De Pablo Casado ya teníamos las certezas de que su discurso no puede ir más allá de las mentiras, las fantasías o la incongruencias. Se conoce que ni él pasó por la Universidad, ni la Universidad pasó por él. Pero a Cayetana Álvarez de Toledo nos la habían vendido como una intelectual magnífica, Pedro J. Ramírez bebe los vientos por ella de forma “exuperante”, pero después de escucharla, y más allá del “Carmena ¡no te lo perdonaré jamás!” que le hizo famosa, hemos de concluir que ni presentándose por Soria obtendría el apoyo de la ciudadanía. Es comprensible que se propongan cosas casi utópicas, pero desconocer los principios mínimos de la democracia liberal cuando se autocataloga como eso precisamente, liberal, es para nota de suspenso.
“Soy una española que se presenta a unas elecciones generales españolas por una provincia española, para defender la España constitucional, porque Madrid es tan vuestra como Barcelona mía” ha dicho Álvarez de Toledo. Si lo leen rápido y sin pensar hasta les puede parecer normal y lógico en una persona que representa a un partido nacionalista y reaccionario. Pero hay que pararse a analizar los matices. Si no fuese española no se podría presentar a las elecciones. Si fuese búlgara no podría aquí y sí en Bulgaria. De primero de sentido común. Que Barcelona es una provincia española es conocido de todo el mundo. Y también es catalana según la propia constitución, que parece que se les olvida. Se le olvida porque se presenta para defender la constitución por Barcelona, entonces ¿los que se presentan por Zamora no defienden la Constitución? O ¿los que lo hacen por Murcia? Piensan en el PP, lo de pensar entiéndase en sentido metafórico, que por decir mucho España, española, español ya se defiende España y se es más que nadie. Cuando sabemos que esa es una forma de mandarnos a comer bandera porque otra cosa no nos van a dejar.
Sigamos con la frase. Dice que Madrid es los barceloneses y que Barcelona es suya. A ver las ciudades no son de nadie en sí, y si lo fuesen serían de los ciudadanos que allí moran. Y Álvarez de Toledo no pace por esos lares. Es una cunera, algo admitido en la representación política, y no pasa nada. Pero Ni Madrid es los catalanes, ni Barcelona de los madrileños. El problema es que esta chica sigue con el pensamiento de rancio abolengo donde Duques, Barones y Marqueses tenían en propiedad los burgos. Hasta que los burgueses les guillotinaron o les compraron por deudas las posesiones. Ese sentido patrimonializador de España tan propio de la aristocracia y del PP.
Además, la frase. Lo que puede dar de sí una simple frase. Como decíamos, además la frase encierra algo más grave. La candidata por dedazo de Casado entiende que cualquiera se puede presentar en cualquier provincia/circunscripción sin importar lo que allí se necesite. Como están ensoberbecidos por el ansía nacionalista, los problemas de los barceloneses les dan lo mismo. Si tienen carencias en el transporte, si hay una alta tasa de pobreza o si el mar se está comiendo la tierra, no les interesa. España y España, no hay más. Y si existen en los sistemas representativos liberales circunscripciones territoriales menores al Estado es porque se tiene la intención de que las demandas de esas regiones lleguen al debate en el Parlamento. Sabemos que, para beneficiar a sus amigos del PP de Murcia saquean el Tajo sin más alternativa, lo normal es que los toledanos protesten para defender lo que les perjudica. Ese es el juego de la división territorial. Para Álvarez de Toledo eso no existe. “¡Que quite los lazos amarillos, yaaaa!” parece ser lo único importante en Barcelona.
Cierta territorialidad es necesaria si quieres que te voten. Al menos algo de empatía con la circunscripción en la que te presentas. El pensamiento aristocrático, empero, se lo impide. España es suya por derecho divino y porque son el PP, no piensan más allá. La diversidad liberal no es posible. De lo liberal estos aristócratas venidos a menos sólo tienen el capitalismo, en lo demás una mixtura moral para no enfadar a la élite eclesiástica, a los lobbies sionistas, a los lobbies imperiales; para poder hacer ellos lo que quieran, como saquear las arcas públicas (esos dineros de Zaplana colocados en medio mundo), pero señalar a los demás. Un doble moral podrida y nutrida con un españolismo que ni los tradicionalistas/carlistas defienden ya, pero que no deja de esconder una defensa de la plutocracia. Que al final es lo que les interesa, el color del dinero. Los españoles y españolas ya saldrán como puedan.