Hay personas que no saben manejar los tiempos, especialmente cuando esos mismos tiempos te han dado una patada en las posaderas en colaboración con la realidad. Eso parece sucederle a ÉL, quien no es capaz de asumir que su tiempo público ha pasado. Que quedará su presencia como una nota a final de capítulo o con suerte un epígrafe de un libro de corta distribución, por mucho que se empeñe en lo contrario. Queriendo ser Perón o Lenin se ha quedado en un Pedro Luis de Gálvez de la política. Ahora quiere hacer, dice, periodismo crítico, o lo que es lo mismo, ser el porculero mayor del trotskismo caviar mediático. Lo que lleva a cuestionarse si, en realidad, Pablo Iglesias no será un agente del Mi6 británico.
Algunos podrían pensar que está más ligado a la CIA por aquello de haber asesorado, con malos resultados para las poblaciones, pero perfectos para la agencia de inteligencia estadounidense en su control de la América Latina. Si así fuese no tendría sentido lo que viene haciendo ahora que la política le ha echado de su seno. A EEUU lo que pase con España, más allá de la servil colaboración de siempre, le da bastante igual. Además, ya tienen a Pedro Sánchez, Pablo Casado o Santiago Abascal como aliados fieles y ÉL no les sirve para nada. Por ello hay que sospechar que sea un agente infiltrado del Mi6 británico. Para el Reino Unido de la Gran Bretaña, España siempre ha sido un objeto molesto, un país a destruir (o a dejar que se destruya), el gran enemigo continental junto a Francia. El trotskismo siempre ha estado muy vinculado a los servicios secretos británicos, por aquello de luchar contra un enemigo común como era la URSS, y ÉL proviene de esos núcleos de radicalismo infiltrados en el PCE.
El Mi6 le habría ayudado, a través de ciertos núcleos de la clase dominante internacional y nacional, a adquirir la fama (La Sexta y Público) suficiente para aniquilar cualquier pretensión de articular el movimiento del 15M, parar de raíz el aumento de la transferencia de voto hacia la IU de alguien como Cayo Lara, y emponzoñar la política española con su populismo bolchevizado. En un momento en que la tensión con Cataluña habría logrado cierta unidad de acción de la clase política española, nada mejor que mandar a un pirómano con dos litros de gasolina en la mano. ¿Intención? Destruir España de una vez por todas. ¿Cómo? Fragmentándola hasta el cantonalismo si hiciese falta e introduciendo en la agenda política todas las estupideces de las universidades anglosajonas (de un lado y otro del Atlántico) y algunos de sus aliados alemanes (la actual Escuela de Frankfurt). No es algo nuevo pues tenían la práctica efectiva de lo que consiguieron a finales de los años 1960s y comienzo de los 1970s (en colaboración con la CIA) contra el movimiento obrero.
Hete aquí que ÉL se prestó generosamente para hacer de agente infiltrado (no se rían que la Stasi logró poner en la secretaría política del presidente alemán Willy Brandt a un agente durante años) y por ello su insistencia en estar dentro de la comisión del CNI. De esta forma podría tener acceso a material secreto y conocer de primera mano la acción de gobierno para contar a sus superiores. Sin embargo, algo debió pasar y, haciendo la pantomima del sacrificio heroico, salió del gobierno y se lanzó a la campaña madrileña con la consigna del “No pasarán” y la alerta antifascista que le llevó a la máxima derrota (si es que las anteriores veces no le habían parecido derrotas). Reculó, dijo que se dedicaría a otras cosas y a contar nubes junto a José Luis Rodríguez, pero sus jefes del Mi6 le deben haber apretado para que vuelva al ruedo con la única intención de destruir cualquier asomo de renovación de la izquierda española y emponzoñar con el secesionismo. Esto o que es un ególatra como no ha conocido nadie en la historia (y fíjense que Winston Churchill lo fue en grado sumo).
