Están todos los analistas —y los anatontas— especulando sobre el sistema y los jugadores que pondrá el Cholo Simeone en el partido del domingo a las 21:30 horas —esto se pone para los despistados que todavía preguntarán «¿cuándo se juega?»—. Análisis muy sesudos, como suelen ser los de la afición rojiblanca, que quedan completamente destruidos por el señor de negro en cuanto ofrece la alineación y se ve la disposición de los jugadores. En este Atleti de los escalofríos habrá que ver si los quitan en el terreno de juego o permanecen. Análisis que dejan fuera dos factores principales: se juega fuera de casa y se llevará el pantalón rojo.
El año pasado, durante el mundial de clubes y en el partido contra el Oporto, ese jugar fuera quedó patente en la forma en que se disputaron los partidos. Incluso los que se ganaron, las ganas de sacarse los ojos fue la tónica predominante en la mayoría de ellos. El cortarse las venas vino con algunas derrotas escandalosas por la actitud en su mayoría. Jugando fuera de casa, siendo el Atleti de los escalofríos, ¿qué se puede esperar del comienzo liguero? ¿Saldrán con ganas de jugar al fútbol? ¿Se saldrá a verlas venir? ¿Los nuevos darán una patada en los dídimos a los anteriores para que se animen? ¿Habrá cambio de sistema o de forma de juego? ¿Será esperar atrás y ver si alguno de los buenos hace gol?
Todas esas preguntas no pueden dejarse fuera de cualquier análisis serio que se quiera hacer sobre el partido del domingo. Que sí, que Baena es muy bueno. Que sí, que con Hancko parece que hay más seguridad defensiva —habrá que ver los centros laterales—. Pero, al final, hay otro personaje que es el que decide, por cábala o por conservadurismo, la alineación y puede llegar a sorprender y confiar en algunos que siguen de años anteriores. Ergo, la actitud puede ser la de años anteriores. Da igual el 4-4-2 si se sale a verlas venir y como si no tuviesen alma. Y eso suele ocurrir en los partidos fuera de casa. Lo que más esperan los aficionados rojiblancos no es si juega este o aquel, sino si se sale con ganas o no. De momento sólo se ha visto un cambio en el partido con el Newcastle.
Y luego está la cosa de la mufa: «El pantalón rojo con la camiseta rojiblanca». Como el diseñador de Nike para el Atleti debe ser madridista o un mono con dos pistolas, se le ha ocurrido que la segunda y la tercera equipación sean azules. ¡Cuidado que hay colores en el mundo del diseño! Pues azul. En diversos tonos, incluso tipo babero, pero azul. El Espanyol, por esas cosas que tiene la tradición, juega con camiseta blanquiazul y pantalones azules, ergo el Atleti tendrá que cambiar de pantalón porque puede haber problemas de distinción. Salvo que el Espanyol tenga la amabilidad de ponerse el pantalón blanco que avece utiliza, toca el rojo en el Atleti porque los diseñadores son los más listos del mundo.
Entre la afición rojiblanca existe cierta aversión a esa equipación que parece más la del Olympiakos. Y es normal que tenga aversión a la misma porque suerte, lo que se dice suerte, no ha traído. En las últimas dos temporadas se ha utilizado en 14 ocasiones, de las cuales se ha vencido en seis partidos, se ha perdido en seis y se ha empatado en dos. Por ello, jugar con el pantalón rojo atrae la no victoria del Atlético de Madrid. Con lo que son en el cuerpo técnico de mufas, cábalas y gafes de todo tipo es incomprensible que permitan utilizar esa prenda que quita más que da. También es cierto que el Atleti es capaz de superar mufas raras, pero esta es demasiado persistente en el tiempo como para tomársela a broma.
Hagan cábalas sobre alineaciones y sistemas. Háganlas. Pero tengan en cuenta que se juega fuera, se utilizará el pantalón rojo y el Maligno tiene controlado al CTA.