La política espectáculo tiene alguna cosa buena, en algunas ocasiones se lleva tan a lo extremo que acaba provocando una risotada enorme. Cuando a la espectacularidad de lo político se suma el tema catalán, entonces se llega al más puro esperpento como le ha pasado al emérito Ramón Cotarelo. El otrora profesor y bien ponderado intelectual ha tenido un arranque de monarquismo y ha decido nombrar a Carles Puigdemont como Emperador, debe ser de todos los catalanes, y el segundo en importancia tras Carlomagno. Nada más y nada menos. Puigdemont “el Grande” padre de Cataluña y conquistador de Europa en su mismo núcleo de poder. Cataluña ya no será jamás un Estado sino un Imperio que extenderá su poder a lo largo y ancho del orbe llevando la idiosincrasia catalana allí donde ahora parece reinar el caos. Puigdemont como fundador de la nueva era que se abre ante nuestros ojos y no sabemos ver con la claridad con la que el sumo pontífice Cotarelo nos ilumina.
Jordi: Carles el Gran, com tu dius, @KRLS, és ja un 2º Carlemagne. No ha d'esperar res x ser un gegant polític. L'ha sigut des del principi. X això volen tots acabar amb ell: els espanyols, els botiflers d'ERC i un bon grapat dels q diuen ser "seus" amb un punyal a la mà.
— Ramón Cotarelo (@ramoncotarelo) January 16, 2020
Si ven el mensaje que ha dejado Cotarelo en Twitter verán que, más allá de la ironía de quien escribe, lo dicho es cierto. “Jordi: Carles el Grande, como tú dices, Puigdemont, es ya un 2º Carlomagno. No debe esperar nada por ser un gigante político. Él lo ha sido desde el principio. Por eso quieren todos acabar con él: los españoles, los traidores de ERC y un buen puñado de los que dicen ser «suyos» con un puñal en la mano” ha dejado por escrito el, en otros tiempos, gran pensador. Al menos lo católico lo lleva ya dentro Puigdemont para que el papa Francisco en breve le corone como emperador de los occitanos. Tras escribir esto, no sería de extrañar que Cotarelo se dedicase a la composición del algún tipo de poema épico tipo La Chanson de Roland. O una nueva postura sobre el filoque que conmueva hasta las columnas del Vaticano. Ahora los “historiadores” y exegetas de la revelación puigdemoniana buscarán la verdadera línea que une a Carles el Grande con Sigfrido, aquel que acabó con los nibelungos, y produjo el comienzo de la raza pura, tan pura como la raza catalana. Incluso Quim Torra asegurará que ha tenido una epifanía donde se le ha revelado la conexión de los catalanes y su guía con la familia de Jesucristo. Todo sea por construir un mitologema que sea aceptable para los secesionistas.
Como pueden ver en el mensaje de Cotarelo los catalanes de ERC no son puros sino que en su mayoría, pese a querer a Cataluña, son hijos de seres inmundos que la detestable España fue mandando a Cataluña para impurificar a los hijos del antiguo emperador de todos los cristianos. Todos deben aceptar la grandeza de Puigdemont y someterse a su majestuosidad. Todos, incluso los paganos y los traidores, que haberlos haylos. La raza perfecta que entronca con Puigdemont y los buenos catalanes ya pueden lanzar sus loas, porque Cataluña será un Imperio resolviendo de esta manera la no posibilidad de obtener un Estado propio. El Imperio no necesita de un Estado sólo de un Gran Hombre al frente, algo que gustaría a Thomas Carlyle.
Lo terrible de los párrafos anteriores es que así piensan algunas de las personas que están al frente del famoso procés. No sólo hablan en términos supremacistas; en términos autoritarios; sino que dejan llevar la imaginación hasta el límite más insospechado. ¿Es grande Puigdemont? Si se ponen en el lugar de los secesionistas, especialmente los que han acabado en prisión, parece que más bien es un cobarde que huyó como un perro con el rabo entre las piernas. A más a más buscó todas las fórmulas legales posibles para que fuese imposible que los sistemas judiciales de los países europeos le detuviesen y le llevasen de regreso a España a pasar por el mismo proceso que sus compañeros de fatigas entonces. Un cobarde que huye y no asume su fracaso y al que, además, le doran la píldora toda una caterva de personajes venidos a menos. Puestos a crear una figura mítica deberían haber tomado como ejemplo a los jordis o a Oriol Junqueras. Comparándolo, sin llegar a la capacidad analítica, con Antonio Gramsci por ejemplo. O al conde de Montecristo si les gusta más Alexandre Dumas (padre) y Auguste Maquet. Y si ya desean exagerar comparado con Jorge Semprún y su paso por Buchenwald. El mitologema sería incluso más creible por esa lucha y martirio contra el opresor. Pero ¿engrandecer a un tipo que huyó? En la tragedia griega no pasaba del quinto hexámetro dactílico cataléctico.
Es todo surrealista pero el problema es que nadie parece verlo. El representante de la burguesía catalana (Junqueras representa a la pequeña burguesía), esa misma que ha apoyado el austericidio y la destrucción de la clase trabajadora (evidentemente para cabrearla y guiarla por la senda del nacionalismo pues la supuesta izquierda ha comprado el discurso nacionalista), ahora parece ser lo más grande que ha parido mujer catalana (los queer dirían progenitor gestante con cuerpo feminizado catalán). La realidad empero, es que estamos en la estupidez máxima que permite la política espectáculo donde todo lo no material tiene cabida y sentido de la realidad, incluso hacer emperador a Puigdemont. ¡Que venga el meteorito rápido!