En 1999 una prestigiosa revista económica publicaba una portada con un sugerente titular: “IBM, la mejor empresa para trabajar en España”. Hoy la multinacional de la informática ha cambiado tanto en su modelo laboral y productivo, para adaptarse a los nuevos tiempos, que ha dejado de ser aquella compañía sólida y segura donde sus empleados se jubilaban felizmente. De hecho, en IBM cada vez son menos los trabajadores que consiguen llegar al final de su vida profesional. Los despidos por razones de edad se cuentan por miles en todo el mundo y también han llegado a la delegación española. Se trata de técnicos cualificados y con sobrada experiencia nacional e internacional, un valiosísimo capital humano especializado en innovación y desarrollo que ha sido desperdiciado solo por el hecho de cumplir demasiados años.
Hablamos de la generación que tiene entre 45 y 55 años, la más castigada por los cambios estructurales que están sufriendo grandes multinacionales como IBM. F.H. es uno de los técnicos cuyo puesto ha sido “amortizado” por razones de edad. “El comportamiento de IBM cuando despide a sus trabajadores es miserable: procuran indemnizarte por debajo de lo que el Estatuto de los Trabajadores contempla, cosa que la mayoría aceptamos para evitar alargar el proceso y ante el riesgo de que un juez pudiera dar la razón a la empresa. Me temo, además, que alguien conseguirá un objetivo (y una comisión) si minimiza el gasto por despido”, asegura.
Cuando F.H. entró en la compañía se “mimaba” a los trabajadores y una de las máximas de la empresa era: “lo más importante de IBM son sus empleados”. Los sueldos eran elevados y la motivación altísima. Excepto para algunos jefes, la situación ahora es bien distinta: los salarios han bajado considerablemente, la carga de trabajo es muy alta y la dirección tiende a considerar a los empleados “como herramientas de usar y tirar y a deshacerse de ellos con argumentos poco o nada razonables, como la edad”, asegura. Según F.H., el clima de trabajo es “pésimo y de cuidar a los trabajadores, nada. El único motor que mueve a la empresa es la avaricia”.
“Trabajar en ventas, como mi caso, acarreaba estar constantemente al día de los productos y tecnologías que vende la empresa, lo que, unido al conocimiento de nuestros clientes que da el trato de años, hace a los empleados veteranos más valiosos. Así que, sueldos aparte, difícilmente puede ser la edad un argumento objetivo para echar a la gente a la calle y me temo que en IBM-España nadie discute las consignas dadas desde Estados Unidos por muy irracionales que sean”, se lamenta.
Luis tiene 55 años, una edad fatídica si trabajas en IBM. Tras casi dos décadas en la compañía ha sido despedido como otros compañeros de su promoción. “Todas las historias son parecidas y aunque los contratos son distintos las formas que utiliza la empresa son siempre las mismas. Te despiden sin darte el preaviso, de un momento para otro; te presentan a los de recursos humanos y aquí te pillo aquí te mato”, afirma. Luis asegura que la carta de despido que IBM le envió para comunicarle que su contrato quedaba rescindido está “llena de falsedades, mal redactada y tiene un estilo estalinista”.
“A unos les toca a los 55, a otros antes o a los 57. Te dan unos minutos para recoger tus cosas, sacar tus datos del ordenador y marcharte. Es tremendo. Al día siguiente vas al abogado y acabas destrozado. Si al menos hicieran un ERE y te avisaran de modo adecuado sería otra cosa, pero esas formas agresivas te hacen daño”, insiste.
¿Pero cómo ha llegado a esta situación una empresa puntera en la investigación y antes exquisita en el trato a sus empleados? Fundamentalmente los criterios de dirección se han empobrecido como consecuencia de la crisis y de la alta competitividad en el sector. El modo de gestión inicial no tiene nada que ver con el actual, los gestores de la compañía buscan resultados a corto plazo y los trabajadores, todos ellos de elevadísimo nivel técnico, han pasado a un segundo plano. Lo que ha cambiado en realidad es la filosofía empresarial de IBM como consecuencia de la presión de los números y de los balances de contabilidad, que ha sido decisiva. La facturación cayó en picado en solo 23 trimestres, pasando de 110.000 millones de dólares a 79.000 millones. Fue entonces cuando los altos ejecutivos empezaron a temblar en sus despachos.
“La dirección general trabaja para tener contentos a los accionistas. El beneficio por acción ha caído, así que se trata de reducir gastos echando gente a la calle o contratando mano de obra barata en países como China. Es la deslocalización”, asegura Antonio, un empleado que fue despedido a un mes de cumplir los 55 años. “Si un software no se vende, toda esa gente que trabaja en el producto es despedida. Y todo por mantener contento al accionista. Es así de simple, aunque sea a costa de quitar buenos cerebros y contratar cerebros más baratos. De ahí los despidos, pero ni así remonta la facturación, que se mantiene en niveles más o menos parecidos”, añade Antonio.
La crisis económica ha llevado a IBM a perder clientes, muchos técnicos de primer nivel y de alto valor añadido se han marchado o han sido despedidos por la edad y a los jóvenes contratados como mano de obra barata les suele faltar experiencia o el conocimiento de los veteranos. Es así, prescindiendo de la mejor materia gris con la excusa de la edad y los elevados salarios, como se va perdiendo la marca de calidad de una empresa.
Antonio, que tiene dos títulos universitarios, recibió también la carta de despido. “No me lo esperaba. Hoy, con tres hijos, divorciado y con una hipoteca, puedo decir que me han jodido. Han despedido a alguien que trabajaba 10 y 11 horas diarias, fines de semana, siempre dando el 120 por ciento. Mi idea era consolidar un plan de pensiones para poder retirarme, pero me presentaron una carta de despido alegando bajo rendimiento, cambio en el modelo de negocio, que mi perfil ya no servía… Me siento herido; yo he dado 20 años de mi vida para terminar en esto, que es como un mal divorcio. Nunca había tonteado con ninguna otra empresa, solo esperaba acabar una carrera lustrosa en IBM, una casa a la que siempre había querido un montón”, se lamenta.