La tendencia es clara en todas las encuestas que se vienen haciendo en los últimos meses, Ciudadanos apunta a la cabeza de casi todas ellas cuando no se sitúa como fuerza más votada. El último fin de semana el sondeo de Metroscopia para El País confirmaba que seguía al frente la formación de Albert Rivera. Pese a que en público los diferentes cargos orgánicos y públicos del PSOE niegan preocupación por esos datos, incluso se permiten observaciones sobre la manipulación mediática, en privado la cosa cambia. Preocupación ante los últimos datos toda la del mundo.
Hasta la fecha Ciudadanos iba robando votantes al PP, y algunos al resto de formaciones, y se hablaba dentro del PSOE de transferencia en el mismo lugar del eje. Es más, para muchos y muchas (de la Ejecutiva y de las federaciones), suponía un alivio el poder tener a dos partidos a izquierda y derecha para poder gobernar en coalición. El PSOE seguía ocupando la centralidad del tablero y eso ponía a Pedro Sánchez en La Moncloa. Sin embargo, las cosas se han torcido y ahora la formación naranja está devorando el flanco derecha del socialismo patrio. En todas las encuestas, las que le dan buenos datos y las que no, la tendencia que se marca es la misma. Rivera le come el terreno a Sánchez. Curiosamente, donde mejor aguanta el tipo el PSOE, es en las regiones de los barones “malvados” y que “debían ser quemados en la hoguera” (no sabemos de si de las vanidades o no).
El dilema ahora para Sánchez es tremendo porque el PSOE pierde la centralidad del tablero político español. Puede pasar de ser un partido de gobierno a ser un partido muleta de un gobierno. Y esto se refleja en los discursos y andanadas que suelta el dirigente socialdemócrata a derecha e izquierda. Hoy ataca a Podemos, para pactar cualquier medida liberal con Ciudadanos, y mañana ataca a Ciudadanos para pactar cualquier política social con Podemos. Sin quererlo está cayendo en el cuñadismo del partido naranja. Por jugar a ser un partido omnímodo pierde y gana por ambos flancos. La paradoja es que existen numerosísimas posibilidades de que acabe siendo muleta de Ciudadanos para gobernar la Comunidad de Madrid y de Podemos para gobernar en la capital madrileña. Ahí está la clave, perder su sitio en el tablero político.
Pasar de ser visto como un partido de gobierno para toda España, un partido central en la política española, a ser un partido que servirá a otros a gobernar. Ahora transmiten que el PSOE ganará (eso vienen diciendo Sánchez para reafirmar esa imagen), que el PSOE es un partido de gobierno, no como los demagogos de Ciudadanos o los populistas de Podemos, que el PSOE tiene una gran historia en poner en práctica políticas en favor de la ciudadanía española, que el PSOE no es como otros partidos socialdemócratas, pero se le va poniendo cara de Martin Schulz a Sánchez. Y todo ello, curiosamente, cuando se ha acogido al discurso de Susana Díaz, que supuestamente era el más de derechas del PSOE. Analicemos con cuidado lo que pasa.
Carencia de discurso y desgaste innecesario.
En las últimas fechas, como avanzamos, Sánchez parece haberse inclinado por el discurso de Díaz. Por un discurso más liberal, más buscando la centralidad (la falsa centralidad habría que decir, si se analizan bien las encuestas), más intentando no perder por el centro. Aquello de Somos la izquierda parece haberse olvidado en las últimas semanas. Todos los arúspices que rodean a Sánchez le conminan a abandonar la senda de la izquierda, sólo manteniendo ciertos matices, pero olvidando veleidades “rojeras” como las de las primarias. Ese discurso era bueno para engañar a la militancia, ahora hay que hacer el discurso que puede llevar al gobierno. El problema es que tampoco se hace ese discurso. Todo lo más se va a salto de mata entre una propuesta u otra. Una de derechas y otra de izquierdas. Pero siempre a respuesta de la agenda política que marcan otros partidos. Sólo en el caso del Valle de los Caídos se ha sido el primero, y lo curioso es que se ha abandonado el frente (por mucho que Ander Gil clame desde el Senado), quedándoselo Podemos.
