Desde la semana pasada quien esto escribe lleva recibiendo insultos por parte del sanchismo por osar decir que el PSOE estaba tomando una deriva globalista, que había olvidado a parte de la población española, que se había constituido en una organización bonapartista (por cierto, este es el calificativo que utilizaba José Félix Tezanos –el sociólogo de cabecera del sanchismo- contra otro secretario general todopoderoso) o un partido plataforma. También les ha enfadado a estas personas señalar que Sánchez lleva prometiendo las mismas derogaciones desde 2014, a razón de diez veces al año. Eso sí, es de esperar que se indignen con las últimas medidas que piensa aplicar el gobierno… no lo harán.
Nuevamente, ahora sin la sospecha de que el ministro José Luis Ábalos estuviese entregado a Florentino Pérez –como comentaron los panfletos amarillos de la izquierda y la derecha-, el gobierno de Pedro Sánchez vuelve a imponer los peajes en las autovías y las autopistas de uso completamente público. ¡Perdón! Que dicen en el ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (otra agenda, que parece el gobierno una empresa en navidades) que no se llamará peaje sino de otra forma. Desde aquí se propone Cuota de paso de vehículos, carruajes, cuadrúpedos y personas de mal vivir. Total al precio que están el gasóleo y la gasolina se va a tener que volver al uso de caballos, burros y asnos. Peajes o impuestos que pagan todos los españoles por igual sin determinación de los ingresos. Algo que siempre defendió Louis Charles de Secondat, barón de Montesquieu y que vienen recogiendo todos los liberales habidos y por haber. Vamos, que muy de izquierdas no será.
Según ha contado Sergio Vázquez (secretario general de Infraestructuras), en principio costaría unos 90 euros y se establecería mediante una pegatina puesta en la luna del coche, la cual permitiría la circulación. Y se dice en principio porque estas cosas ya se sabe, luego acaban cambiando (miren más abajo en el párrafo). Un pago anual que es similar para todo el mundo, use mucho o poco la circulación por autovías o autopistas. Sin discriminación por uso. Con un par. Como les pasa a los políticos, que hablan tanto intentando no equivocarse, ese precio no será para los vehículos más antiguos. Esos como, por designación del ecocapitalismo, contaminan más, pagarán más de esos 90 euros. ¿Cuánto? Ni lo saben.
Claro que las declaraciones de la ministra han sido mucho más interesantes. Raquel Sánchez ha dicho: “Será un sistema de tarificación para asegurar el mantenimiento de las carreteras de alta capacidad”. ¿Tanto cuestan? No, la causa es que hay españoles que no deben mantener las autopistas y autovías: “no tiene sentido que haya este vacío y que el mantenimiento y la conservación de la infraestructura se siga sufragando con los impuestos de todos los españoles, que tienen necesidades más urgentes como son las políticas sociales”. El final de la frase y el concepto demagogia deben estar juntos en una acepción de la RAE. Y para que no parezca que esto es algo que se le ha ocurrido al PSOE, mandan una nota de prensa informando sobre la cantidad de países donde se cobra peaje. Como si fuese un mandamiento de la Unión Europea cobrar peaje (el “vacío” de la frase entrecomillada anterior). Demagogia.
Lo que no tienen en el gobierno es dinero. Y ponen como excusa las políticas sociales, la mayoría de las cuales están transferidas a las Comunidades Autónomas. Ven como era demagogia. Por eso han subido las cuotas a los autónomos. Por eso están subiendo otros impuestos, como el catastrazo que van a dar en estos presupuestos (sí, por si no lo sabían les subirá el IBI), por eso quieren utilizar la hucha de las pensiones en el mercado financiero (con el peligro de perder ese dinero), por eso y porque los millones del plan de recuperación de la UE no llegan de una vez, sino poco a poco. Y desde el gobierno han prometido demasiadas cosas que no se pueden pagar salvo con deuda en el mercado financiero (lo que implica más intereses).
Lo paradójico es que un gobierno de izquierdas esté haciendo recaer toda la recaudación en los lomos y los hombros de la clase trabajadora (o media-trabajadora como gustan decir en ocasiones desde el PSOE). Todos los impuestos que están subiendo no afectan para nada a las rentas más altas, ni a las grandes empresas. Bien al contrario los paga usted, su vecino, el señor de la panadería, la señora de la tienda de bisutería, el de la empresita que arregla el ascensor, el del taller mecánico… y todo para sufragar gastos que no son sociales, ni de seguridad, ni sanitarios (no tiene competencias el Estado central), ni de progreso humano.
Son transferencias del bolsillo de la clase trabajadora, normalmente, hacia grandes empresas que son las que contratan con la administración central del Estado. Son dineros para el proyecto globalista y para asesores y subvenciones a medios de comunicación, no para el desarrollo de la España periférica (a la que más costarán esos 90 o más euros de peajes o ¿es que piensan en Moncloa que no hay autovías en la España periférica?), no para mejorar los centros hospitalarios, ni para mejorar la Justicia, ni para que usted pueda montar un negocio con el que ganarse un sueldo decente. A ello súmenle que hay una inflación media que con el aumento de impuestos y la energía no bajará… y que pagará usted si es que le queda algo con lo que pagar. Tras un fin de semana de celebración llegan las rebajas del tío Pedro, hachazo al bolsillo de todos los españoles, sin distinción de clase. ¡Vaya, como le gustaba al liberal Montesquieu!