Jaume Roures es un empresario trotskista (lo que quiere decir un progre postmoderno, seguidor de las tesis de George Soros y traidor de la clase trabajadora) que está haciendo fortuna con el mundo del fútbol. También mete sus manos en medios de comunicación y ámbitos culturales, así como en la política donde es conocido sus apoyos al entorno de Podemos (en realidad aquellos que son señalados como amigos por el Mesías).
Para rematar la faena, es el avalista principal de la ejecutiva de Joan Laporta y quien ha ayudado (según sus propias palabras) al FC Barcelona en la activación de la última venta de patrimonio (o palanca en argot laportista) por 100 millones de euros. Unos millones que las redes sociales han dejado bajo sospecha porque podrían haber salido de un crédito del Gobierno para el fomento de empresas tecnológicas o aplicaciones de engañabobos, que viene a ser lo mismo.
Cadáveres de trabajadores
Lo que es menos conocido, porque tienden a callarlo pero que aquí tiene importancia suma, es la cantidad de cadáveres que ha ido dejando a lo largo de sus años como empresario. Cadáveres de personas de la clase trabajadora, especialmente, y otras instituciones. Meadiapro dejó tirados a los franceses (algo que puede hacer sentir gustito a los francófobos) en la retransmisión de su liga. Se fue, nunca mejor dicho, a la francesa y si te he visto no me acuerdo.
Mucho peor es lo que ha hecho con alguna editorial o proyecto editorial y econ los trabajadores del periódico (en papel) Público. Los dejó tirados y debiéndoles más de dos millones de euros en salarios. Ese es el espíritu Roures. Mientras me eres útil te pago, cuando debo salir echando najas que te den, ni un euro vas a ver. Sin ningún sentimiento, el trotskista machaca al trabajador cuyos derechos son pisoteados sin ningún pudor. Este espíritu es el que se está extendiendo en la ejecutiva de Laporta.
La prensa como ariete
A Martin Braithwaite le quieren dar la carta de libertad porque ya no cuentan con él. El jugador hace valer su contrato legalmente firmado y no llega a un acuerdo de rescisión (por cierto existe una cláusula que sirve para eso). Le separan del resto de jugadores. Le hacen todos los feos posibles. Y, por último, lanzan a todo el nacionalbarcelonismo con los ojos inyectados de odio contra él. Un nacionalbarcelonismo que está deseoso de servir a su señor de la forma más rastrera si es posible y que no duda en criminalizar a una persona que está haciendo valer lo firmado… y lo derivado. Quédense con esto.
Lo mismo sucede con Frenkie de Jong, aunque sin el odio de la prensa nacionalbarcelonista. Le amenazan con llevarle a los tribunales por lo penal (con la prisión por delante para amedrentarle), le echan encima a la prensa para señalarle como el culpable (junto a Braithwaite) de no poder inscribir a todos los fichajes (Koundé y los que deben llegar) y le van forzando a abandonar el equipo si no quiere renovar… y perder dinero. Espíritu Roures.
No quieren pagar
Lo paradójico de ambos casos es que los dos jugadores no tendrían problemas en irse siempre y cuando el Barça se retratase y pasase por caja para pagar lo que deben. Porque lo que oculta el nacionalbarcelonismo es que ambos jugadores difirieron bonus y parte salarial a esta temporada para ayudar durante los tiempos pandémicos. El Barça lo que quiere es que no cobren esas cantidades, que se queden sin su dinero, que se jodan y dejen de cobrar lo que es suyo y que todo el barcelonismo les odie por impedir la construcción del fútbol palancas.
Como ha hecho por donde ha pasado Roures, arruinar la vida de los trabajadores, Laporta piensa dejar sin cobrar el dinero que les corresponde a dos jugadores. Quiere estafarles, hacerles un ERE fraudulento, tangarles 14 y tres millones de euros. Que sí, que son trabajadores privilegiados y ganan mucho, pero no deja de ser su dinero y el derecho pisoteado el mismo que si ganasen el SMI. Roures y Laporta son del mismo pelaje. Muchas sonrisas pero sólo son derechos los suyos, los de los demás no. Y además ambos nacionalistas…