Lo negarán todo como suelen hacer, porque buena parte de la prensa les protege en todas sus tropelías, pero lo que ha quedado claro con la campaña de fomento de la abstención promovida desde cuentas abiertas por personas vinculadas al asesoramiento del PP, es que el partido conservador no se ve capaz de vencer en unas elecciones sino es haciendo algún tipo de trampa o adulteración de la campaña. Desde los tiempos de Manuel Fraga, con el respaldo financiero del banco de Santander y sus préstamos en barra de hielo o con contraídos por mendigos, hasta estos últimos de Pablo Casado el PP, pasando por la célebre conspiración contra Felipe González, siempre ha utilizado todos los mecanismos ilegales e inmorales que ha podido para vencer en las diversas elecciones. Nunca han confiado, ni en sus candidatos, ni en su discurso.
Mientras el fundador de Twitter decide que no se puedan comprar mensajes políticos en su red por los riesgos de manipulación y fake news, partidos como el #PPTramposo mezclan sin pudor dinero y manipulación para ensuciar una campaña electoral
— Íñigo Errejón (@ierrejon) October 30, 2019
Según han desvelado diversos medios de comunicación, y han denunciado desde Más País pues se ha venido utilizando una falsa cuenta de Íñigo Errejón, gentes al servicio de asesores del PP han intentado desalentar al voto de la izquierda mediante la petición de una abstención masiva contra PSOE y Podemos. No es que lo pidan cargos del PP, que sería lo lícito, sino que se hace desde los intersticios de las redes sociales con el único objeto de conseguir la victoria del PP y de la derecha en general. Una treta que ya utilizaron durante la campaña andaluza contra Susana Díaz al utilizar cuentas que hablaban del odio entre la candidata y el secretario general del PSOE y que pudo resultar vistos los resultados de baja participación en el flanco socialdemócrata (aunque Juan Manuel Moreno Bonilla sacó los peores resultados de la historia del PP andaluz). Ahora intentaban la misma jugada metiendo en el saco a Podemos y utilizando al errejonismo como ariete.
El pago de propaganda en redes para desmovilizar a votantes progresistas deja en evidencia al PP.
Si estás dispuesto a gastar dinero para manipular al electorado es que no crees en la democracia.
¿Por qué no juegas limpio #PPtramposo? https://t.co/4NvDqdlYEO
— José Luis Ábalos (@abalosmeco) October 30, 2019
El problema es que el sistema de provocar una gran abstención, con pegatinas o mensajes en redes sociales, en unas elecciones tan polarizadas en las posiciones de cada partido, igual podía parecer extraño. Más si intentando que fuese el errejonismo el que cargase con las culpas pues esa acción no cuadraría con sus propias posiciones hechas públicas. El conflicto Díaz-Sánchez podía pasar desapercibido porque estúpidos dentro de un sector los puede haber, pero pensar que en toda la izquierda son estúpidos y no se extrañarían e investigarían sólo puede ser producto de un personaje tan estúpido como piensa él de los demás. Claro que “iba a cantar” una campaña así, además empapelando ciudades como Granada con esas pegatinas. Olía a la primera que era una táctica de las derechas, una táctica fascista de desorientación por cierto, y así se ha acabado demostrando.
El promotor de la campaña de intoxicación para desmovilizar a la izquierda está a sueldo de un gurú electoral de Pablo Casado https://t.co/1wrRDJVsAN
— Adriana Lastra (@Adrilastra) October 30, 2019
Lo increíble es que el Partido de la clase dominante deba recurrir a estas tretas y a estrategias tan elementales que no cuelan cuando dispone de la mayoría de medios de comunicación. El sinsorgo de Casado la verdad es que no despierta pasiones ni callado, pero de ahí a tener que utilizar métodos inmorales hay un trecho. Claro que hablamos del partido que ha acudido dopado hasta las elecciones de 2012 gracias al saqueo de las arcas públicas (ahí tienen los casos valencianos y madrileños) y que viene adulterando la democracia siempre que puede. No sólo en favor de la clase dominante (lo que se conoce como acumulación por desposesión de lo público), sino de sus mitos e intereses personales. No partidistas solamente sino personales como se comprueba en la negación de comisiones de investigación y demás. Una forma de adulterar la democracia desde su propia base… otra vez.