Si en la mayoría de las ocasiones resulta ya agotador escuchar a las gentes de Ciudadanos, imagínense durante dos días de reunión de ellos con ellas diciéndose lo buenos que son, todo lo bueno que hacen o lo que no hay más verdad que la que sale de sus labios. Insoportable. Por ello la trascendencia no ha pasado de la puerta del espacio MEEU en la estación de Chamartín y ha acabado siendo lo que todas las reuniones de Ciudadanos, un concilio naranja. Se encierran a flagelarse con el látigo del populismo sistémico y no se hablan, ni relacionan con nadie más. Eso sí, han explicado que el mundo iría mejor si gobernasen ellos y que el resto son peligrosos por populistas, etarras, corruptos o cualquier otro mal. A los analistas, por otro lado, nos ha permitido seguir ahondando en la indescifrable ideología naranja para atestiguar lo que venimos contando que todo se resume en “todo para el establishment y mano dura el resto”.
En otros tiempos, cuando los partidos realmente se preocupaban de los cursos de verano, llevaban a sus seminarios a pensadores reconocidos o impactantes de su arco ideológico, ahora es una reunión de políticos con menos luces que un seiscientos de desguace y algún arrimado, como ocurre con Ciudadanos. Así han acudido a su concilio naranja, Antonio Escohotado (que les habrá hablado de liberalismo para ver si lo entienden), a Fernando Savater (que habrá pedido que se acabe con el PNV de modo ético, pero contundente), Lorenzo Silva (para contarles que la Guardia Civil mola mucho para sacar temas literarios y que vivan las eléctricas) y a Isabel Muñoz para hacerles unas fotos artísticas. No se ha visto pensador alguno que haya producido algo serio liberal, libertario, neoliberal… que haya producido algo destacado en los últimos años (y cuidado que podían haber llamado a politikones que sirven para un roto y un descosido). Así que todo ha sido escuchar a los políticos y políticas de Ciudadanos en versión libre.
Rivera y Arrimadas la pareja del vacío intelectual.
Escuchar a Albert Rivera e Inés Arrimadas, aunque se juntan lo justo porque parece ser que están peleados ya que el establishment igual quería cambiar a uno por la otra, es cuanto menos interesante desde el punto de vista de la negación de cualquier alarde intelectual. En Ciudadanos hay bastantes cuñados, pero con tan baja capacidad hasta cuesta encontrarlos. Colocan frases preciosistas, en las que significante y significado nunca están unidos. Piensan tan poco lo que dicen que en demasiadas ocasiones se niegan a sí mismos en una única frase. Son constantemente antinómicos.
Arrimadas, que para lo anterior se basta ella sola, ha defendido una Europa global “frente a las fronteras que quieren construir nacionalismos y populismos”. Si se lee de corrido no se cae en cuenta que Europa en sí misma ya genera unas fronteras geográficas y políticas, por lo que no puede ser más global. Es como pedir un África global, no se puede porque las placas tectónicas no se mueven tan rápido. Dejando un poco la mala uva analítica, realmente lo que quería decir Arrimadas es que los nacionalistas-secesionistas son malos porque establecen fronteras, como los populistas que hablan de pueblo y quieren acabar con la Europa de los Mercaderes (izquierdas) o de la Burocracia (derechas). Europa debe ser global, esto es, debe ser de las corporaciones empresariales, no de esas personas que habitan dentro de esas fronteras.
¿No se lo creen? No hay más que leer (si le ponen la voz de Arrimadas mentalmente es mucho más gracioso) lo que viene a continuación de la primera gran reflexión: “En Europa la pregunta ya no es si eres de izquierdas o de derechas: ahora se pregunta si debemos participar en un mundo globalizado o vamos a construir fronteras”. Eso en boca de Iglesias sería catalogado de populismo, en boca de Arrimadas también, con el añadido de que es populismo sistémico y en favor de los poderosos. Por eso no se pregunta por izquierda o derecha, ya que conllevan actitudes y políticas ideologizadas, sino por abrir fronteras y hacer Imperio. Quieren una Europa Imperial con todo lo que ello significa, de la mano del Imperio en decadencia del otro lado del Atlántico. Por eso Putin es malo y desestabiliza Europa con fake news. Por eso hay que ir a Siria. Por eso hay que apoyar a Israel en su cruzada contra los palestinos. Todo eso se esconde detrás de las palabras de Arrimadas. Y para apoyarlo nada mejor que añadir lo que dice uno de los jóvenes turcos de En Marche! de Macron. Pieyre Anglade, que se esconde menos por no tener asimilado el cuñadismo naranja, afirma que “estamos en un contexto de guerra civil intelectual”. Tanto por la fascinación autoritaria, como por la lucha contra las ideologías que luchan contra el neoliberalismo. Por ello, dice Arrimadas que Sánchez se ha vendido al populismo, porque la ideología socialdemócrata que parece defender (de momento) va contra los intereses de parte de la coalición dominante. Quieren una Europa más social, algo que no desean los neoliberales populistas.
