En estos días en que se está conmemorando el centenario de Marcelino Camacho, hay que recordar un hecho que se produjo en el franquismo mientras el secretario general de CCOO se encontraba encarcelado por el Proceso 1.001. Si yo les dijera que durante el franquismo hubo comunistas en las instituciones desempeñando cargos de representación me dirían que estoy loco o que me he tomado unas cuantas copas de más. Sin embargo fue así.
Después de la Guerra Civil una de las instituciones más importantes del sistema político del Generalísimo fue el Sindicato Vertical. En él estaban unificados tanto obreros (llamados productores) como a patronos, todo ello encaminado a evitar la lucha de clases y el enfrentamiento entre los últimos y los primeros. Era uno de los pilares del franquismo. Tanto trabajadores como empresarios estaban obligados a afiliarse a dicho sindicato y en él se realizaba toda la gestión del sistema laboral español. En este Sindicato u Organización Sindical Española (OSE) se negociaban los convenios colectivos y se tenía todo el control del trabajo en España. Evidentemente, con esta institución la huelga quedaba prohibida y la libre sindicación de los trabajadores.
Evidentemente, existían sindicatos libres en España que funcionaban ilegalmente: la histórica UGT de ideología socialista, la anarquista CNT, la USO, de tendencia católica y las CC.OO., unidas ideológicamente al PCE. Las dos primeras funcionaban en lucha frontal contra la OSE. Los dos últimas mantuvieron una estrategia de infiltración en las instituciones del Régimen. Esta estrategia estaba encaminada a que fueran elegidos en las elecciones sindicales de la OSE miembros de estas organizaciones ilegales para ser ellos quien negociaran los convenios colectivos.
Ya a mediados de los años 60 comenzaron a verse en las empresas españolas grupos de trabajadores que se declaraban en huelga, sobre todo en los cinturones industriales de Madrid, Barcelona y Bilbao y en las minas asturianas. Famosa fue la huelga de los trabajadores de SKF en Getafe.
El año 1974 fue clave. Había elecciones sindicales y las organizaciones ilegales, sobre todo CC.OO. echaron el resto. Había que infiltrarse en el Vertical como fuera. Había que llevar a lo institucional lo que en la actividad normal de las empresas era habitual, ya que muchos empresarios negociaban ya los convenios colectivos directamente con los sindicatos clandestinos antes que pasar por la OSE y evitar de este modo el conflicto obrero y garantizar la producción.
En estas elecciones fueron mayoritarios los representantes de la base encuadrados en CCOO y USO que fueron elegidos para representar a sus sectores de actividad. Esto quiere decir que dentro de la OSE comunistas estaban dentro de las instituciones con cargos representativos. Se les llamó los enanos infiltrados por una portada de una revista en la que se ve a tres personajes de la película Blancanieves y los siete enanitos, pintando el edificio de la OSE de rojo con el titular Ha ganado el equipo colorado.