Chiste pero de los malos porque carece de gracia tal y como lo cuentan. Sí es gracioso, incluso desternillante observar al nacionalmadridismo berrear por un claro fuera de juego y por un gol “lleno de épica” (así son lo que marca su equipo) en el último instante del partido. El Barça, siguiendo la lógica ilógica del nacionalmadridismo, atisbó al final del camino una luz que le permitió la remontada contra los elementos. Porque elementos son algunos jugadores madridistas. Unos por arrastrarse por el terreno de juego; otros porque son faltones y mal encarados. Lo importante es que son tan irracionales que acaban causando risas a los demás.
Lloran, aunque ahora llorar no es de equipo pequeño según parece, porque les han pitado un fuera de juego por milímetros, o eso dicen. Lo de las medidas no parece que sea algo que controlen. Ellas, las nacionalmadridistas (que haberlas haylas en la prensa), porque llevan toda la vida asumiendo que un gusanito es casi una anaconda. Ellos porque teniendo un gusanito les mienten a ellas con anacondas. De ahí que no sean los más adecuados para percibir medidas, ni tener una visión global que les permita observar que una imagen en perspectiva distorsiona el tamaño. Ni milímetros, ni leches, unos pocos centímetros como se puede comprobar en esa imagen, que ya ha desaparecido de las redacciones, más centrada de la jugada.
Carlo Ancelotti lloraba por las esquinas porque no entendía que ¡a ellos! les piten un fuera de juego ya que su florentineza le ha venido asegurando que el reglamento general es para los demás, mientras que para el RM es otro. Uno que coincide con los deseos (muy postmoderno el razonamiento) del equipo en cada momento. Si el empujón codo-hombro lo dan Gavi o Correa, debe haber fusilamiento al amanecer. Si lo hace Carvajal (quien el domingo recibió de su propia medicina) es carga legal. Raro es que no se hayan quejado de la altura del césped, pero todo se andará.
Se quejan del VAR porque, según parece, les impide estar a la par, en puntos, con el Barça. Salen todos los numeritos e influencers, tipo Mon y demás tipos con cabezas raras, diciendo que sin el VAR estarían empatados con el Barça, pensando que el argumento propicia algún tipo de persecución que les permita autovictimizarse. La realidad es que cuanto más insisten en ese argumento más se observa que gracias al VAR no roban tanto. Los Teleñecos de la noche no tienen barreños suficientes para recoger todas las lágrimas que van soltando por los rincones, como la Zarzamora.
Pero ¿llorar y quejarse delos arbitrajes no era de equipos pequeños o de segundones? Ahora parece que no porque ellos no lloran, piden justicia. Es más piden Justicia, con la j mayúscula. Algo así como solicitar la intervención del sin nombre para que arrase Barcelona como hizo con Babilonia. Ya. Llorones con biberón es lo que son. Unos segundones que no aceptan, como los niños malcriados, que otros puedan ganar y pintarles la cara sin necesidad de recurrir a artimañas y los aparatos ideológicos del Estado. Hasta en Marca hicieron la gracia, o al menos lo intentaron, con un titular: “Se pasaron de la raya”.
En el nacionalmadridismo algunos sí que se pasan con las rayas, pero la gracieta en realidad iba con segundas por el fuera de juego y de primeras para quejarse de que jugadores del Barça les dijesen cosas. Parece ser que sólo Vinicius puede ofender a otros jugadores o llamar hijo de puta a un árbitro. ¡Ojo! Nada de criticarle porque es racismo. Incluso si se piensa que es gilipollas lo es. Llorones y ofendiditos han salido estos chicos y chicas. Pues sólo quedar hacer lo que suelen recomendar a los demás: a mamar. Del biberón de becerro del japonés.