Pues ya sabemos qué tramaba Iván Espinosa de los Monteros tras huir de Vox, montar un chiringuito intelectual para «dar la batalla cultural» y lograr que España funcione. Lo va a llamar Atenea por aquello de ser «la diosa del pensamiento y también la de la batalla, la de la guerra». Una apreciación de la guerra es dios Ares, de la prudencia y la valentía Palas Atenea. El chiringuito, subvencionado por la sociedad civil no por lo público, fue presentado con toda pompa y circunstancia en The objective. Y la verdad es que la entrevista es interesante porque deja a las claras que le importa España si esta camina como a él le parece.

Que los últimos gobiernos no han pensado en ningún momento en el bien común no se le escapa a ningún español de bien —a los de mal, los que se dejan arrastrar por el partidismo sí se les escapa—, por lo tanto Espinosa de los Monteros no va a sacarlos de su certeza. Destrucción de instituciones básicas —la policía de partido del PP o las concesiones a los separatistas de Sánchez son obvias—, polarización de la sociedad —aquí comenzó Rodríguez que no había aceptado el perdón que había supuesto la transición con todos sus errores—, atraso empresarial y económico —en España básicamente lo que gusta es el capitalismo de amiguetes, ergo la extracción a las clases populares doblemente, o el negocio fácil y por ello la rendición ante los fondos buitres—, utilización partidista de la Justicia y tantas otras cuestiones que observan los españoles con pasmo.

Tiene razón el exvoxero en que España necesita políticas a medio y largo plazo, pensando más en lo común que en lo partidista. Desde los tiempos de Felipe González no ha habido un planteamiento similar, José María Aznar intentó algo similar pero le pudo el ansia viva del momento y la hybris de la política internacional. Rodríguez, Rajoy o Sánchez sólo han mirado por sí mismos y sus prejuicios ideológicos. Y por ello el coso este que ha montado va a presentar propuestas de ese estilo «sin necesidad de reformar la Constitución». Y aquí viene algo curioso porque igual sí son necesarios retoques constitucionales. Todos los países con Constitución suelen enmendarla de vez en cuando, hacer retoques que los creadores no previeron, adaptarlas a los tiempos, etc. ¿Por qué propuestas que no hagan necesaria la reforma o retoque constitucional? Porque «las ideas de la izquierda han generado mucho daño en todos países en que se han puesto en práctica».

Bien que su centro de pensamiento esté basculado hacia el liberal-conservadurismo pero para que exista algo así como el «bien común» es necesario que lo que se lleve a cabo sea algo mínimamente aceptado por todos como dicen Philip Booth y André Azevedo Alves en la introducción del libro Pensamiento social católico, mercado y políticas públicas (EUNSA, editorial de la Universidad de Navarra que precisamente «progre» no es). Esto es, que cada cual sienta que le falta algo para cumplir con todas las exigencias que tenía bajo sus parámetros ideológicos. Lo contrario a lo que sucede ahora donde se insta a llegar al programa máximo, con el añadido de blandir no la discrepancia sino el odio al otro. Y lo que viene a proponer Espinosa no es más que un seguir en el programa de máximos que debe ser implementado agonísticamente. Si no se reconoce que la izquierda —por cierto los liberales han sido izquierda durante casi todo el siglo xix— ha hecho aportaciones importantes a la política —el papa Ratzinger reconoció el valor de la socialdemocracia en la protección social y el asentamiento democrático— entonces esto es una contienda amigo-enemigo que, como en el caso de los griegos ya que invoca a esa diosa, sólo puede terminar con la aniquilación del contrario.

En realidad, por lo que cuenta en la entrevista, lo que le interesa a Espinosa de los Monteros, además de liquidar a la izquierda —parte es muy liquidable ideológicamente, que algunos luego lo toman literal y se lían a matar gente—, es tener un marco jurídico y una justicia como los de cualquier otro país democrático, donde el legislativo y el ejecutivo no campen a sus anchas —por culpa del partidismo, que esto no lo dice claramente— y exista un freno judicial. Claro, siempre y cuando algunos jueces no se vendan a los intereses partidistas o de grupo de presión —algunas sectas están muy bien relacionadas, que se decía antes—. Con este marco lo económico tendrá un desarrollo libre y prometedor, siempre y cuando se desregulen muchas intervenciones del Estado. Un programa liberal clásico, vamos, más un plan hidrológico nacional. Vamos lo que llevan un montón de años diciendo distintas fundaciones no políticas o la patronal, lo que se viene publicando en los doce periódicos de «derechas» que existen en España, lo que viene reflejado en muchos artículos y conferencias universitarias… Nada nuevo. Nada diferente a Pie en pared, por ejemplo.

Salvo que en esos casos, no en todos, hay algo importante como es el diálogo, que no deja de ser una apertura al otro por la asunción humilde de no saber si es correcto lo que se propone. Espinosa sólo contará con la Sociedad Civil, ese constructo liberal que no deja de ser un totum revolutum para no hablar de instituciones sociales, de parte… de su parte. Algunas universidades privadas, la patronal y poco más. Porque la Iglesia católica, como entidad, es posible que no esté interesada en participar en algo tan cerrado. Que contará con el apoyo de curas de ánimo protestante seguro, pero el catolicismo está asentado en personas muy diversas en comunión unas con otras. En resumidas cuentas, será un centro donde acudirán cuatro colegas, la patronal y antiguos políticos de UPyD o Ciudadanos —lo mejor de cada casa—. Más bien parece una reunión de resentidos que otra cosa.

Y no es que en el tema general Espinosa de los Monteros no tenga razón. Lo mal que está España y la necesidad de políticas a largo plazo es obvia, pero si es de parte y para beneficio de esa parte, no deja de ser otro ñordo que sumar a los que ya hay a derechas e izquierdas. Felicitarle al señor Espinosa si consigue que le financien un carguito desde la «sociedad civil», algo que no todos conseguimos, pero si sigue en la batalla sin contar con más aliados que los propios aqueos y no gentes brillantes de otros lares, su chiringuito no sirve para mucho.

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