Si a ustedes les parece ya que la clase política no es que sea muy lúcida, imaginen qué pasa con todas estas personas cuando abandonan la esfera pública y el principal foco mediático. Escondidos en oscuras asociaciones, eso que en inglés califican de think tanks, reaparecen de vez en cuando para expresarse sobre alguna materia en la que tienen poca o ninguna idea. También sucede con los expresidentes del Gobierno y exministros. Ahí es cuando cualquiera de ustedes se pregunta cómo pudo llegar esta persona a ser un alto cargo público.
El ejemplo de hoy es Jaime Mayor Oreja. Un político de la vieja guardia pepera, de los duros que se suele decir, y que hoy está al frente de varios grupos de presión del mismo pelaje conservador tirando a parduzco. Esto último no es reprochable, dentro de la libertad de pensamiento caben todos los posibles pronunciamientos que estén argumentados con lógica y acercamiento a la verdad. Pero cuando se habla en público lo menos que se pide es que se hable con certezas y coherencia.
Ediciones Encuentro es una editorial fundamentada en el ámbito cristiano. Posee un catalogo de magníficos textos, algunos de ellos sumamente interesantes respecto a hacer pensar a quien los lee. Ya sean de historia, de filosofía, de ciencias sociales, cada año publican algunos libros muy buenos. En esta ocasión han publicado, como homenaje, un libro con textos de magníficos autores respecto a las dialécticas que estableció Joseph Ratzinger con el mundo de la filosofía. Significado en varios autores y que, probablemente como aventuró el editor, tenga continuación en breve. Uno de los intelectuales más brillantes del siglo XX merecía este reconocimiento.
En la presentación, además de una de las autoras (Marcela Jiménez) y el cardenal emérito Rouco Varela, vinculados al homenajeado por diversos motivos personales, intelectuales y eclesiásticos, se sumó Mayor Oreja. ¿Qué vínculos tenía con el fallecido pontífice? Más allá de alguna recepción con él no se conocen a nivel intelectual, personal o laboral. Igual por ser jefazo del grupo de presión NEOS y antiguo presidente de las juventudes de la Asociación Católica de Propagandistas; igual por católico; igual porque siempre atrae público, el caso es que allí estaba. Y tuvo que dejar “alguna perla intelectual” de esas que asustarían hasta a Chesterton.
Como han contado en El debate, único medio que se ha tomado la molestia en acudir a la presentación del magnífico libro (del que tendrán en breve reseña en estas páginas), el expolítico pepero comenzó alabando la grandeza intelectual de Ratzinger frente a un mundo que cada vez más expulsa lo religioso, mejor dicho, lo cristiano-católico de su espacio público. Ante esa expulsión se rebeló el fallecido pontífice como también lo hizo frente a esa posición modernista que enviaba al cristianismo al deísmo, a las catacumbas de lo irracional. Razón y fe estaban vinculadas.
Tras esto, que es bien conocido, el expolítico vasco comenzó a divagar y a exponer sus propias frustraciones o pulsiones ideológicas. Tras afirmar que el «marxismo cultural es la versión secularizada del mesianismo judío y la escatología cristiana» se debió quedar tan ancho. Lo primero que hay que decir que no existe, ni ha existido ningún marxismo cultural. Término que es un invento de fuerzas de extrema derecha para hablar de una conspiración judeomasónica que estaría apoyada en aspectos marxistas que acabarían con el sistema. Más allá de ese término, ¿era el marxismo mesiánico y escatológico? Sí, lo era. Como lo han sido todas las ideologías y doctrinas surgidas de la Ilustración. O ¿el liberalismo no ofrece un mesianismo y una escatología? Claro que lo hace mediante la ideología del progreso humano, económico y social.
Siguiendo con el tema del marxismo, que tiene a Mayor Oreja obsesionado, afirma lo siguiente: «Marx no reconoce la verdad; según Marx, el hombre crea la verdad». No reconoce el hecho religioso, sin duda, pero tampoco es que piense que es el ser humano el que crea la verdad, más bien pensaba que eran los sistemas económicos. De todas formas no sería un pensamiento propio de Marx sino de la Ilustración. Ahí tienen a Inmanuel Kant que sería el primero en que establecería algo similar. La razón pura y todo aquello.
Para rematar a Marx nada mejor que volver al marxismo cultural el cual «es [hoy] la suma de la supremacía del dinero, del relativismo y del positivismo jurídico». ¡Olé, olé! Así que el marxismo se ha unido al dinero, afirma el relativismo intelectual y moral y es culpable del positivismo jurídico. Cuidado que se le han achacado al marxismo cosas, pero esto es ya demasiado. Culpables del materialismo vale, pero del supremacismo del dinero, no. ¡Por favor! Cuidado que tenía entre los autores que dialogan en el libro a Vattimo (por aquello del relativismo), pues no, ha tenido que lanzarse contra el marxismo. No es que sea falso que existe una supremacía del dinero, relativismo y positivismo, esa parte es correcta, pero no tiene culpa de ello el marxismo. Entre otras cosas porque lleva décadas fenecido.
Podría haber leído la mejor reflexión de Ratzinger, siendo el prefecto de la Congregación (hoy Dicasterio) para la Doctrina de la Fe, sobre la Teología de la Liberación y tener más claro qué pensaban en el Vaticano sobre el tema. No les gustaba el marxismo pero no por las cuestiones que viene expresando. Todo ello no es más que producto de la propia Ilustración. El relativismo es mucho más liberal, o neoliberal, que marxista pero esto, evidentemente, no lo puede aceptar Mayor Oreja quien sigue peleando contra fantasmas. Lo mismo hacen otros dirigentes actuales del PP cuando invocan el peligro marxista o un “gobierno comunista”.
Al quedarse sin “enemigos” no queda otra que inventárselos trayéndolos del pasado. El problema es que no se sostiene intelectualmente. Algo, por cierto, que ya vislumbró el propio Ratzinger hace mucho tiempo y que se refleja en sus escritos desde finales del siglo XX y comienzos del XXI. Con haber leído algo al homenajeado habría visto que hasta aceptaban algunas proposiciones del socialismo, las más sociales y críticas con el capitalismo. La expulsión del corazón cristiano de Europa no es cosa del marxismo cultural sino de múltiples factores de los que los liberales europeos no son ajenos. El obispo emérito de Granada, monseñor Francisco Javier Martínez, lo explicaba muy bien al hablar de las dos caras o espíritus del liberalismo. Hay que prepararse más las charlas y no acudir a soltar las propias miserias personales.