Es extraña la obsesión de las derechas españolas por la defensa de la Constitución cuando no hace tanto la aborrecían. Los herederos del régimen dictatorial (Alianza Popular-Partido Popular), con diputados que votaron en contra de la aprobación de la misma (por mucho que vendan que Fraga es uno de los ponentes de la misma), más lo hijos no reconocidos de Adolfo Suárez (secretario general del Movimiento), esto es Ciudadanos, quieren robar y/o patrimonializar la Constitución Española justo cuando se van a cumplir los 40 años de su refrendo por parte de la ciudadanía del país. Sin argumentos económicos que presentar, ante esta crisis interminable del sistema capitalista, por ser defensores de los intereses de la clase dominante, deben adherirse a lo jurídico-político que les queda expulsando a los demás.
El miércoles Pablo Casado ha convocado a los partidos que él considera constitucionalistas para reunirse y “diseñar” una estrategia común en defensa de la Constitución frente a no-se-sabe-bien-qué ataque a la misma. Lo curioso es que ha llamado a Ciudadanos, Unión del Pueblo Navarro (UPN), Partido Aragonesista Regional (PAR), Foro Asturias y Coalición Canaria (CC). Esto es, toda la derecha vinculada de una u otra forma al PP más Ciudadanos y los hijos de la UCD de canarias. Hay que recordar que UPN, Foro y PAR van en las listas junto al partido popular en sus respectivas regiones, por tanto, lo mismo son que son lo mismo. Ni PSOE, ni IU, ni Podemos, ni PNV, ni Compromís, por citar a los partidos no catalanes, han sido convocados pues no se consideran constitucionalistas. El constitucionalismo sólo puede ser lo que quieran Casado y su ahora colega Albert Rivera. Ambos ya han dictado que Pedro Sánchez ya no es constitucionalista y la izquierda española (salvo personajes del pleistoceno socialdemócrata) quiere acabar con el sistema. “[Pedro Sánchez] ha quemado todos los puentes con Ciudadanos y el constitucionalismo” afirmó hace pocos días el dirigente naranja.
Las derechas, cada vez más extremas, quieren quedarse con el constitucionalismo a las bravas, por la fuerza y utilizando las mentiras. Porque todo lo que exponen es una mentira tras otra para poder crear un estado de opinión falso. O lo que es lo mismo, generar una posverdad. Les interesa porque, como se dijo, carecen de alternativa a un sistema que languidece, como se ha podido comprobar con la sentencia infame del Tribunal Supremo. No tienen alternativa porque este mismo sistema es el que permite llenar las cuentas de resultados de la clase dominante. Incluso Ciudadanos ya dice con la boca pequeña el cambio de sistema electoral y la reforma del Senado. Que PSOE, Iu o Podemos no defiendan la Constitución es una falsedad, lo que pasa es que sí quieren que se cumplan todos los artículos de la misma. La única diferencia es el posible referéndum sobre la autodeterminación de Cataluña o País Vasco o, si lo quisiese Andalucía. Y es algo que en 1978 era imposible presentar porque estaban las pistolas de los padres de PP y Cs vigilando ciertos aspectos. Que en aquellos años se hiciese lo que se pudo porque los aparatos represivos del Estado estaban en manos de los herederos de la dictadura, no empece para decir hoy, 40 años después, que se necesitan reformar ciertas cosas como la judicatura o el sistema político. Algo que apoya la mayoría de la población española, por cierto.
Unidad de España y la igualdad de todos (nunca dicen y todas) es lo que dicen defender con esta reunión y acuerdo que pretende usurpar la Constitución a quienes más tuvieron que ver con la llegada de la misma como símbolo de la democracia tras una dictadura fascista. Pero no la igualdad en todos los aspectos de la vida, como podría ser frente a la Justicia (robar un bocadillo 4 años y robar 1.000 millones de las arcas públicas 3), sino ante la ley que ellos decidan. Porque sólo hay que ser iguales ante la ley que dicte el mercado, que dicte la clase dominante, o la iglesia católica en algunos casos. Esa es la igualdad que pretenden porque en lo labora entienden que si alguien está siendo explotado y con un salario que no sirve ni para sobrevivir es producto de su propio deseo o de su incapacidad. Y esto lo apoyan aquellos que capacidad no han demostrado en ningún aspecto. Sí, en uno sí. En ser más trepas que nadie en sus respectivos partidos. Y la unidad de España se defiende porque sí. No hay más razón, salvo algún recuerdo a un pasado imperial y una unidad de destino histórica. Si el 99% de las personas que habitan Cataluña decidiesen que no quieren ser españolas, por ejemplo, para Casado y Rivera no podría haber consulta ni nada. Sin embargo, callan cuando Israel invade más y más partes de Palestina saltándose las resoluciones de la ONU y las fronteras establecidas legalmente.
Les ha dicho, con toda la razón del mundo, Adriana Lastra que PP y Ciudadanos utilizan la Constitución para dividir y se ha quedado corta. La utilizan para generar odio entre españoles y españolas, para envenenar a personas, para inocular el odio. Es más, esa “igualdad” que dicen defender se quiere utilizar para acabar con derechos constitucionales de esa Constitución sacra. Ya ha avisado Rivera que quiere acabar con los fueros de Navarra y País Vasco. Que quiere acabar con las lenguas co-oficiales. Que quiere acabar con todo lo que no sea “lo español” según su visión fascistoide. Realmente no les gusta España tal y como es. Tienen una visión de España arcaica que utilizan para ocultar el saqueo y la generación de una precariedad que sirve a los intereses de los poderosos.
Además, hundidos en sus propias miserias y peleas internas y de familia, están utilizando la Constitución para ver cuál es el verdadero partido de la derecha. Y no les importa llevarse por delante la propia Constitución que dicen que defienden. Ni les importa que los españoles y españolas se enfrenten entre sí, siempre y cuando el beneficio electoral y del Ibex-35 caiga de su lado. Se juntan porque no quieren dejar ni un milímetro al otro. Y si uno extiende el odio a los catalanes, el otro a los andaluces y aquel a los inmigrantes. El caso es odiar para generar una situación crítica y poder presentarse como los salvadores de lo mismo que están destruyendo. Y claro en estas intenciones no puede haber nadie de la izquierda, así sea tan moderada como el PSOE.
Y en este campo de batalla de las derechas, se expulsa a aquellos partidos que lucharon contra la dictadura por traer la democracia a España. Se expulsa, o se quiere expulsar porque la ciudadanía no es tan estúpida como piensan en Génova y Alcalá, a aquellos partidos que cedieron en muchas de sus demandas democráticas en favor de una democracia en un país que llevaba desangrándose desde hacía años, por no decir siglos. Se expulsa a quienes tuvieron que hacer la revolución burguesa que las derechas españolas no quisieron, ni pudieron porque les vino mejor echarse en brazos del fascismo. Se expulsa a los demócratas del espacio político y social porque, como decía Alain Minc el filósofo de la derecha, la democracia no es imprescindible, el mercado sí. Están al servicio del capitalismo y les da igual, como en el pasado, si es con una democracia o una dictadura. Por eso quieren quedarse con la Constitución, porque los demócratas igual hasta les sobran. Sean éstos de derechas como PNV o de izquierdas como PSOE o PCE y aunque pusieran muertos y torturados para tener una democracia.