No tiene discurso en sí el PSOE de Sánchez. El nuevo PSOE, por así decirlo, es un partido de las propuestas. Nada más. Y la suma de propuestas no establece un discurso. Relatos todos los que quieran pero insípidos o insustanciales para la sociedad y el cuadro político en el que se está jugando. ¿Qué fue de la España plurinacional y federal? España ante el mayor desafío territorial de su historia y ya casi ni se escucha nada sobre eso desde la socialdemocracia patria. Parecen haberse encerrado en el discurso del gobierno y lo malos que son los secesionistas. Hasta el pobre Iceta desaparece de cuadro en esta película.
Pero sí se ha hablado de las pensiones. Decenas de asambleas abiertas para explicar la propuesta de pensiones del PSOE, eso sí, el 95% de la ciudadanía española aún desconoce qué propone el partido más allá de un impuesto a los bancos. Un desgaste innecesario para no influir en el conocimiento de las personas. Un desgaste que suena más a 12 meses, 12 causas, que a lo que realmente debe hacer un partido que se cataloga de izquierdas y quiere gobernar. Eso sí, las redes mueven un montón de memes y tuitean muchas fotos. El problema es que sólo las acaban viendo las personas que ya están convencidas. Otro desgaste innecesario. Y así con una u otra idea de esos laboratorios que tienen de gentes tan inteligentes en Ferraz.
El PSOE como partido de “no gobierno”.
Lo peor que le puede pasar al PSOE es pasar a ser un partido que ya no se vea como alternativa de gobierno. Salvo casos puntuales, nadie tiene claro que el PSOE vaya a gobernar. Por sí solo imposible, tal y como está el panorama político actual. Pero comienza mucha gente a olvidarlo como preferencia para dirigir como partido más votado un gobierno de coalición. Desde Ferraz hablan de un posible triple empate entre PP, Ciudadanos y PSOE, eso sí, con ventaja en diputados para los socialistas. Es una posibilidad sin duda, el problema es que no es lo que está visualizando la ciudadanía. Esa misma que se entusiasmó con el giro a la izquierda y que ahora mira perpleja al PSOE. Lo que pasa es que quienes se entusiasmaron tenían menos de 45 años en su mayoría, que no es precisamente el electorado fiel del partido. Por tanto, con el giro a la derecha en busca del centro nadie garantiza esa victoria. Salvo que se quiera gobernar sobre un voto mayoritariamente de más edad. Lo que supone pan para hoy y hambre para mañana por una lógica biológica.
En Madrid (Comunidad y Ayuntamiento) nadie ve al PSOE como posible ganador. En ninguna de las dos contiendas. Sólo dentro del PSOE se lo creen, pero esto es casi normal en un partido político. En todos los escenarios sería el PSOE quien apoyaría a otros para gobernar. Y esta imagen que se produce en el centro del Estado, y que genera una imagen más potente en los medios de comunicación, puede transmitirse ya al resto del país. En Cataluña está casi desaparecido, en Euskadi tres cuartos de lo mismo, sólo le falta quedar como segundón en Madrid para transmitir una imagen de “no gobierno”. Y con la adenda de un problema mayor, que si quisiese girar a la derecha aún más, ese espacio ya está poblado por Ciudadanos, que además tiene todo el apoyo del poder mediático.
El dilema debe resolverlo cuanto antes Pedro Sánchez porque se juega la vida política (por mucho que se haya intentado blindar con el nuevo reglamento) y la de su partido. Puede dejar al PSOE como una isla andaluza y muleta en otros lares. Hasta el momento ha tenido suerte que en Podemos no han acertado ni una de las veces en que han podido pasar al PSOE, pero igual eso no ocurre siempre. El PSOE no está en los medios, tanto por culpa del establishment, como del propio partido que no está llevando la mejor fórmula de comunicación. Pero la responsabilidad, por muy coral que sean los mensajes, es completamente de Sánchez. O toma el empuje con un discurso estructurado y propio, o estará en un gobierno como vicepresidente como mucho.