meses para negociar con las fuerzas políticas con las que ha pactado en ayuntamientos, diputaciones y Comunidades Autónomas. Tiene que explicar por qué no está llegando a acuerdos con Podemos, ni ofrece nada a otros partidos” ha dicho con toda la cara del mundo Casado, quien jamás le dijo eso a Mariano Rajoy cuando huyó de intentar una investidura. Sánchez, según el pepero, tiene que pactar con Podemos porque lo ha dicho él, porque a él le viene bien y si suma etarras mejor. Así que el secretario general del PSOE tiene que pactar con los que quiere el presidente del PP y no con los que acuerde las mejores propuestas para el bien común. Le ha faltado decir “Pedro tienes que pactar con los comunistas e independentistas para que yo pueda seguir diciendo que te entregas a quienes son un peligro para España”. De otra forma no se entiende la insistencia de Casado en que el PSOE pacte con Podemos.
Deja eso sí una puerta abierta a que ofrezca algo ¿a quién o quiénes? Ese “ni ofrece nada a otros partidos” es misterioso. ¿Querrá que le ofrezca a él una vicepresidencia? ¿Querrá que se lo ofrezca al Rivera para poder tacharle de antipatriota? ¿Querrá que se lo ofrezca a Puigdemont a cambio de la independencia de Cataluña y así poder organizar una guerra? La verdad es que siendo Casado quien se ha expresado de esa forma puede ser cualquier cosa o nada. Porque la mente de Casado es la negación de la negación, la nada absoluta en lo referente a tener unos principios más o menos sólidos. Dice lo primero que se le ocurre y añade etarras o libertad y ya está. Es la contradicción de la contradicción y nunca se puede saber sobre lo que habla realmente. Ese “otros partidos” es como el misterio bíblico de dios expulsando a Caín, una vez marcado, para que “los otros” hombres lo supieran (¿no habíamos quedado que dios sólo creó a Adán y Eva?, ¿de dónde salen los otros?, ¿cómo se reprodujo Set?). Ni con barba logra tener coherencia el dirigente del PP.