En este mundo loco lleno de, por decirlo de manera suave, atontolinados que hoy dicen una cosa y mañana la contraria, porque quien le cae mal o bien ha dicho algo que ayer defendían, la última es observar que al papa Francisco le han calificado de fascista. ¿No habían quedado los apologistas del catolicismo de lo mío que era comunista? Entonces, ¿qué es?, ¿comunista?, ¿fascista?, ¿mediopensionista?, ¿fascista con las maitines y comunista con el rosario? ¡Decídanse!
El dictadorzuelo nicaragüense Daniel Ortega, además de criticar a Lula por no apoyar al dictadorzuelo Nicolás Maduro, además de ofrecer al sátrapa venezolano combatientes “sandinistas” —que deben estar muertos la mayoría o encarcelados por él—, además de todo eso ha afirmado que «El Vaticano es un instrumento más en todas estas batallas que estamos librando, un instrumento más que es parte del conglomerado del fascismo que, en nuevas modalidades, quiere dominar el mundo». Y al frente del Vaticano está el más fascista de los fascistas, el Papa.
Y todo porque, tras haber expulsado a 245 religiosos, haber tenido encarcelados a unos cuantos, el romano pontífice se ha limitado a criticar la satrapía nicaragüense pidiendo, asimismo, que los nicaragüenses se dejen guiar por el Espíritu Santo, el cual, ayuda a caminar hacia «proyectos más altos. Que la Virgen acompañe al amado pueblo de Nicaragua». Debe ser que ha entendido el mensaje como una clave que tiene Francisco I con la CIA para preparar alguna invasión y deponerle como dictador. O que en estos tiempos oscuros se cae en lo más simple, efectivo en muchas ocasiones pero simple, recurso de señalar al Otro como algo malicioso. Si uno se cree de izquierdas, lo que no están de acuerdo son fascistas o ultraderecha (léase las cosas que dice Pedro Sánchez), y si uno se cree de derechas califica al Otro como comunista (léase Donald Trump o Isabel Díaz Ayuso).
Un mensaje agonístico para devoradores de piensos Sanders y lanzado por gentes que, al carecer de ideas y proyectos reales, ocultan su incompetencia y egolatría con mensajes simplistas e irreales. Por eso acaba por acontecer un hecho paradójico, quienes ayer mismo solicitaban al papa Francisco que lanzase todas las maldiciones posibles contra el dictador Venezolano, y por no hacer era un comunista, hoy le defienden porque un dictador “comunista” le ha calificado como fascista. Lo mismo ha sucedido en sentido contrario cuando le han calificado de comunista.
El papa Francisco es católico, con sus errores y aciertos —no deja de ser precisamente un ser humano—, y ya. Eso supone que se guía por la doctrina católica y el buen hacer personal. Ha cometido errores cuasi doctrinales, llevado por el espíritu de los tiempos, su comportamiento humano ha dejado que desear con algunas personas, pero en esto de las relaciones internacionales se ha dejado llevar por la doctrina y la tradición: el diálogo y la paz. Por eso es increíble que quienes le califican de pusilánime con Venezuela, no recuerden que lo mismo dijo su veneradísimo Juan Pablo II con respecto a la dictadura chilena. Sí, se empeñó en acabar con los totalitarismos del Este europeo, como Pío XII excomulgó a los comunistas, pero en el pecado llevan la penitencia, porque esa ruptura y posicionamiento permitió la entrada del postmodernismo hasta el mismísimo Vaticano.
Entonces ¿qué es Francisco? El papa de Roma. Si dicen que es comunista o fascista ya saben que están frente a un ser poco dado a pensar por sí mismo. Por lo tanto, de forma sinuosa, como despistado, apártense de esa persona, le puede acabar por absorber el cerebro, como esos zombies de las películas de serie B.