Pese a no haber llegado a un acuerdo con la Fiscalía respecto a sus condenas, en el día de hoy se ha producido el terremoto judicial que tanto se estaban temiendo en la calle Génova. Tras la colaboración de Francisco Correa, que sí había acordado con la Fiscalía, sus dos compinches y socios han decidido seguir la senda de su otrora jefe y amigo y contar la verdad. O al menos lo que ellos saben y que se aproxima mucho a ella. Con sus afirmaciones han tocado y hundido al PP valenciano, a la espera de la consecuencias que pueda tener esto respecto al PP estatal.
Pablo Crespo comenzó la mañana amagando con sólo contestar a su abogado, pero al final se decidió a responder a las preguntas de la Fiscalía. Tras numerosas preguntas referidas a cuestiones fiscales de importancia procesal, pero menor en el sentido político, Crespo reconoció que el PP les hizo entrega de dinero en negro, el cual iba a parar a la caja B del propio Correa. También aseguró que los actos de la campaña de Francisco Camps se facturaron a unos empresarios tal y como les habrían indicado desde el propio partido. Evitando, en un primer momento, declarar quién o quiénes les informaron de ello, Crespo ha terminado por señalar a Ricardo Costa: “En una reunión con Costa y Álvaro Pérez, Costa nos dijo que no tenían dinero para pagarnos y que la única solución era que cobráramos de los empresarios”.
También ha acusado a Alberto Fabra, aquel que se daba golpes en el pecho asegurando que él había limpiado el PP valenciano, de tener conocimiento de estas situaciones. Tras aceptar, ha dicho Crespo, el pago de los empresarios para no caer en concurso de acreedores, fueron a cobrarle un acto a Fabra “que era el líder del PP local y nos dijo que eso lo pagaba el PP regional. Al final esa factura la pagó la empresa Piaf, que era de Castellón”.
Álvaro Pérez “el bigotes” soltó la bomba.
Tras la declaración de Crespo, se esperaba en la sala, con casi impaciencia, lo que podría decir Álvaro Pérez, más conocido por el bigotes, respecto a todo lo sucedido en Valencia. Ni más, ni menos ha situado como el cerebro político de la trama corrupta en la persona de Francisco Camps. Aquel que se libró dese condenado en el juicio los trajes gracias a unos jueces reticentes a aplicarle el cohecho impropio, y cuya Farmacia familiar da para muchos rumores y especulaciones, hoy ya es situado como el verdadero capo del robo valenciano.
Desatado como nunca ante el juez Pérez ha asegurado que fue Camps quien obligó a Orange Market a facturar a los empresarios en negro algo más de un millón de euros por los actos de campaña del PP valenciano. “Cuando le digo a Costa que es una barbaridad hacer esto, Ricardo llama delante de mí a la persona con la que habla siempre y consulta todo y esta persona le dice que esta es la única manera de cobrar y que si no que lo deje: y esta persona es Francisco Camps” ha manifestado Pérez.
El doping financiero queda entonces, salvo que la Justicia dictamine otra cuestión, expuesto sin ambages de ningún tipo. Y toda una cúpula política manchada por la corrupción. Tres millones cuatrocientos mil euros de inyección negra y putrefacta es lo que, según la acusación, se movió en esa campaña. Unos millones que fueron abonados por empresarios “amigos”, algunos de los cuales ya han reconocido en sede judicial el pago de al menos 1,2 millones.
Bonig se queda sin argumentos y ¿sin partido?
Quienes se quejaban de aquello durante la época Camps y Fabra hoy dormirán a pierna suelta a saber que todo lo que dijeron y por lo que les injuriaron era verdad. Camps, Costa y Fabra estaban en la trama corrupta. Al menos en una parte de la trama corrupta porque son varias piezas y distintas ramas las que se han de juzgar. Lo que queda claro es que Orange Market y la dirección del PP valenciano estaban en el ajo y jugaron con cartas marcadas. Judicialmente Camps podría librarse por prescripción contra él, pero esto hará que lleve la marca de Caín en la frente y se le pueda señalar por la calle. Aunque, quien ni se inmuta cuando supuestamente ha podido plagiar su tesis doctoral, es de suponer que con una penitencia de cilicio quedará autorredimido.
Isabel Bonig no ha hecho declaraciones públicas tras conocerse las declaraciones que inculpan a sus anteriores jefes. Porque ella ha estado al lado de ellos, aunque desde que accedió, por descarte, a la presidencia del PP valenciano haya intentado evitar cualquier tipo de comentario, refiriéndolo a un pretérito del que ella tendría un borrado de memoria más propio de la demencia senil que de la edad que tiene. Esto supone una bomba en la línea de flotación al partido conservador en la Comunitat Valenciana. La primera bomba, pues aún quedan bastantes causas abiertas, de las muchas que pueden llegar y terminar de hundir el yate del que fardaban en Valencia.