“Bastantes problemas tenemos entre los dos partidos del gobierno de coalición para detenerse a discutir por una ley que no significa nada” habrá pensado Pedro Sánchez, un presidente sorprendido por la vehemencia de la vicepresidenta primera Carmen Calvo en su intento de frenar lo que se ha venido en catalogar como Ley Trans, pero que realmente no lo es en sí, como verán. No puede comprender el presidente, ni muchos de los ministros del PSOE que se sientan en el Consejo, y mucho menos puede entender el camarlengo Iván Redondo cómo es posible que dar “derechos” a personas pueda ser producto de enfado, de lucha a muerte y de señalamiento. Ese es el problema que piensan en términos de derechos y no de ciertos privilegios o de pasar por encima de las personas como vienen demostrando las feministas en su lucha de los últimos tiempos.
Se deben haber tragado, como han hecho algunos medios de comunicación, que el proyecto de ley Trans cuenta con el respaldo del 96% de la población. Difícilmente pueden estar de acuerdo las personas con una ley de la que se desconoce casi por completo su articulado y las consecuencias que pueden tener. Una mentira más de la propaganda de Podemos que los asesores monclovitas se han tragado hasta el estómago. Ni ha habido consulta, ni ha habido publicidad, ni nada. Es todo un engaño tramado desde el ministerio de Igual-da con ciertos cabildeos, dispuestos a la subvención, para intentar lograr un apoyo para una legislación que la mayoría del feminismo rechaza. De hecho, hasta que desde el PSOE se ha dado la orden de dejar hacer a Podemos e IU en este tema y ha ordenado callar, las mujeres con cargos socialistas se han destacado por luchar contra este tipo de acciones que llevan a hundir el feminismo y poner en peligro las conquistas de años de lucha de las mujeres.
Tiene poco sentido lanzar una ley Trans cuando el colectivo trans tiene la posibilidad, reconocida, de hacer la transición de un sexo al otro bajo unos parámetros lógicos y mínimos, con la ayuda sanitaria para proceder al cambio de sexo. Ahí tienen a diversas personalidades que han hecho esa transición y ahora son mujeres u hombres. Por tanto, el derecho a transicionar existe y está reconocido desde hace años. Esto fue apoyado por el PSOE, por el feminismo y por cualquiera con dos dedos de frente. Ahora bien ¿por qué ahora existe un debate tan intenso? Ninguna feminista se niega a que las personas transicionen, lo que no están dispuestas es a abrir la puerta a espantajos, mentiras, problemas personales o cambios de humor que acaben destrozando los logros del feminismo y sus “espacios de seguridad” como mujeres. Que un hombre, con todos sus órganos de hombre, su aspecto de hombre acabe siendo mujer, además lesbiana, es una pantomima que el feminismo no está dispuesto a aceptar.
No es un hombre que entiende que es mujer, lo asimila, lo proyecta y acaba transicionando a mujer con protección y cuidado médico, no. Es que cualquier gachó, sin cambiar su aspecto (con lo cual juega con los roles de género que el feminismo quiere destruir), diga que es mujer y lesbiana, se le acepte con un simple cambio registral y ya entre en los lavabos de mujeres, en las duchas de mujeres y niñas, en las cárceles de mujeres, etcétera. De hecho, siendo hombre a la visión de cualquiera optaría a las cuotas de mujeres que se utilizan para la equidad intersexual. Para tener una imagen más gráfica de lo que supone, en las listas del PSOE en las próximas elecciones podrían ser 100% hombres según su sexo real y visual pero cumplir con la paridad hombre/mujer. ¿Está llena España de transexuales? No, pero de caraduras bastante.
Otra cuestión que pretende esta ley, según las filtraciones, es que cualquiera menos los padres y madres puedan decidir que su hijo de seis años es trans y medicarlo, sin supervisión psicológica. Si un profesor observa que su hijo juega más con muñecas, algo que desde el feminismo se ha defendido para acabar con los roles de género, con avisar al poder institucional, le meterían hormonas para cambiarle el sexo. Los padres no podrían decir esta boca es mía por lo que supone quitarle la potestad y guardia y custodia de sus propios hijos. Y si es niña y juega al fútbol la convierten en niño. Lo curioso de todo esto es que esta legislación acaba adoptando los roles de género impuestos por el patriarcado para determinar la condición de la persona. Rancio no, lo siguiente. O imaginario porque si usted siente que tiene 65 años debería poder cambiarse la edad biológica y pasar a ser pensionista, por ejemplo.
Frente a esto se han manifestado socialistas (han tenido cargos en el PSOE o para el PSOE) como Ángeles Álvarez, Amelia Valcárcel o Alicia Miyares. Personas que son insultadas constantemente por las hordas queer moradas. A las que aún ostentan cargos las han obligado a callar y tragar con todo para que no haya más problemas en el gobierno de coalición, en una especie del fin justifica los medios. El problema para el PSOE y, por ende, para Pedro Sánchez es que con esta actuación y esa permisividad lo que hace es destruir un vínculo de décadas con el feminismo. De hecho, cuando desde Podemos se comenzó a gestar estas cosas “raras” (queer significa raro) las feministas pensaban que “al menos en el PSOE no defienden estas cosas y los frenarán”. Pues parece que no y eso supone un ruptura con el movimiento feminista. ¿Qué tiene que decir ahora Adriana Lastra que gusta de colgarse todas las medallas feministas habidas y por haber? ¿Va a permitir que esto siga sucediendo? Y cuando desde Podemos quieran implantar los vientres de alquiler –otra reivindicación de los colectivos subvencionados que les apoyan- ¿también tragarán con todo para que no haya peleas en el Consejo de ministros? ¿Dónde quedan los principios? ¿Se aceptará legalizar la prostitución como quieren en el ministerio de Igualdad? ¿Están cayendo en el PSOE por la presión de farmacéuticas y grupos de clínicas que llevan esos temas?
El problema puede parecer menor a día de hoy cuando se han aprobado los PGE y parece que va a haber más estabilidad en España –si el coronavirus lo permite-, pero esto no se va a olvidar y el feminismo, que son muchos cientos de miles votos, por no decir millones, dejará de votar al PSOE. Si el PSOE se nutre de clase trabajadora y mujeres en su mayoría, de seguir por esta senda se pueden quedar sin su nicho de votos. Aunque sólo fuera por esta cuestión electoralista en el PSOE deberían estar preocupados. Pero no sólo son votos, son principios fundamentales del socialfeminismo que se decía en el 39° Congreso defender. A las puertas de 40° Congreso del PSOE se rompen los lazos con el feminismo por una legislación que, en realidad, no concede más derechos grupos de personas. Al contrario concede privilegios a hombres que si fuesen violadores disfrutarían en una cárcel de mujeres con un simple cambio registral; si son pedófilos se les permitirá entrar en los baños públicos donde mujeres protegen a sus hijos e hijas… Y esto no es que puedan ser casos imaginados sino que allí donde este tipo de legislación existe ya se han producido. Los trans tienen la posibilidad actual de cambiar de sexo, esto que pretenden aprobar con el silencio cómplice de Sánchez es otra cosa. Cuatro décadas de lucha feminista en el PSOE y para el PSOE que quedan arruinadas por cuarenta monedas de plata y dos días más de legislatura.