El Caso Banco Popular, además de las consecuencias económicas que va a tener que afrontar el Santander porque la única salida real y digna que le queda es alcanzar un acuerdo extrajudicial con los afectados, está sacando a la luz que la fortaleza de la entidad cántabra está abandonando la realidad para convertirse en virtual o en un mito.
Las últimas decisiones judiciales, tanto en España como en Europa y Estados Unidos, han sido un mazazo para la estrategia del banco presidido por Ana Patricia Botín que, entre otras cosas, dudaba de la legitimidad de los tribunales españoles para instruir y juzgar el Caso Banco Popular, algo que fue rechazado. Por otro lado, los tribunales de los Estados Unidos aceptaron la petición de entrega de documentos a los fondos PIMCO y Anchorage que el Santander pretendía que permanecieran bajo secreto e inaccesibles para los afectados.
A la serie de varapalos judiciales recibidos en los últimos días, se une el pulso que está manteniendo el Santander con el gigante alemán de los seguros Allianz por la ruptura de los acuerdos que la aseguradora tenía firmados con el Banco Popular.
Durante el verano, ya informamos de que el banco presidido por Ana Patricia Botín tendría que pagar una indemnización multimillonaria por los diferentes negocios y las distintas filiales que Popular y Allianz habían creado para la comercialización de los productos de la multinacional alemana. Los acuerdos firmados por el Santander con otras empresas de la competencia, como Aegón, llevarán a los dos gigantes a un enfrentamiento judicial porque el acuerdo está lejos de alcanzarse, sobre todo porque este tiempo de demora está causando a Allianz un quebranto en su negocio bancoasegurador, lo que podría llevar a Allianz a la exigencia de una indemnización por daños y perjuicios.
Respecto a los fondos de pensiones, todo parece indicar que Santander podría llegar a pagar a Allianz hasta 1.000 millones de euros por la joint venture en la que Popular tenía un 40% del capital.
Por tanto, en espera de la resolución de las negociaciones o los litigios por el negocio asegurador más el de los fondos de inversión, Santander pagará a Allianz una cantidad cercana a los 1.500 millones.
Como se puede comprobar, cuando el Santander se enfrenta con gigantes financieros de su tamaño o los litigios se celebran fuera de España, no suele tener la protección que ostenta en nuestro país. La independencia y la seriedad en todos los ámbitos se imponen a la influencia de la llama roja. Además, a medida que va pasando el tiempo, el Santander está perdiendo peso internacional. Sus resultados, su dependencia de economías en desarrollo, la factura que le pasará el Brexit y que, a día de hoy, es incalculable y, sobre todo, la más que dudosa gestión llevada a efecto tras la muerte de Emilio Botín en la que se ha llegado a perder un 50% su valor en bolsa, están provocando que el banco cántabro se encuentre en una situación de debilidad frente a iguales o ante las justicias impermeables al «lobismo».