Rivera también tiene su ataque contra los nacionalistas y los populistas y por ello defiende expulsarlos del sistema político. Claro que si es su nacionalismo autoritario/españolista y sus populismos en defensa del establishment, entonces, en ese momento, son buenos… y no se llaman nacionalismo y populismo, sino patriotismo y liberalismo progresista. Autoritarismo escondido detrás de una sonrisa y un buen traje, porque de otro modo no se entiende (en parte sí se entiende) que el dirigente de Ciudadanos critique a los españoles por tener “complejos por usar instrumentos en defensa de su proyecto cívico y de la democracia”. Lo mismo que decía Hitler en las tabernas cerveceras alemanas.
Y lo que más le preocupa es que a Felipe de Borbón le chillen en algunas regiones de España, algo que quiere vender Rivera como la imposibilidad de “ir a una parte del Estado”. Nadie se lo ha impedido, pero le va en el sueldo que le piten o le digan que no le quieren como monarca. Pero como los mismos que apoyan a Rivera son los que tienen “negocios” con los borbones pues sale a defenderlos rápidamente. Y claro, la culpa de todo ello es de Pedro Sánchez por juntarse con Gabriel Rufián, al que habría que tener en una prisión, como poco, por ser más peligroso que los etarras. Cuestión esta de los etarras que tiene preocupados a los dirigentes de la secta naranja. Justo cuando ETA ya no existe, ellos se vuelven antietarras, ahora que no hay peligro… claro.
Los dirigentes de Ciudadanos dan miedo y risa.
La verdad es que el resto de dirigentes que han intervenido no es que hayan hecho aportaciones asombrosas para el avance del “liberalismo progresista”. De hecho esa calificación no se ha visto en ningún momento en sus discursos. Juan Carlos Girauta, ese intelectual orgánico amigo de lobbies israelitas, ha intentado defenderlo diciendo que “un proyecto liberal progresista defiende la transformación de un país para modernizarlo y desatar todo su potencial”. Entonces ¿para Girauta España es del Tercer Mundo? No, evidentemente no lo cree (salvo en la zona catalana, claro). Vayamos por partes. El liberalismo en sí siempre ha sido progresista, ha defendido el continuo progreso económico que llevaría al progreso de la humanidad porque tendría muchos fetiches/mercancías de las que disponer. Y eso es lo que defiende Girauta, no el progresismo humano. Eso es de rojos y populistas. La transformación económica para seguir con el proceso de acumulación del 10% de la población (que tiene el 80% de la riqueza), para que las personas tengan dinero (más bien poco) para consumir y gastar, especialmente en Sanidad, Educación y Amazon. A Girauta le importa poco el progreso humano y la democracia radical.
Así, el intelectual (sin intelecto) orgánico naranja defiende que el “liberalismo progresista busca un equilibrio de valores entre la libertad de comercio y la suficiente protección social, siempre en torno al principio de sociedad formada por ciudadanos libres e iguales”. Valores capitalistas y precariado que no estén completamente en la pobreza es lo que defiende Girauta. Un “ahí te busques las castañas” pero dicho con palabras que suenan mejor. Porque es falso que exista una libertad sin capacidad vital, sin estar explotado, sin vivir en la supervivencia. Y por ende tampoco existe una igualdad. Para Girauta es libertad porque nadie te pega (aunque sí te metan en la cárcel por pensar distinto, pero sólo si eres populista o secesionista) y es igualdad porque todos están bajo el yugo del poder económico. Pero la solución a todo ello, en España, para el “gran ideólogo” es acabar con el bipartidismo.
Por eso quieren acabar con el Estado, tal y como ha reconocido Nacho Prendes al decir que el “control social es un medio de vigilancia”. De ahí que haya que despolitizar la Administración Pública. Suena a purgas y gulag. A Gran Hermano. A acabar con el Estado para que el control social quede en manos de los poderosos y así controlar a la población. A entrar en los Ayuntamientos y Comunidades Autónomas y comenzar a despedir funcionarios sólo por el hecho de que tengan algún posicionamiento político. Bueno si son cuñadistas no lo harían. No como Pedro Sánchez que es un bucanero que se está repartiendo el botín con los que le apoyaron en la moción de censura, como ha dicho José Manuel Villegas. Cuando se lo han repartido ellos, como ha pasado en Andalucía, entonces en pluralismo democrático y buena gobernanza.
No dejan de dar un poco de miedo estas personas con esa mentalidad tan fanática por la defensa de los intereses de los poderosos frente a la ciudadanía, porque, llamándose Ciudadanos, en ningún momento han desarrollado un concepto de ciudadanía y de transformación humana que pudiera tildarse de liberal cuando menos. Quieren destruir el Estado y la sociedad para que sólo haya individuos (dominados y adoctrinados) que vivan para producir en favor de la acumulación de otros. Una extracción de la riqueza de todos en favor de pocos. Pues no llaman, como ha hecho Marta Rivera, a la Cultura una industria. Es que la parte industrial no es cultura en sí. La verdad que es complicado comprender que alguien como Garicano esté en un partido así.