En breve se celebrará el cuadragésimo primer congreso del PSOE. Un paseo para Pedro Sánchez pues no ha tenido que disputar la jefatura a nadie. Ya se había encargado, junto a sus secuaces, de que en el PSOE sanchista sea imposible practicar la democracia —hay provincias y agrupaciones donde no se han votado las enmiendas, ni las listas de delegados—. Un 41º Congreso en el que, más allá de las típicas peticiones republicanas y laicistas, no pasará nada. Da igual lo que ponga la Ponencia Marco porque Sánchez y sus secuaces solo tienen un propósito, perpetuarse en el poder y para ello no se pueden aferrar a programa o ideología alguna.
El papel mojado de la Ponencia, la elección ya hecha del secretario general y las hordas de invitados del partido (tantos como delegados) para abolir cualquier intento de crítica por el típico mecanismo del insulto o la presión de gritos en la oreja del crítico junto a amenazas de golpearle el cuerpo, hacen que lo único interesante esté en la elección de la ejecutiva federal. Los seis que quieren modificar los estatutos harán ruido pero poco más. Una Ejecutiva que será decidida totalmente por su sanchidad, como a él le gusta, y frente a la cual no hay posibilidad de alternativa estatutariamente. Hará que consulta con los barones y baronesas y luego pondrá a los más fieles y bocabajos.
El problema es que es posible que parte de esa ejecutiva acabe imputada/investigada a no pasar mucho el tiempo. María Jesús Montero parece que se puede librar de acabar en los tribunales, aunque ella era la que estaba al mando del gobierno durante gran parte de la DANA el día 29 de octubre —Sánchez estaba haciendo el indio—, pero si a alguien le da por pensar igual… Teresa Ribera no estará en la ejecutiva porque bastante tiene con lo suyo y, toda vez que ya está colocada en Europa, que le quiten lo bailado. Pero imputada puede que acabe ya que los jueces españoles actúan como Clint Eastwood en Cometieron dos errores.
El secretario de Organización, Santos Cerdán, es más que probable que acabe enfangado en alguno de los procedimientos que están abiertos. Y no por los 15.000 euros que según Víctor de Aldama le entregó a Koldo García para que se los diera al navarro —se espera que tenga alguna prueba de ello el acusador acusado—, sino porque fue él quien metió en el meollo del PSOE a Koldo. Fue Cerdán quien trajo al machaca para cuidar, primero, de Sánchez y luego hacerse mano derecha del bragueta floja sanchista, José Luis Ábalos. Éticamente debería haber dimitido pero como los sanchistas eso de la ética ni saben, ni tienen intención de saber qué es, pues ahí sigue. Pero no se puede descartar una imputación a futuro, incluso por las declaraciones de Aldama ya que es raro que alguien se autoimpute más delitos sin pruebas.
Su esbirro más eficaz, el Lavrenti Beria del sanchismo, Félix Bolaños, también puede acabar imputado en la causa abierta contra Begoña “Mercury” Gómez. Él era el jefe y responsable directo de Cristina Álvarez, la amiga íntima de Begoña que colocaron en Moncloa como asesora (clin, clin, caja) para que trabajase al completo servicio de una persona que carece de cargo y funciones. Utilizar a personal de un ministerio o de la presidencia del gobierno para trabajar con una persona ajena a todo ello es un más que probable delito. Bolaños es el responsable de que eso se estuviese produciendo y por ende imputable.
Le quedan las personas más incapaces, algo que no es que le preocupe a Sánchez pues ya se basta él solo para todo, de todo el PSOE en décadas. Incluso más incapaces que los que acompañaban a José Luis Rodríguez Zapatero. ¡Ah, que esos siguen ahí! El sanchismo no deja de ser la farsa de la tragedia que supuso el zapaterismo inilustrado. Los hijos de Pepiño y el sonrisas son los que mandan ahora, junto a los más chusqueros del peor PSOE.
De ahí saldrá la próxima ejecutiva que tendrá como finalidad llevar al PSOE a la derrota final, como sucede en Francia o en Alemania, con añadido de la pocilga en que han convertido el partido con todo dios corrupto o imputable por creerse que no les iba a pasar nada, que pueden hacer lo que sea saltándose la ley. Como lograron hacerlo, con la complicidad del 50% de los militantes —esos sugus que cansinamente intentan demostrar que Sánchez es el gran luchador antifascista, el más inteligente de todos, el que tiene como esposa a una genio de no se sabe qué especialidad laboral, el que ha escrito todos sus libros y su tesis doctoral…—, dentro del partido pensaron que fuera sería igual… y no, no es igual.
Difícil elección la suya porque entre sus fieles y amigos no queda uno que no esté manchado por algo, como manchado está él mismo. Tanto por su esposa y esos tejemanejes raros, como por la cobardía que viene demostrando (¿por qué no acudió a votar al parlamento?).