¿En qué momento el camarlengo monclovita pensó que sería bueno cambiar el sentido de la campaña de Ángel Gabilondo? No se sabrá. Incluso se dirá que fue por presiones de otros –apunten a que en las columnas de periodistas afines se apunte hacia José Luis Ábalos. Pero la metedura de pata de Iván Redondo en la campaña electoral madrileña se estudiará en comunicación política como eso que no se debe hacer. Igual es ser muy optimista porque los comunicólogos (los nuevos sofistas de la política espectáculo) se protegen entre ellos y jamás aceptan un fracaso. La realidad es que la mayoría de ellos no conocen los entresijos reales de la contienda política y se les nota. Son incapaces de pararse a analizar el trasfondo, el contexto y el sentido histórico de cualquier elección. Tienen unos trucos, que pueden haber funcionado en el pasado o los copian, y los aplican a capón.
Aquí se señaló, antes de que comenzase todo el movimiento de las elecciones en sí, que la sociedad madrileña es bastante conservadora, con todo lo que ello implica. ¿Qué implica? Lo primero no irse por los cerros de Úbeda como ha hecho el camarlengo monclovita con la campaña socialista. Si, dado que el dedo de Pedro Sánchez decidió que era Gabilondo el candidato –aunque con ayuda de su cohorte de Moncloa (que se venden como listos pero parece que no lo son tanto)-, dado que la lista se haría en Moncloa y no en Buen Suceso, dado que se decidió hacer valer el perfil de moderado –hasta el aburrimiento habría que añadir-, ¿por qué se cambia y se entra al trapo de la batalla identitaria? Con ese movimiento, que es fundamental, no sólo se tiraba a la basura el perfil de concordia y consenso del candidato, sino que se entraba en un terreno de lucha para el que se carecían de armas. Los fichajes monclovitas (incluyendo a la gafe Irene Lozano) estaban pensados para hablar de gestión, no de identidades.
Fíjense que en el PP han tapado a los gestores (David Pérez, Enrique Ruíz Escudero…) y han presentado a los charlatanes. En el PSOE no había charlatanes, ni gestores casi tampoco. Llevan tantos años en el PSOE de Madrid viviendo tan bien en la oposición que sacarles de esa lógica era complicado, pero es que los nuevos (con alguna excepción) o eran desconocidos o no tienen el mínimo punch político. Una campaña y unos candidatos pensados para pelear en el terreno de las propuestas y la capacidad de gestión y se lían a hablar de fascismo, amenazas, madrileñismo y demás memeces. Por si fuera poco, lanzan al candidato a una petición de voto indefinida. No se sabía si quería que le votasen a él o a los demás partidos de la izquierda.
El segundo error, que proviene de no conocer Madrid realmente –debe ser que el camarlengo es más del Madrid de las cañas-, ha sido dar a entender que pactaría con Pablo Iglesias sí o sí. O lo que es lo mismo, que se reeditaría el gobierno de coalición que está en Moncloa. Eso le puede hacer sacar los más perversos deseos al camarlengo y demás personajes de viejas astracanadas políticas, pero en Madrid no cala ese tipo de coalición. Tampoco en otros sitios donde ya han puesto remedio mandando a Podemos fuera del sistema político. Son miles los votantes del PSOE que carecen de simpatía hacia el mesías podemita y su entorno. Tantas encuestas y estudios que piden en Moncloa y son incapaces de hacer algún grupo de investigación para analizar el contexto. Eso sin contar la prepotencia de minusvalorar al contrario. Lo curioso es que igual hasta pretendían captar el voto de Ciudadanos asilvestrando a Gabilondo. ¡¡¡Unos genios!!!
La prensa de derechas extrapolará estos resultados a nivel estatal –ayer se reflexionó sobre ello-, algo que debería haber previsto el camarlengo y que ahora, con la campaña que se han dejado montar, no podrán confrontar como se debe. También se dijo ayer que una cuestión es que no extrapolen los resultados y otra es que no deban caer cabezas. Algunas por incompetencia demostrada y otras, casi todas en el PSOE de Madrid, por tragar con todo desde hace años. No han sabido leer el fracaso del baloncestista. No han sabido leer el fracaso de Gabilondo como político. No saben leer nada en realidad sino vender humo y motos a proporciones parecidas. Sonó la flauta con Salvador Illa –que tampoco ha servido para mucho- pero es la única vez que se ha ganado algo (Galicia, País Vasco…) desde que están unos cuantos brujuleando tras Sánchez. No sólo es el camarlengo, principal culpable, sino que muchos van de listos pero saben poco o nada. Donde no llegan los tentáculos monclovitas, los resultados son otros.