Se desconoce si los asesores son los Hermanos Calatrava, justo antes pergeñar El ete y el oto, o si la factoría Elías Bendodo no da para más. Igual no se dan cuenta pero cada día es más obvio que el sanchismo se sostiene gracias al PP. Ni Carles Puigdemont, ni ERC, ni Sumar, ni el PNV, ni Bildu, el PP es el partido que sostiene a Pedro Sánchez en Moncloa. Desde aquella frase, que no es tal pero así ha quedado en el imaginario, de Alberto Núñez Feijoo, «No soy presidente porque no quiero», pasando por lo de “presidente ilegítimo”, hasta llegar al golpe triunfal de querellarse contra el PSOE por tráfico de influencias y corrupción.
Ayer mismo Cuca Gamarra amenazó con lanzar una andanada de querellas contra el PSOE porque un señor ha dicho que ha llevado dos bolsas con 90.000€ a la sede de Ferraz y los presuntamente corruptos han afirmado que el “número 1” sabía cosas. No es coña. Basan la denuncia en las palabras de un tipo que no ha querido dar nombres —es más listo que los del PP porque sabe de las consecuencias—, ni aportar pruebas, con lo sencillo que es hoy en día grabar un vídeo con las bolsas llenas de billetes y la entrega. A lo que hay que añadir que no ha dicho ni para quién, ni para qué eran esas bolsas. O lo que es lo mismo, pruebas ninguna. A ello le suman que tres o cuatro sinvergüenzas dicen que Sánchez sabe lo de sus tejemanejes mientras hablan con otros sinvergüenzas. ¿Pruebas de todo ello? Ninguna.
Es más que evidente que en el caso Begoña y en el caso Koldo hay porquería para dar y tomar. Es pestilente y el hedor llega hasta la casa del rey emerito en el Golfo Pérsico. Que Begoña Gómez se ha aprovechado, con el apoyo de su marido, para sacar rédito personal e intentar construir una carrera que de otra forma no habría tenido —de ser jefa de recaudadores de ONGs a dirigir cátedras sin estudios hay un salto que no se da por méritos de los que se carece—, es evidente. Cuestión distinta es que sea ilegal, por muy inmoral que sea. Que José Luis Ábalos se ha aprovechado de su puesto como ministro para pagar ligues y ya se verá si se prueban otras cosas, también. Pero de ahí a inferir la financiación ilegal del PSOE… Además ¿no habían dicho los medios de derechas que el dinero del hermano de Sánchez eran las comisiones de todos estos casos?
En todos estos casos, que la judicatura y las investigaciones policiales tienen bien atadas, lo mejor era dejar que continuasen las pesquisas y esperar el momento en que haya juicios y/o condenas. Mientras tanto, evidentemente, se puede señalar a Sánchez y al sanchismo como un cáncer político. Pero ¿lanzarse a querellarse contra el PSOE sin pruebas? Esto es muy de Bendodo, el que ha ocultado con jugosos beneficios periodísticos el caso Amat de más de 2.000 millones de euros según la UCO, porque se supone que le funcionó en Andalucía. Lo cual es falso porque Susana Díaz cayó por una convergencia de situaciones, entre ellas los errores propios, en las que la corrupción era casi lo de menos.
¿Qué sucederá con estas querellas? No llegarán a buen puerto, salvo unas pesquisas iniciales de la Audiencia Nacional, pero le servirán al sanchismo para aparecer ante su electorado como víctima. De los asquerosos compañeros de viaje, lo primero, y de una campaña de guerra judicial contra su persona, lo segundo y a la vez. Si algo sabe hacer bien Sánchez es presentarse como víctima. Lo hizo cuando ocultaba urnas tras unas cortinas; lo hizo cuando pactó con Pablo Iglesias; lo hizo cuando salieron las primeras consecuencias de las acciones de su esposa; y lo hará ahora cuando se acusa de algo tan peregrino como la financiación ilegal del PSOE.
Feijoo, Bendodo y Gamarra deben tener juntos un dos por ciento del cerebro habitual de cualquier persona porque no se entiende que le pongan “a huevo” a Sánchez poder victimizarse y vender un relato de persecución. Cuando lo intentó con su esposa, solo el sanchismo más irracional y arrastrado le defendió. Ahora, seguramente logre unir a aquellos que estaban abandonando el barco por cuestiones económicas, por cuestiones éticas y por agotamiento con este gobierno que trata a los españoles como gilipollas. Sin tener ganados para la causa propia a los que se van del barco, no se puede lanzar uno al ruedo de esa forma. Por no hablar de Miguel Tellado, que debe estar por ahí detrás animando a todos mientras da con la calva a un cencerro colgado en el techo.