Soberbia, hybris o estupidez humana
David Owen, sin fundamento empírico alguno, escribió un artículo académico donde hablaba del síndrome de la hybris que tienen todos los líderes políticos. Una soplapollez académica más –de esas que gustan utilizar los vendehumos del liderazgo y la comunicación política- porque la hybris (o desmesura o arrogancia) es contextual y muy personal. Según el contexto puede producirse el pecado de la hybris (así lo consideraban los griegos, como un pecado) o no. Ser arrogante suele venir de fábrica y ÉL parece tener de sobra sin haber realizado conquista heroica alguna. Si desean informarse del significado nada mejor que leer el libro de Joseph Campbell, El héroe de las mil caras –hay una versión preciosa y actual de Atalanta (pelín cara) y otra más antigua del Fondo de Cultura Económica complicada de encontrar-. Odiseo/Ulises recibió su cura de humildad; Aquiles la suya; pero Héctor no sufrió tal pecado.
Una anécdota que ilustra que esa hybris no es síndrome sino propia de la personalidad de cada cual. En el congreso del PSOE en que Felipe González dijo adiós, el ex-ministro Pedro Solbes llegó a la zona de altas autoridades, en los bajos (por aquello del aparcamiento) del Palacio de Congresos de la Castellana. No pudo pasar por no estar allí su acreditación, el hombre pidió disculpas y salió por la calle hasta entrar por la entrada general. Después llegó un senador por Córdoba, que al ser conminado a seguir la senda del ex-ministro, comenzó a protestar, a decir que él era senador, que quería hablar con Alfonso Guerra y bla, bla, bla. Como pueden ver, los grados de gilipollez humana son diversos.
El artículo en Ctxt, órgano oficioso del postmodernismo español y las universidades de la CIA, es una muestra más de esa arrogancia o prepotencia de ÉL. No contento con haberse dado una hostia política como pocas se recuerdan (igual la operación Roca de Florentino Pérez), persiste en el error. Que si hay una alerta antifascista porque podrían gobernar PP y Vox; que si España debe ser un Estado con-federal para que los que sientan ser de una nacionalidad distinta a la española hagan lo que les salga de las narices; que si la izquierda debe articularse (en la izquierda no cabe nadie que sea socialista, cabe destacar) en torno a lo que ÉL diga y donde ÉL establezca (vamos alrededor de Podemos que es donde sigue mangoneando por detrás); que si la pistola Luger con las siglas de PP y Vox; y que si no hay nadie que sepa más que ÉL, dios en la Tierra ante no cabe más que postración y adoración.
Ni España está para peleas. Ni hay alerta antifascista. Ni España necesita una estructura estatal que ya posee. Lo curioso es que, de haber algún peligro de un gobierno PP-Vox, sería por la utilización continuada de la acumulación por desposesión de los bienes públicos; por hacer de España un país extremadamente vendido al capitalismo financiarizado (¿tiene miedo ÉL a decir capitalismo?) con el rastro de pobreza que traería consigo; o por muchas cuestiones sociales que verían cómo son dinamitadas. Ni fascismo, ni leches. Retroceso cultural y entrega de las llaves del país al capitalismo financiero globalista. ¿Propone Él algo al nivel de la lucha cultural? Nada ¿Propone ÉL algo relativo al globalismo? Nada porque cree en la revolución globalista de los pijos-progres que se arremolinan en las cumbres climática, del G8 o de cualquier otro organismo económico internacional.
Nada material. Nada relativo a las clases populares (trabajadora y media). Nada relativo a lo común. Nada relativo a algo tangible para las personas más allá del odio que siente por el ser humano en general. O se está con ÉL (adorándole, evidentemente), o se está contra ÉL. Al final acaban dando la razón al inclasificable Alain de Benoist cuando advierte que el alineamiento de la izquierda con la mística del crecimiento que les induce a desterrar cualquier atisbo de tradición (y que el neoliberalismo global celebra), no es más que una traición al pueblo (Contra el liberalismo, Ediciones Insólitas), Enredado en estupideces postmodernas, secesionistas y en agonismo ridículos, ÉL es el mejor agente del neoliberalismo. Y su jefe trotsko encantado e ingresando millones (bueno en Francia no les quieren mucho). Porque sí, ÉL pese a autoelevarse hasta los altares de la historia tiene jefes que le mandan hoy, como le mandaban antes. Algún día recibirá respuesta de los dioses o de los humanos.
Que malo es llegar a la senilidad sin que nadie te haya reconocido más allá que tu pedantería y arrogancia. Para colmo un vulgar hooligan!! Me refiero al autor
Por supuesto que el comentario no lo harás público como todos que no sean halagos a tu pluma