Hasta la fecha tienen el viento de cola, suministrado feroz y eficazmente por el establishment, pero respecto a Cataluña se les va a acabar el chollo, la posibilidad de actuar como defensores de una nación imperial y dominadora. Llega el tiempo de la política para Ciudadanos y veremos que, con total probabilidad, les dejará con las miserias a la vista. Son el primer grupo de la oposición en Cataluña y hay que hacer eso, oposición, demostrando que se puede trabajar de otra forma. Ahora deberán enfrentar a Quim Torra con argumentos y propuestas alternativas. No vale sólo con decir que es un señor malo, que es un monigote de Puigdemont, o que es racista (también hay algún compañero suyo supremacista, como Girauta con Israel, y se lo callan).
El histerismo de Inés Arrimadas o de su compañero de bancada Fernando de Páramo ya no tendrá cabida en la nueva etapa. Tampoco servirá a los demás compañeros que están en otros lares y otras funciones como Albert Rivera o José Manuel Villegas. En cuanto haya un gobierno y gobierne, porque no tengan la menor duda de que gobernarán durante algún tiempo, al menos, ¿qué dirán los agentes de naranja? Hasta el momento están con un discurso tradicionalista, nacionalista (del otro lado) y totalitario donde no hay cabida para el que no opina igual, se llama Miquel Iceta o M. Rajoy. No hay distingos en este tema y cargan contra todos por ser malos, malísimos. Pero la verdad es que hasta ayer el discurso podía tener gracia, podía penetrar entre personas con un bajo sentido común y una alta consideración nacionalista (que no patriota), pero hoy ya hay que gobernar y trabajar en propuestas que supongan aliviar la vida de la ciudadanía catalana.
Y va a ser un trabajo a realizar sin tanto foco mediático. Los responsables de los medios de comunicación saben, no son tan estúpidos, que el tema catalán cansa ya a la población en general. Pero, además, es un tema que no puede ser tratado en el modo que conviene a Ciudadanos, buscando el enfrentamiento civil. Buscando la criminalización del otro, el señalar con el dedo totalitario. Porque si malo puede ser el nacionalismo de un lado, miedo da el totalitarismo tradicionalista y parafascista de Ciudadanos. Hasta el propio PP ha entendido que, sin dejar de descuidar ciertas derivas, el diálogo bajo los parámetros constitucionales y/o legales es necesario. Más cuando la criminalización de los políticos que se ha venido produciendo desde la Audiencia Nacional empieza a ser mal vista, no sólo fuera de España (algo que preocupa poco al gobierno), sino dentro de las propias fronteras. Si la solución a la quiebra del modelo de convivencia fracasado es el terror (como le gustaría a Jiménez Losantos), entonces España no tiene salida.
Desde la bancada nacionalista también son conscientes que la República catalana aún no está madura. Pueden tener razón pero deben convencer interna y externamente. Así pues el diálogo, como se han prometido Torra y Rajoy, marca una nueva senda. Que no quiere decir que salga del camino hacia una posible independencia, sino que la retarda. Algo que mata políticamente a Ciudadanos. Porque no están preparados para una política de diálogo. Ni en Cataluña, ni en ningún otro lado. Se han crecido con las encuestas fabricadas por el establishment, se las han creído y se piensan intocables. Pero por mucho poder del dinero que te apoye, en el Estado y en el sistema en general hay muchos intersticios para hacer política y poner en un brete al propio sistema. Sean catalanes, o extremeños. Y esto es superior a la visión antagonista del populismo sistémico que tienen en Ciudadanos. Les queda llamar populista a todo lo que no hagan ellos y ellas, evidentemente, pero eso comienza a ser cada vez menos creíble y su cuñadismo empieza a molestar.
Sólo hay que leer lo dicho por Villegas nada más terminar el Pleno del Parlament, al exigir a Rajoy que “rectifique y extienda la aplicación del 155 en Cataluña porque el futuro de España es más importante que su futuro político”. Primero, son ellos mismos, como les ha recordado Xavi Albiol, los que sólo querían elecciones bajo el 155, porque pensaban que iban a arrasar y a ser los reyes del cortijo. Porque para Ciudadanos Cataluña es un cortijo en el que hacer y deshacer. Y segundo, mantener el 155 cuando ya hay un gobierno legítimo podría ser hasta anticonstitucional. Y ¿en Ciudadanos respetan mucho la ley? O ¿no? Evidentemente la respetan si viene bien a sus intereses, cuando no les conviene o quieren cambiarla o se la saltan, como sucede con la financiación interna (¿les da miedo que sepamos con papeles quienes les financian?).
Tampoco Inés Arrimadas, a quien se le está poniendo cara de perro de aguas con mala leche (el bulldog es Girauta), se ha quedado corta señalando al gobierno de M. Rajoy: “Que usted sea President de la Generalitat gracias a que el Gobierno de España permite que un fugado de la Justicia delegue el voto después de dar un golpe a la democracia es indignante y no es propio de un país democrático”. Curioso porque en Madrid, los cuñados mayores del reino sí estaban a favor del voto delegado o electrónico. Hasta que les venía bien para fastidiar al PP, claro. Y como les dijimos anteriormente, ahora los independentistas vuelven a ser populistas y racistas: “deja clara cuál es su ideología, defendiendo el populismo o la identidad excluyente y su intención de seguir con la confrontación en Cataluña” le ha soltado a Torra. Y lo dicen populistas naranjas que no quieren que haya más identidad dominante que la suya (da vergüenza decir española porque los españoles y españolas no tienen la culpa de que Ciudadanos exista como partido).
Se verán las caras, no hoy, ni mañana, pero dentro de bien poco, con la realidad de una economía catalana que es más preocupante que sus alardes de patriotismo roñoso y antediluviano. Y se verá que acaban votando junto a la derecha catalana privatizar la sanidad (o parte), reducir los medicamentos, reducir los impuestos a las grandes empresas y demás actos que comparten con los demás partidos de derechas. Y se verá que en el 95% de las ocasiones estarán de acuerdo en lo económico porque son las dos caras de la misma moneda del poder. Y aquellos a los que hoy miran con aire de superioridad (PSC y En Comú), les pondrán la cara azul al recriminarles sus políticas de derecha. Eso sí, siempre tendrán TV3 o la Educación como mecanismo de soltar una andanada contra el independentismo. Un teatro pactado al final para ganar votos cada cual. Supremacistas a un lado y otro, con ERC mirando y diciendo ¿dónde nos hemos metido?
Porque Ciudadanos es el mayor peligro político para España desde la dictadura. El partido naranja, comandado por Rivera, ya ha dado buenas muestras de su peligroso nacionalismo y totalitarismo. Con ello o es a su lado o contra ellos. Un antagonismo que acaba negando la política en sí. Más ahora que los están elevando a los altares. Pero si hay algo que molesta a un español o una española es el chulo, la marisabidilla, el cuñadismo hiperbólico… todo eso que está en Ciudadanos. Ahora sólo hace falta que acaben dándose cuenta de que viene el peligro naranja. Bajo esa sonrisa prefabrica se oculta el autoritarismo del sistema. Si no estás con ellos y ellas, acabas fuera y subyugado por los mecanismos punitivos del Estado. Al establishment le da igual esa deriva autoritaria porque el negocio lo van a seguir haciendo. Más acumulación de riquezas y más expolio a las clases populares, a la clase trabajadora. Pero si esto llega, ya no será gracias a Cataluña, porque allí el chollo se está acabando. A pesar de que algunos medios hayan escondido las declaraciones de Iceta o Domènech, Ciudadanos está tocando techo, salvo que el establishment dé un golpe blando… que todo es posible.