El desaforado amor que parecen tener los medios de comunicación de la derecha por la presidenta de la Comunidad de Madrid no es tal, simplemente es una unión por intereses compartidos. Ideológicamente pueden estar cerca, defienden los intereses de la clase dominante, pero no son tan estúpidos en las diversas direcciones de los medios cavernarios para pensar que Isabel Díaz Ayuso es una política capaz e inteligente. Bien al contrario entienden que hay que apoyarla pues de donde no hay no se puede sacar. Día a día la catástrofe se cierne sobre las cabezas de las madrileñas y los madrileños, quienes vienen sufriendo un alza en los precios de la vivienda; quienes ven cómo sus salarios cada vez dan para mucho menos; quienes ven cómo el ocio nocturno es cada vez peor, de más mala calidad, destruyendo toda la actividad musical madrileña; y quienes ven ahora cómo su hijas e hijos son enviados al matadero del coronavirus en las escuelas por la falta de previsión o simple ignorancia.
Esto lo saben los madrileños y madrileñas, como lo saben el resto de las gentes de España –Adrián Barbón todavía está sufriendo el ataque de risa que le provocó el mensaje de proporcionarle formas de acción contra el virus que ofreció IDA-. Sin embargo, parece que los medios de comunicación de la derecha no se han debido enterar. Luego se quejan que los cataloguen de cavernarios pero frente a una realidad clara y consistente desde sus tribunas y portadas no hacen más que ofrecer una realidad paralela y distorsionada. De hecho si se ven las portadas parece otro país y otra comunidad autónoma –algo que sucede con Andalucía y por razones parecidas a Madrid, como se verá-. No es cuestión ideológica ese ocultamiento de la verdad, es pura y simplemente monetaria. Los medios cavernarios son los grandes beneficiados de los millones de publicidad institucional de la Comunidad de Madrid, ergo los deseos de IDA son ejecutados ipso facto.
Cuando se revisan las cuentas de la publicidad institucional es sorprendente que medios como ABC o La Razón tengan más ingresos de los que deberían en razón a sus lectores y visitas web. No es extraño, por tanto, que sean los medios más lambiscones con diferencia. El Mundo tampoco se queda atrás con la genuflexión ante la presidenta madrileña, como también hacen en Ok Diario. Aunque en el caso del último tiene más que ver con las órdenes del viudo con gafas, que ya se encarga de que la redacción tenga sus salarios cubiertos. Aunque a nadie amarga un dulce vía publicidad institucional y ya que los intereses urbanísticos y de derivación a lo privado coinciden con los del dueño de Clece, pues mejor que mejor. A ello súmenle los medios de comunicación regionales que dependen casi en su totalidad de la publicidad institucional y no osarán jamás hablar mal de la presidenta.
Si analizan los datos de publicidad institucional verán que se gastan casi 6 millones de euros, que repartidos de forma adecuada no sirven para cubrir gastos de los medios, pero sí que permiten tener flujo de caja en muchas ocasiones. Además, hay que tener en cuenta que el Ayuntamiento de Madrid también tiene una buena suma de millones para publicidad (también gobernada por el PP). Dos más dos igual a cinco. ¿Por qué cinco? Porque más allá de la publicidad directa que debería ser proporcional a los lectores, los medios de la derecha reciben dinero por otras vías. Así el Consorcio de Transportes lanza sus propias campañas. Turismo puede subvencionar una iniciativa -guiño, guiño- que se le ha ocurrido a Francisco Marhuenda sobre lo bella que es Madrid. O en ABC hacer una revisión histórica del 2 de mayo –guiño, guiño-. Son millones y millones, además de filtraciones selectivas, para cerrar bocas y abrir… En otras palabras, desde la sede de la puerta del Sol se compran voluntades periodísticas. Como se ha hecho y se hace desde San Telmo en Sevilla. Madrid y Andalucía son las grandes comunidades financiadoras de medios –Cataluña también lo es pero de aquellos que apoyan la independencia y hacen cosas de catalanes independentistas, más alguno afín de la capital madrileña-, por lo que tienen la posibilidad de tener muchas amistades en la “prensa cavernaria”.
¿Cuántos millones de euros van a costar a madrileñas y madrileños las alabanzas lambisconas de Marhuenda, las genuflexiones de Francisco Rosell, el besamanos baboso de, ya en su estertor directivo, Bieito Rubido? Unos cuántos porque gratis no va a ser salvarle la cara a una persona tan incapaz hasta de hilvanar una frase que sea coherente. ¿Piensan que fue gratuito el acudir a La Sexta Noche? No, otra cosa es que siendo como es IDA la entrevista a cuerpo de reina saliese mal. Como tampoco serán gratuitas sus visitas esta semana a las cavernarias mayores de las mañanas televisivas para darle toda la vaselina que puedan. Verán algún publirreportaje en esas cadenas sobre Madrid a no más tardar. También hay pagos con filtraciones como la de ayer a ABC con los test rápidos que son tan bueno como una PCR –no lo han comunicado por las vías oficiales de la Comunidad-. Una entente monetaria, en resumidas cuentas, para que persista en el gobierno el trifachito madrileño –o el andaluz-. Hagan la prueba y verán que medios progres no tienen publicidad de la Comunidad (o Ayuntamiento), ni de agencias de la misma, salvo las obligatorias, mientras que en la prensa cavernaria abundan. Compra de voluntades se llama y además tienen intereses comunes, un gana-gana de manual.