Hubo un tiempo en que Alfonso Guerra hacía unos encuentros veraniegos, a modo de escuela de verano, donde se reunía lo más granado de la intelectualidad de izquierdas española y extranjera. Allí se debatía y de donde surgió el olvidado Programa 2000 del PSOE. Había actividad intelectual en el seno del PSOE y mucho diálogo con otras organizaciones políticas del espectro izquierdo. Con la llegada al poder de Rodríguez el PSOE hizo una apuesta en falso por el republicanismo y el laicismo, pero se intentó generar un debate que hoy sigue abierto, especialmente en lo relativo a identidades. Hoy es la nada. El vacío y la inexistencia de participación en los debates de la izquierda española y europea.
Justo ayer se celebró en Ferraz la reunión que situaba al frente de la Fundación Pablo Iglesias a Beatriz Corredor, algo sorprendente por la nula dedicación a lo intelectual de la electa por el dedo de Pedro Sánchez como ya se comentó. Y una mirada al patronato ya desvela el porqué de la pregunta que se hace en el título. Siempre ha habido políticos, desde que se volvió a recuperar en los años setenta, pero en otras épocas podías ver a Luis Gómez Llorente, Alfonso Guerra, Antonio García Santesmases, José María Maravall junto a filósofos, politólogos, sociólogos de lo más destacado de España. No era sólo el PSOE, era el PSOE (la gente de pensar si lo prefieren) y la intelectualidad de izquierdas. Hoy, donde el secretario de Formación del PSOE, Javier Izquierdo, es un arquitecto dedicado a cosas de arquitectos, ya está todo dicho. Y si ves a José Luis Ábalos y algunos más pues se te cae el alma a los pies. Que nadie duda de su experiencia política, llevan muchos años en esto, pero sí de algo que tiene una vertiente intelectual y de generación de ideas.
Daniel Bernabé con su libro La trampa de la diversidad ha generado un auténtico revuelo en la intelectualidad de izquierdas. Van ya cuatro o cinco ediciones agotadas, lo que para un ensayo es una auténtica exageración. El argumento fundamental es que el neoliberalismo se ha apoyado en las demandas de colectivos minoritarios y el feminismo (hasta cierto punto) para socavar la conciencia de la clase trabajadora. Algo que hacia 1997 ya había adelantado Eric Hobsbawn en Identity Politics and Left y que ha sobrevolado el debate fundamental de los posicionamientos de izquierdas de los últimos años, desde Alain Badiou a Jacques Rancière o Göran Theborn (al que antes invitaban en la Fundación Pablo Iglesias, por cierto). El libro y el argumento no es que sea algo deslumbrante pero ha servido para que se desate un debate en la izquierda.
Alberto Garzón respondió con su Crítica de la crítica a la diversidad donde, apoyando en cierto sentido buena parte del argumento del uso de la diversidad, ofrece una serie de errores cometidos. Esto desde Izquierda Unida, pero desde Podemos Isabel Serra y Jacinto Morano también han querido expresar sus críticas y ampliar el debate en su ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Una crítica a La trampa de la diversidad. También en estos días se ha presentado el libro de la editorial Siglo XXI, La clase trabajadora editado por José Manuel Rivas. ¿Alguien del PSOE o cercano al PSOE ha dicho algo? No. Y seguramente no será porque no interesa el debate sobre el subjetivismo, o sobre la clase trabajadora, o sobre los supuestos con los que domina la clase dominante. Más bien es que hay un problema estructural en el PSOE, carece de pensadores o intelectuales orgánicos y cercanos. Nadie se imagina a Adriana Lastra confrontando sobre estas cuestiones con Irene Montero.
En el debate sobre el problema de España, o España como problema, que se establece sobre el republicanismo como solución al problema de las nacionalidades, o del federalismo por lo mismo, o de la precariedad laboral, o sobre Europa-España los socialdemócratas casi ni aparecen. Alguna cosa suelta de Juan A. Torres. Algún suspiro de Manuel Cruz (que medio nos deprimió en su libro La flecha (sin blanco) de la historia), quien es diputado pero de esos que tienen escondidos por ahí. Alguna cosita de Ignacio Urquizu sobre la irrupción de la extrema derecha en Europa (La contrarrevolución que nos viene), aunque hay que recordar que ya Sánchez I le parecía casi marxista (y eso que pactó con Ciudadanos y era considerado en las primeras primarias el de la derecha del PSOE) cuando pedía centrarse al PSOE y poder meter la cabeza en las clases altas y media-altas (vamos en la burguesía) en La travesía del PSOE. Antes tenía a José Antonio Pérez Tapias para tapar el hueco en republicanismo y federalismo, pero abandonó el barco al ver lo que había.
Esta es la intelligentzia del PSOE para el debate generador de ideas y estrategias. Carencia absoluta de intelectuales orgánicos como diría Gramsci y de intelectuales cercanos al PSOE. Hay algún politikon que se quiere acercar e intenta meter la cabeza en los debates pero no es su especialidad y no dan para eso, sólo para ir ahora a pedir subvenciones a los ministerios (que por eso hacen acercamientos). Queda Juan Moscoso pero con su teoría de la inexistencia de clases sociales objetivas y materiales sino que deben ser determinadas por su consumo pues parece como liberal y de Ciudadanos. Rafael Simancas, otrora gran esperanza blanca que se pegó un tamayazo, se quedó en Piketty y la acumulación de capital en pocas manos. Pero no hay más gente para participar en esos debates que trascienden lo político del día a día y las fronteras. José Manuel Rodríguez Uribes, delegado del gobierno en Madrid, podría hablar sobre laicismo pero poco más.
Y con la conformación del patronato de la Fundación Pablo iglesias y su dirección en alguien que de esto igual ni se ha enterado, el PSOE se desconecta de una parte de la sociedad que va más allá del Somos la izquierda, y demás eslóganes que gustan en Moncloa. Sin estar en el debate de la izquierda se pierde la oportunidad de ser más que un partido cartelizado, de un partido que forme a sus bases, a sus cuadros en algo más que cuatro lugares comunes que se aprenden desde Juventudes Socialistas. Podemos, Izquierda Unida y Equo están en los debates y el PSOE, salvo en la cuestión feminista por el gran empeño de las mujeres del partido, no. Y esto no es algo de ex-comunistas. Jeremy Corbyn, Benoît Hamon o la Izquierda Socialista del SPD alemán están en este tipo de debates. Por tanto, es algo que también la socialdemocracia piensa y que desde la ejecutiva del PSOE deberían pensar.