Lo suyo hubiese sido cambiar idiota por gilipollas, por aquello de sonar como más fuerte, más grave, más real, pero con idiota el significado es claro. Sí porque Pedro Sánchez piensa que usted, sí usted, en especial ese sanchista irredento, capaz de besar por donde pisa, beber sus micciones y comer sus defecaciones, es idiota. Sino no se comprende la rueda de prensa que ofreció ayer para «pedir disculpas» y hacer una auditoría a las cuentas del PSOE —si llegado a este punto no encuentra la incongruencia lo de la idiotez no está muy desencaminado—.
Ha pedido perdón, con esa voz falsa e impostada que suele utilizar de forma melodramática, por haber nombrado él a tres presuntos mangurrianes, por haberles puesto él en cargos de alta responsabilidad, por haberles defendido él, incluso cargándose a Adriana Lastra —¿sabría algo o estaría investigando y se la cargó antes para eliminar testigos?—. Sí porque toda esta mierda no sale del PSOE en sí. No es un militante lameculos que ha ascendido por su magnífica labor en lo de lamer, no. Estos son los colegas del núcleo más duro y más cercano de Sánchez, los verdaderos defensores y arquitectos de la dictadura contra el proletariado que se instauró en el PSOE tras su victoria en primarias —con uno, seis o siete votos dobles, que tampoco extraña para quien tenía una urna con votos escondida—.
Pero claro, dicen los periodistas untados hasta las cejas de dinero público y la banda de sanchistas, ha pedido perdón. Cuando se es responsable político de nombramientos erróneos, no uno, ni dos, es éticamente necesario dimitir. Se va a su casa y que pase el siguiente militante/dirigente para ocupar la presidencia del gobierno, o se convocan elecciones. No iba a hacer porque en su fuero interno él entiende que ha sido engañado —aquí es cuando se comienza a ver que piensa en la gilipollez de usted—, aunque sabía perfectamente que José Luis Ábalos estaba haciendo cosas raras. Y como es idiota, en vez de sospechar de todos, le encargó investigar al que parece era el verdadero capo, Santos Cerdán. Aunque cabe preguntarse ¿sabía algo o participaba el conde del Falcon? Cuando se hace rematadamente mal se dimite pero eso le dejaría sin poder controlar ciertos resortes del Estado para intentar librar a su mujer y su hermano de sus trapacerías —de las que era plenamente consciente—.
«Y va a hacer una auditoría de las cuentas del PSOE» claman sanchistas y mamporreros de los medios. A ver ¿quién es más gilipollas el que cree o el que defiende eso? ¡¡¡Que el dinero lo estaban chanchulleando por fuera del partido!!! ¿Para qué una auditoría interna si la pasta no pasaba por Ferraz, salvo para ir a ciertos bolsillos y en bolsas de papel? Que el PSOE, como institución, no pinta nada señor Sánchez. ¿De verdad piensa que todos los españoles son tan imbéciles para no darse cuenta que esa auditoría no sirve para nada? La pasta nada tiene que ver con el partido y sí con ciertas personas entre las que no cabe descartar a nadie. Ni en Moncloa, ni en las saunas, ni en Pozuelo. Como dimitir no es lo de usted, al menos, no tome por idiotas a los españoles. Los sanchistas no pasa nada, esos tienen dificultades hasta para abrocharse unos mocasines. Son lo antirracional, lo antihumano, lo más tonto que ha parido madre.
Tras cargarse el partido, ahora se carga España y sus instituciones con sus manos manchadas de mugrienta corrupción. Y en todo ello piensa que usted, sí usted, es gilipollas. Y la verdad es que vistas las reacciones sí, usted lo es.