Se dice que María Dolores de Cospedal es una de las favoritas para vencer el proceso de primarias iniciado en el Partido Popular tras la dimisión de Mariano Rajoy. Se ha presentado abanderándose en su experiencia de gobierno, algo que también posee Soraya Sáenz de Santamaría (su Lex Luthor particular) pero de lo que carece Pablo Casado. También, a diferencia de sus otros dos principales oponentes, ha ponderado algo que ya utilizó Susana Díaz en las primarias del PSOE: ella sabe ganar elecciones. Ese argumento no le valió a la actual presidenta de la Junta de Andalucía para convencer a la militancia y, según se puede entender por los distintos sondeos que ya se están haciendo públicos, los militantes tienen preferencia por los otros candidatos. Exactamente igual que le ocurrió a Díaz en las primarias del PSOE, Cospedal tiene el apoyo de los compromisarios, es decir, del aparato del partido que ha dirigido junto a Mariano Rajoy desde el año 2.008.
Por tanto, María Dolores de Cospedal no sólo es la representante de la dirigencia del PP, sino que también es quien refleja el pasado más cercano del partido, un pasado lleno de graves errores de gestión interna, por no hablar de la corrupción sistémica que los tribunales están certificando con las sentencias condenatorias como, por ejemplo, la de la Trama Gürtel. Es cierto que la Caja B es anterior a la época en que Cospedal fue secretaria general del PP, pero también lo es que durante su mandato se produjo la destrucción de los discos duros de Bárcenas, la negativa a entregar documentación al juez Ruz, la contratación de empresas de destrucción de documentos o el presunto pago con dinero negro de una parte de la reforma de la sede de Génova, sede que, por cierto, podría estar en venta según indicó el periodista Miguel Ángel Aguilar.
María Dolores de Cospedal representa, precisamente, el pasado del PP y, por tanto, el alejamiento de las necesidades de la ciudadanía, tal y como demostró cuando gobernó en Castilla La Mancha y cuando aumentó en 10.000 millones de euros el presupuesto para la compra de armas en un país en el que hay graves necesidades sociales que podrían ser tratadas con ese dinero.
Los apoyos que está recabando vienen, sobre todo, de los antiguos ministros y dirigentes del PP. Esta razón ya demuestra que si Cospedal ganara el Partido Popular tendría muy difícil recuperar el poder o la posibilidad de liderar el centro-derecha español, exactamente igual que ocurre con la candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría. Este hecho supondría un grave problema no sólo para el PP sino para todo el pueblo español porque dejaría el liderazgo del conservadurismo español en manos del ultranacionalista Albert Rivera, quien ya ha demostrado estar muy cercano a los discursos de los nuevos líderes del Este de Europa.
Su punto fuerte está, precisamente, en que es una mujer que no rehúye sus responsabilidades. Sin embargo, esto es insuficiente en la nueva política que exige la cercanía de los políticos. Cospedal afirmó que por dar la cara se la han partido varias veces. El hecho de que fuera Cospedal y no Sáenz de Santamaría la persona elegida por Rajoy para otorgar la victoria a Pedro Sánchez en la moción de censura y confirmar que el ex presidente no iba a dimitir demuestra que ella es la candidata del anterior jefe del Ejecutivo. Por tanto, ¿quién está detrás de los apoyos a la candidatura del Cospedal o a quién representa? La respuesta es sencilla: al PP heredero de Aznar y a todo lo que ha constituido el gobierno de Mariano Rajoy en España y al suyo en Castilla La Mancha donde, por ejemplo, destruyó totalmente el sistema de protección social.
Todo ello, además, sin contar con la influencia que tendría la actividad, los métodos o las relaciones empresariales de su marido que siempre afectarán a Cospedal.
Por tanto, la candidatura de la ex ministra de Defensa, al igual que ocurre con la de Sáenz de Santamaría, sería muy perjudicial para el propio Partido Popular porque dejaría en manos de Albert Rivera la iniciativa dentro del centro-derecha español, porque, lo compartamos o no, el PP sí que ha demostrado cierto respeto a los valores democráticos, algo que Ciudadanos muestra que no lo hace.