El presidente del PP está buscando la fórmula para construir el Partido Único que tanto le gustaría dirigir. De hecho en “su” PP caben desde los socialdemócratas que “huyen” del sanchismo hasta los fascistas que pretenden dar un golpe de Estado, por no hablar de todos los cristianos que son, como dijo su ahijada Isabel Díaz Ayuso, los generadores del orden Occidental. En realidad lo del Partido Único no lo ha pensado porque da por hecho que el PP es el único partido que posee la verdad y el camino hacia la consecución de una España como unidad de destino en lo Universal, que es lo que siempre han querido. Pero no habiéndolo pensado es lo que anhela en realidad, un partido donde quepan desde socialdemócratas hasta falangistas y que luchen contra el radicalismo de los colectivistas.
Pablo Casado no es la primera vez que llama a la unión de los desencantados con el PSOE sanchista, lo peor es que lo hace insultándolos ideológicamente. Para Casado, como para sus secuaces, el liberalismo no es una ideología sino una doctrina de la realidad –eso piensan y dicen, sí- por lo que puede insultar a la inteligencia de las personas que se consideran socialdemócratas al requerirles que se sumen a su movimiento nacional bajo postulados individualistas (e idealistas), de capitalismo desaforado y donde los privilegios de las oligarquías se mantienen gracias al derecho. Porque el “derecho de autor” es de los radicales que quieren imponer colectivismos e identitarismos al resto de los individuos amenazándoles con la aplicación del derecho. No como la legislación mercantil que permite a las empresas hacer y deshacer casi a su antojo –especialmente a la aristocracia bancaria- cambiando los contratos de forma unilateral o cobrando más de 300 euros al año por mantenimientos de cuenta. La usura real, algo contra lo que los socialdemócratas se rebelan, es defendida por el PP porque eso no es “derecho de autor”…, es tan sólo el orden natural de las cosas.
Que Casado pida el apoyo de los socialdemócratas moderados (¿existen socialdemócratas radicales?) es una más de las boutades de esa factoría de la risa en que se ha convertido la sede de la calle Génova. Y todo porque según su opinión España está a punto de ser destruida por el gobierno sanchista-podemita. Muy curioso esa fórmula de separar al PSOE de lo que es Pedro Sánchez para crear una especie de orfandad política en los socialistas que se han cansado del actual inquilino de la Moncloa. No han debido analizar bien, de todas formas, las encuestas porque, más allá de algún elector que siempre cabalga entre la derecha y la izquierda, quienes más enfadados pueden estar con el actual PSOE no son precisamente personas que votarían al PP. Tampoco a Podemos o la actual IU (igual a la de Cayo Lara sí). Si leyesen las tablas del CIS observarían que el PSOE viene perdiendo votantes hacia la abstención pero de un perfil sociológico de izquierdas, con sentido de clase y de edad media. Ese tipo de elector socialistas no votaría a un sinsorgo como Casado porque, entre otras cosas, está hastiado de esta clase política en general. Así que ni votaría al PP por convicciones, ni a otros por convicciones también.
Casado sólo puede crecer por su derecha, recuperando a los falangistas, por lo que su táctica es errada. Cuestión bien distinta es que alentase la abstención al PSOE como provocaron en su momento con la primera Conspiración. El PSOE se mantiene en el “histórico” ±28% y de ahí no bajará porque lo que pierde de abstención lo gana por su izquierda –dicho así a brochazo electoral-. Esa abstención no irá a Ciudadanos o el PP. De hecho Ciudadanos ya ha recogido todo lo moderado que podía recoger y el PP, al no tener sentido de Estado con la renovación del CGPJ (¿por qué otorgó a IU un vocal con menos votos y quiere impedir que Unidas Podemos entre en las discusiones?), tampoco va a conseguir a un votante socialista moderado y cabreado. Esto no lo han estudiado porque lanzan la caña sin nada en el anzuelo. Y claro se ve que hay un pincho, que en el caso del PP es el de siempre, entregar lo público a manos de los amigos y perseguir al que disienta con mordazas.
Se dice liberal y en su vida Casado ha demostrado tener un carácter liberal. De hecho es mucho más colectivista que aquellos a los que señala de colectivistas porque, pasando por encima de ese espectro que es el ser individual, siempre ha querido imponer su opinión y su ideología carpetovetónica. Formar un colectivo de españoles que callen y otorguen. Que traguen con todas las trapacerías de la Casa Real; que calle ante la corrupción generalizada del PP; que mire hacia otro lado cuando se nutren los bolsillos de los empresarios amigos con miles de millones en sobrecostes; que se envuelvan en la bandera como único modo de sentir España, esto es, su forma de sentir y pensar España; al fin y al cabo un franquismo sociológico camuflado de democracia capitalista. Paradójicamente se dice liberal y rechaza cualquier tipo de deliberación y de confrontación de opciones pluralistas. Tanto es así que su propuesta de unir a los socialdemócratas al PP –al yugo partidista- es una forma de acabar con el pluralismo que defienden los liberales… de verdad.
Porque en el PP son liberales de boquilla pero no de acción. Cualquier análisis que quiera acercarse mínimamente a la verdad tiene que pasar inexorablemente por las prácticas, por la acción, no sólo por el discurso. Y las prácticas dicen que el PP no es lo que dice que es. Se dice liberal pero acaba ampliando los poderes estatales –en vez de reducirlos-; acaba interviniendo el poder judicial; acaba interviniendo los aparatos represivos y utilizándolos contra los discrepantes; acaba ejerciendo lo punitivo contra la población; y siempre intenta imponer como verdad única e indubitable lo que sus jefes deciden que así sea. Ahora, nuevamente, a pedir el apoyo de los socialdemócratas a los que quiere mezclar en su Partido Único con los falangistas/franquistas para ¿liberar a España? ¿Para obtener la concordia? Por cierto para esto último hay que tener libertad de expresión, de pensamiento y de manifestación algo en lo que no ha destacado el PP como firme defensor, más bien lo contrario. Llegar a acuerdos sólo es posible si todos se sientan en la mesa, sin exclusiones, como pasó en la Transición y algo que ahora no quiere Casado porque se instala en el apriorismo de los “destructores de España”. Siéntese usted primero señor Casado y que sean los demás lo que no acepten debatir, parlamentar y acordar. Pero a eso no se atreve por si se sientan de verdad y queda con las posaderas al aire. Prefieren luchar contra la razón que tenerla.